14. Pepinillos

16 3 2
                                    

Jackson

Espero dos segundos en el coche y veo a Harriett saliendo de su edificio, es entonces que empiezo a contar, tres días de conocer a Harriett, únicamente tres días y estoy esperándola afuera de su edificio para llevarla a cenar al mismo restaurante elegante donde llevaba a Abby, cuando ella se sube, decido que no quiero arruinar la amistad que estamos formando, ella es con quien puedo convivir sin el constante recuerdo de Abby, la boda, mi ansiedad y las mierdas que he hecho en mi vida, ella es aire fresco, compañía nueva y diferente, es distinta.

—¿Qué te parece una comida en la calle?

—Justo lo que necesito —sonríe.

—Perfecto —comienzo a conducir.

—¿Tu saldrías con una vecina? —pregunta de la nada.

La miro asombrado, realmente me está pidiendo un consejo, al menos disfrazado de una pregunta personal, así que no me queda de otra que reír y responder su pregunta.

—Quieres salir con tu vecino —afirmo, devolviendo la vista a la carretera.

—Si, pero mis amigas dicen que...

—No defeques donde comes —termino la frase.

Heather lo dice con menos clase, pero no quise decir algo tan espantoso frente a ella.

—¡Si! —suspira —. Es una locura.

—Tienen razón.

—No —pone los ojos en blanco—, es una estupidez, Cory y yo...

—Cory —interrumpo y achico los ojos—, no queda con tu nombre.

—¿De qué hablas? —se ríe.

—Ya sabes —me encojo de hombros—, la regla de los nombres —la miro y noto que está confundida, así que le explico—. Sabes que es tu alma gemela cuando puedes mezclar sus nombres y queda algo hermoso —sonrío con nostalgia.

—Es una estupidez.

—No lo es —arrugo la frente sin despegar la vista del camino.

—¿Cómo se llamaba tu ex novia?

—Abigail —quito mi sonrisa cuando noto el dolor punzante en mi pecho.

—Jabigail, Abijack —resopla—. Si tienes razón, esa chica no era tu alma gemela.

Suspiro y me niego a mirarla, siento que se pasó de la raya, pero no tengo ese dolor en el pecho que me dé cuando Demien se pasa de la raya, así que lo dejo estar y acepto que tiene razón mientras pienso en la palabra más desgarradora de la noche.

Shabby.

—Lo siento —resopla—, ¿me pase de la raya?

—No —la miro con una sonrisa—, tienes razón.

Ella sonríe, aliviada.

—Piensa en esto —alza las cejas—: Coriett.

—Suena como una pasta dental.

—¿Harrory?

—Oh —niego con la cabeza—, no más, por favor.

—Nos quedamos con Coriett —asiente con una sonrisa que puedo ver por el rabillo del ojo—, solo faltan Olivia y tú.

—No me hagas eso.

—Vamos —se ríe—, es tu teoría.

—Es de mi amiga Mónica.

Cuando Un Infinito Termina (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora