39. Impuro origen

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No sé qué opinar al respecto sobre esta escena... solo sé que pienso muy mal.

Azael y Athan se relacionan con los Yigas... o son parte de ellos.

¿En quién hemos estado confiando? Me espanta lo recién descubierto, sin embargo, soy de las personas que piensa que todo tiene una explicación, a pesar de que sospecho que Impa no va a tolerar nada de eso.

La Sheikah se retira e inmediatamente la sigo. Me sorprende que en ese momento no haya reaccionado, pues siempre se ha caracterizado por enfrentar las cosas en el acto... pero no la culpo, pues ni yo misma sé qué decir.

Subimos las escaleras rápidamente y entramos a la casa. Impa se detiene de manera abrupta, sin intenciones de subir a la habitación.

- Impa...

Ella sigue de espaldas a mí y veo como su cuerpo tiembla ligeramente. No se encuentra bien. Tomo sus hombros para intentar apoyarla en las cosas que sé que pasan por su cabeza y hasta ahora no se atreve a decir.

Qué impactante es ver vulnerable y desorientada a una persona tan inquebrantable y fuerte como ella.

- Llevamos meses juntos... – confesó Impa, aun dándome la espalda. – Después de años de soledad volví a sonreír, a experimentar lo que es sentirse acompañada, apoyada, amada y deseada... y me resistí a eso por miedo, pero ya no pude. Y ahora me arrepiento tanto.

- Impa, primero debes hablar con él. – dije preocupada. – Todo tiene una explica...

- ¡No! ¡Ya no necesito ninguna explicación! – gritó, volteándose a mirarme.

La Sheikah tiene lágrimas en sus ojos, sin embargo, no veo en ellos exactamente tristeza, sino rabia, dolor y traición.

- Zelda, desde que Azael y Athan llegaron aquí han ocurrido cosas raras que evadí por miedo o por el ciego amor que comencé a sentir. – dijo Impa. – Los Yigas regresaron al pueblo, nos quitaron la paz y ahora sé por qué... porque venían en busca de ellos, de los traidores de su pueblo.

- Yo no creo que...

- Todo es claro. – dijo Impa, consternada. – Azael y Athan son Yigas desertores.

- ¡Ya no es parte de ellos! – dije seria. – ¡Tú los escuchaste! Eso quiere decir que se arrepintió y los dejó de lado.

- ¡Eso no significa nada! – gritó Impa. – Ellos son la vergüenza más grande de la raza Sheikah, unos traidores de nuestra sangre, de la familia real... y por culpa de esos malditos perdí a mi familia hace muchos años. ¡No voy a perdonarlo jamás!

Impa, fuera de sí, sale de la casa, y por más que intento detenerla, es inútil. Me dispongo a seguirla, pero algo me detiene.

Link, preocupado, sostiene mi hombro.

- ¿¡Qué ocurre, Zelda!? – preguntó alarmado. – Me despertaron los gritos de lady Impa y los tuyos. ¿¡Qué pasa!?

- En el camino te cuento, pero ayúdame a detener a Impa, por favor. ¡Ella no está bien!

Link y yo salimos de la casa para tratar de calmar a la Sheikah. Creo imaginarme a dónde pudo haber ido.

...

Tal y como lo supuse, Impa fue hasta la casa de Azael. Apenas él la recibió, esperé que ella lo empujara o le diera una bofetada, pero para mi sorpresa no fue así.

La puerta está abierta y entramos, pero luego nos quedamos quietos y en silencio para dar lugar a la discusión de la pareja.

- ¿Qué me vaya? – preguntó Azael, sorprendido. – ¿Qué te pasa? ¿Por qué me pide eso?

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora