Por muchos años fui preparado como una máquina de pelea con humanidad; corazón para proteger lo importante, pero crudeza para vencer a mi enemigo, sin tener compasión alguna. Este siempre fue el sermón que me dictaron mi padre y mi maestra, pues en el campo de batalla la frialdad en mis emociones debía estar presente, inquebrantable como una montaña que no cede a la ventisca.
Sin embargo... ante el amor no pude ser de piedra, pues es lo que más me fortalece, pero al mismo tiempo me debilita como hielo ante el fuego.
Zelda, princesa mía, hemos tenido nuestra relación solo para nosotros por varios meses, y siempre tuve presente que debía respetarte y protegerte hasta de mí mismo... pero tus encantos me cautivaron, tus besos me enloquecieron hasta el punto de provocar en mí emociones y delirios que por mí mismo no pude controlar. Me convertí en el mismo enemigo imposible de vencer, y de la misma manera tú también, pues nuestros deseos ya no pudieron negarse a ser cumplidos.
Nunca me imaginé, ni en mis más prohibidos sueños, que una noche cualquiera en los que regresábamos de tus tormentosas oraciones, me ibas a pedir que te acompañé a tus aposentos; y aunque no era la primera vez que entraba, esa ocasión se sentía tan diferente, pues la angustia por un futuro desalentador se entremezcló con los terribles deseos que ya tenían tiempo consumiéndonos.
Los besos se transformaron en caricias más profundas, la ropa nos comenzó a estorbar, y aunque me dije a mí mismo que estaba cometiendo un pecado mortal, no quise detenerme, aunque eso significara mi condena. Iba a ser castigado no solo por meterme con la hija de la máxima autoridad del reino, sino con una dama a la que le faltaban unos cuantos meses para cumplir la mayoría de edad.
Sin duda pagaré por esa falta... pero ya no pude aguantar más.
No sé qué me ocurrió, pues simplemente enloquecí al tener tu cuerpo desnudo debajo del mío, tocarlo como si mi vida lo requiera con urgencia y pasar mis húmedos labios por cada rincón, como si estuviera embriagándome con el agua de una fuente divina que iba a darme la vida eterna. Ya no quise parar, y a pesar de nuestra inexperiencia, ninguno de los dos dejó de complacerse y perderse en la mirada del otro.
No voy a olvidar nunca cuando me adentré al secreto de tus placeres, no solo porque fue incómodo para ambos, sino porque ahí te pude considerar completamente mía, de la misma manera que yo de ti.
Peón, caballero, escolta, héroe, amante, marido... A partir de ese momento, estuve a tus pies, princesa, fui, soy y seré lo que tú quieras. Guardaré este encuentro en lo más profundo de mi corazón y lucharé con todas mis fuerzas para ser más digno de ti, para estar contigo para siempre.
Con esto que ha ocurrido, y con todo el respeto que merece tu padre... Ni él mismo podrá separarnos jamás.
...
El tiempo pasó sin medida, por lo que me desperté alterado y me di cuenta de que no faltaba mucho para el amanecer. Muy a mi pesar, me tuve que despedir de ti, dejándote solo cubierta por mis besos y la fina seda de tu cama.
Salí con cuidado de tus aposentos, no solo para no despertarte, sino para no llamar la atención de las paredes, pues sus oídos eran tan chismosos como la gentuza que se alimentaba de sus cuentos.
Me sentí victorioso en mi huida al llegar al final del pasillo, creyéndome indestructible por el secreto que ahora marcaba mi piel.
No pude haber sido más imbécil e iluso...
El terror me invadió al encontrarme con la mirada de mi padre, cuyos ojos solo reflejaban dudas y furia. Siempre le tuve respeto, pero esta era la primera vez que me provocaba un pánico tan destructivo que me dejó paralizado.
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Recuerdos de cristal
FanfictionUna vez despierto de su letargo, Link ansía descubrir el origen de la voz que le otorgó su olvidada identidad, haciendo caso omiso a todas las advertencias. Sin recuerdos y estrategias decide adentrarse al castillo, dispuesto a salvar a la luz que l...