6. Confesiones punzantes

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Qué horrorosa tormenta me ha despertado de golpe... tengo miedo. Después de esto no podré dormir tranquila, por lo que me libero de la suavidad de mis mantas para buscar a mamá y a papá.

Me siento muy segura cuando me dejan dormir en medio de ellos, a pesar de que ya soy una niña grande.

Salgo de mis aposentos para dirigirme a la habitación de mis padres, y por suerte no hay nadie en el camino. Sería vergonzoso que alguien se dé cuenta de que la princesa, la heredera del poder de la Diosa, sea una miedosa; así que estoy tranquila.

Una vez que giro a la derecha para tomar el camino que deseo, una sensación extraña me detiene, y un olor peculiar y desagradable.

Una de las puertas de las habitaciones se encuentra entreabierta, mientras una luz morada y negruzca sale de ella. Me da temor, pero de todas maneras me acerco porque mi curiosidad es más grande...

Asomo mis ojos a la puerta y quedo impactada...

- Canciller...

Nuestro canciller se encuentra en el suelo, en medio de un círculo negro con signos extraños. En sus manos lleva algo que parece un pastel con unos cuernos en su centro.

- Espero te encuentres bien.... – dijo deleitado. – Esta vez te he traído como ofrenda tu pastel favorito, con la esencia que más te gusta. Despierta... regresa pronto.

Luego de sus palabras, las que me causan un enorme escalofrío, da una mordida al macabro postre.

Qué conducta más extraña tiene el canciller...

***

Los fuertes latidos de mi corazón me despiertan, mientras la conciencia regresa a mí.

El sueño se esfuma de mi mente como una ráfaga, dejando como único recuerdo la mención de mis padres... que ya no están.

A pesar de que han pasado más de cien años de esos sucesos, aun los recuerdo. Cada vez que tenía miedo me iba a su habitación y me arrullaba en medio de ellos, pero todo eso cambió cuando mamá partió a la eternidad.

- Las niñas grandes duermen solas en su habitación... debes empezar a madurar.

Con esas palabras de mi padre, fue la última vez que lo busqué en sus aposentos. Desde la muerte de mamá cambió bastante, y quería permanecer solo lo más que pudiera. Me hablaba para el único tema que le preocupaba, la llegada de Ganon y el encuentro del poder dentro de mí.

Para él la princesa era importante... pero la hija era secundaria.

Lamento mucho, querido padre, no haber cumplido con tus expectativas en vida, mas no por eso mi cariño se ha esfumado, pues mi corazón recuerda al hombre que nos abrazaba a mamá y a mí con fuerza en las tormentosas noches, diciéndonos que éramos las mujeres de su vida.

- Nunca sabré cuánto te afectó la muerte de mamá...

Me acomodo en la cama para tratar de dormir, pero no lo consigo. Impa se encuentra a mi lado, mientras que Prunia y Apaya lo hacen en unos colchones en el suelo. Pedí varias veces que no se me dé un trato especial, pero las tres sheikahs insistieron, y ante eso no pude negarme.

Es tan raro estar acostada en una cama, cuando por un siglo me mantuve sellada con Ganon en la oscuridad de sus entrañas, escuchando su horrorosa voz todo el tiempo, martirizándome con el pasado y las culpas.

- Tu padre y los campeones se deben estar revolcando en su tumba por tu incompetencia. – me decía deleitado. – ¿No podías despertar tu poder un poco antes? En serio, no sirves para nada... tan oportuna.

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora