5. Lágrimas

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Golpeo la pluma contra la mesa por milésima vez en el día, totalmente aburrida y cansada de este lugar.

El Hardy Rock es un lugar muy lindo, tiene una decoración un poco rural, es básicamente un pasillo ancho con dos baños al fondo y una cocina escondida detrás de la barra, en donde también preparamos bebidas de todo tipo, enfrente de la barra está la única hilera de mesas con algunos focos sobre ellas, incluso tenemos un pequeño cuarto para descansar entre turnos frente a los baños, podría decirse que es un buen trabajo, de no ser por el dueño.

El señor Scott es amable, divertido y agradable, nos trata bien, memoriza nuestros nombres y se lleva bien con nosotras, pero es un maldito tacaño, nos paga mucho menos de lo que trabajamos, no nos paga si nos quedamos horas extra y exige que nos quedemos, además de hacerse idiota cuando le decimos que nos pagó menos, pero bueno, es el mejor trabajo que pude encontrar siendo una adulta sin referencias ni estudios.

—Bienvenidos al Hardy Rock —recito—, ¿desean ordenar?

—Si —la chica me sonríe—, yo quiero Nuggets de pollo, un sándwich, dos...

—Wow —la interrumpe su acompañante— ¿vas a comer por los dos?

Después de su comentario noto que está embarazada, pero su panza se oculta bastante bien bajo la mesa.

Suficientes embarazadas por hoy.

—Si, somos dos —me sonríe—, disculpa a mi hermano, es un imbécil.

—¿Vamos a ordenar?

Otro chico rubio se sienta en la mesa con ellos y me mira con una sonrisa.

—Hola.

Todos lucen como en un reality show, sonrientes, guapos y muy ricos, no tengo la menor idea de lo que hacen aquí.

—Disculpa que te lo diga —comienza a hablar el rubio—, pero tienes los ojos más hermosos que he visto en toda mi vida —le sonrío apenada— y la sonrisa.

—Cierra la boca —lo calla la embarazada.

Vuelvo a abrir la boca para tomar su orden, pero un grito me calla.

—Mónica Owenson —giro hacia la vocecilla—. Oh por Dios.

—Hola —la embarazada saluda a Caitlyn.

—Dame la mesa —me susurra suplicante—, ella es una famosa actriz.

—Entonces yo debería atenderla —bromeo susurrando.

Me alejo de la mesa para que Caitlyn atienda a la mujer que yo jamás había visto y vuelvo a sentarme en los asientos de la barra para esperar a que otras personas lleguen, pero el lugar continúa completamente vacío, a excepción de las tres personas que están sentadas en la mesa de la actriz que se acaba de tomar una fotografía con Caitlyn.

Observo todo el restaurante mientras golpeo mi pluma contra la pequeña libreta con la que tomo las órdenes y me topo con algo inusual, un coche se acaba de estacionar frente al lugar, uno bastante bonito, negro, limpio, brillante, con una delantera impresionante y un hombre de traje bajando como si fuera una película de mafiosos.

—Harriett —giro la cabeza hacia Grace, la encargada—, ¿puedes ir a limpiar las bodegas?

—Seguro.

Dejo la libreta y pluma dentro de la barra y me quito el mandil en la entrada de las bodegas para estar libre de ataduras mientras limpio.

A veces eso me parece gracioso, me fui de Inglaterra para vivir sin ataduras.

Cuando Un Infinito Termina (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora