La puerta de la camioneta se cierra detrás de mí, tan fuerte que me duele el pecho al imaginar lo que diría Haynes si supiera que traté de esta manera a su preciosa camioneta, pero decido continuar caminando sin regresarme a verificar que este bien. Haynes me prestó su camioneta con la condición de que la tratara como si fuera mía, lo que no sabe es que a mi auto lo he chocado dieciséis veces.
Las flores comienzan a crecer poco a poco en el jardín, lo que significa que el sol comienza a salir de vez en cuando y los árboles lo dejan darles luz a estas preciosas margaritas. Camino con cuidado de no pisar ninguna, hace años que no vengo, no quisiera causar un desastre en mi primer día de regreso.
—Buenos días —saludo a la recepcionista.
—Harriett —sonríe enormemente—, que gusto que hayas vuelto.
—Gracias —le sonrío de vuelta—. ¿Cómo esta?
—Bien, es un buen día —me guiña un ojo—. ¿Vienes a verlo?
—Si.
Sigo a Marie por un extenso pasillo que termina con una enorme sala de juegos en la que están todos los viejitos pasando un buen rato.
—Él está por allá —señala una ventana—. Suerte.
—Gracias.
Sin divagar demasiado, llego a sentarme junto a mi abuelo, quien mira hacia el jardín por el que acabo de pasar, tan pacífico que, por un momento, me rehusó a molestarlo. Afortunadamente, es él quien habla primero.
—Me dijeron que no volverías.
—¿Quién te dijo eso? —lo miro—. Yo siempre volveré.
Él me mira y noto que está sonriendo con tristeza en los ojos, demasiada tristeza.
—Me dijeron que chocaste —se encoje de hombros.
—Oh... —asiento mientras las lágrimas se juntan en mis ojos—. Bueno, yo...
—Gracias por volver —suspira.
Algo dentro de mí se quiebra y decido dejar las cosas como están, decido dejarlo creer que ella volvió.
—Te traje algo —le sonrío.
Abro mi bolso y saco el mayor tesoro que he encontrado desde mi llegada a casa, Cumbres Borrascosas, por fin el libro de mi hermana, por fin lo que he estado buscando desde que llegué.
—Oh, cielo —él sonríe y lo toma con mucho cuidado.
Fue un viaje largo, demasiado largo, doloroso, asfixiante y a veces un poco tedioso, pero finalmente devolví las copias que Hannah acumuló y, con ayuda de mi esposo, encontré lo que tanto estaba buscando, las palabras, el cariño y el amor que mi abuelo sentía hacia Hannah, todo eso en un libro.
—Te pertenece —se me quiebra la voz.
Él me mira con lágrimas en los ojos, pero aun sonriente, justo como lo recuerdo.
—Ella se fue —junta las cejas—, ¿no es así?
—Se fue —asiento.
Me duele el cuerpo al entregar lo que tanto estuve buscando, pero sé que estoy haciendo lo correcto, sé lo mucho que ella lo amaba, lo mucho que él continúa amándola y sé que, no importa en donde se encuentre este libro, Hannah siempre estará conmigo.
—Tengo algo para ti —busca entre sus bolsillos.
—No tienes que...
Abro la boca cuando lo veo sacar el relicario de la abuela, brillando gracias a la luz solar que logra entrar por la ventana frente a nosotros, entonces no puedo evitar soltar millones de lágrimas que pude contener a la perfección desde que decidí hacer esto.
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Cuando Un Infinito Termina (corrigiendo)
RomanceAbby lo quería, de eso estaba seguro, pero hacía muchos años que había dejado de sentir la chispa que ahora sentía por otro y eso lo asustaba, cada vez que despertaba estaba aterrado, siempre aterrado de que alguien más tomara su lugar. Jack estaba...