Final

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Jackson

Abro los ojos poco a poco sintiendo la luz lastimando a mis pobres ojos y me cubro con una almohada cuando veo las cortinas abiertas dejando entrar la luz solar en toda la habitación, siento el vómito en mi garganta tan cerca que sé en mi corazón que debo levantarme, pero eso me destruye, ya que levantarme involucra una fuerza que no tengo.

—Harriett....

—Las abrí a propósito —canturrea.

—Creí que me amabas —murmuro sin fuerza.

—Muchísimo, cariño.

Siento como se hunde la cama a mi lado por el peso de su cuerpo sentándose, así que me quito la almohada de la cabeza y observo a mi bellísima esposa con una sorpresa en sus brazos.

—Buenos días, guapa.

Ella sonríe, aunque no le esté hablando y me quita el cabello de la cara con una mano, mientras pone a mi bebé en la cama.

—Quieres que te ame más a ti —lo abrazo—, por eso lo trajiste a que me viera de esta manera.

—Ya me ama más a mí, yo no me emborracho.

Me levanto poco a poco y pongo a James en mis piernas cuando estoy por fin sentado.

James cumple nueve meses mañana, lo que significa que tendremos que hacer una enorme fiesta en casa para cumplir con las expectativas de todos mis familiares. Ahora vivimos en Seattle de nuevo, compramos una casa familiar grande, aunque eso no hizo muy feliz a mi esposa, ya que quería un departamento pequeño, pero claro, se ha estado enamorando silenciosamente de la casa cada que ve a James gateando por ahí.

—¿Quieres que haga el desayuno?

—Claro que no —arruga la frente—, déjale eso a la señora Higgs.

Anoche salimos a celebrar nuestro aniversario y ahora tengo una enorme resaca por beber de más.

—Nuestra fiesta de aniversario es hoy, ¿estarás bien?

—Lo estaré —le sonrío a mi bebé—. ¿Invitaste a Abigail?

—Claro que lo hice, pero no vendrá.

Después de casarnos, vivimos un tiempo en Inglaterra y cuando decidimos volver a Seattle, pasamos un mes en Nueva York, ahí se conocieron Harriett y Abby. Se llevaron demasiado mal al principio, pero como todos sabíamos, eran tan iguales en diferentes maneras que, al final, terminaron siendo las mejores amigas.

—Quizá venga —me encojo de hombros.

—Bueno, es hora de arreglarse —me quita a James—. Tú también —me señala.

—Bien —sonrío—, pero dame un beso.

—Ni lo sueñes —se ríe.

Trato de no prestarle mucha atención a mi resaca y me doy una larga ducha que termina con Harriett gritándome lo tarde que es, por lo que tengo que vestirme a una velocidad extrema, gracias a eso, bajo las escaleras con una corbata desaliñada y la camisa afuera del pantalón, cosa que ella arregla de inmediato, como todo en mi vida.

—¿Crees que podamos hablar antes de los votos? —termina de amarrar mi corbata.

Ella lleva un vestido blanco ideal para un evento familiar de renovación de votos, es sencillo, pero luce espectacular de novia, tanto que lamento no haber tenido una boda enorme solamente para verla así.

—Seguro —beso sus labios rápidamente.

—Es que te quiero dar tu regalo ahorita.

—Mierda —abro los ojos enormemente—. ¿Teníamos que darnos regalos?

Cuando Un Infinito Termina (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora