45. Rayo de luz

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Urbosa... Urbosa...

De pequeña no dejaba de llamarte cuando quería sentirme cuidada y protegida por ti... pero ahora es distinto. Ahora te llamo con súplica para que regreses a ser la de antes, o más bien, para que puedas ser totalmente libre.

No tengo idea de cómo voy a enfrentarme a la matriarca Gerudo, y no lo digo únicamente por mis tormentos personales, sino por mis nulas habilidades en combate.

Y no me da mucho tiempo para pensar, pues sin haberlo visto o prevenido, recibo un golpe con la espada de Urbosa. Se movió tan rápido, que ni siquiera pude verla.

Caigo al suelo, totalmente conmocionada.

No puedo describir la electricidad tan devastadora que siento recorrer mi cuerpo; la herida que me causó en el brazo no fue casi nada en comparación a esta espantosa sensación. ¿En qué momento ocurrió? No la vi, solo ocurrió.

- ¿Ya te diste cuenta de que entre tú y yo no hay nada que hacer? – preguntó ella, intimidándome. – El resultado de esta pelea está dada, así que te mataré de una vez.

Dejando de lado mi dolor, me pongo de pie con prisa y hago uso del escudo de Daruk para protegerme. Tengo que pensar la manera correcta de hacer uso de los dones que los Campeones nos otorgaron a Link y a mí.

Ellos pueden ayudarme a sobrevivir a esta batalla.

- ¿El escudo de Daruk? – preguntó sonriendo. – Interesante. Sin embargo... ¿Tu escudo puede hacer esto?

Urbosa ahora lanza un golpe con su escudo eléctrico, que si bien no me paraliza como hace unos momentos, si me hace volar hasta una de las paredes. Esta vez el dolor de cuerpo se siente más cruel.

Creo que este, hasta ahora, ha sido uno de los enemigos más terribles que Link y yo hemos tenido.

- ¡Usa tu escudito, mocosa insensata! ¡Esta vez no te ayudará en nada!

Ahora sí, teniendo en cuenta la velocidad de ataque, la evito usando la furia de Revali, la que me eleva por los aires. Aunque no tenga la paravela, la corriente de aire es tan dinámica que me permite moverme y ascender con cautela.

- Vaya, tengo que reconocer que fuiste inteligente. – manifestó Urbosa. – Pero esto solo retrasará tu fin, ninguna de tus robadas técnicas te servirán.

- ¡Ninguna de estas técnicas es robada! – reclamo una vez desciendo al suelo. – Fueron otorgadas por las almas de los Campeones, quienes han confiado en Link y en mí para acabar con Ganon. Estamos continuando con su legado.

- ¿Legado? – preguntó con ironía. – Nada de esas tonterías vale la pena si tú y Link ya están con un pie en la tumba

- No moriré en esta batalla, Urbosa... Al menos no hasta que salve tu alma.

Así yo desaparezca y Link tenga que continuar solo, yo no tendré paz hasta salvar la atormentada alma de Urbosa.

- No digas tonterías...

- Aparte de ahora, solo una vez vi una mirada tan espantosa en la matriarca Gerudo. – dije, recordando hechos pasados. – Y solo tú misma pudiste acabar con ella.

- ¿Qué? – preguntó Urbosa, sorprendida.

Y ese día, Urbosa, tú me rescataste...

*.*.*.*.*

Los monstruos ya habían comenzado a invadir de a poco todos los rincones del reino de Hyrule, y el desierto Gerudo no era la excepción.

Impa, Link y yo vinimos a buscar a Urbosa, pero al llegar a sus dominios, comenzaron a atacarnos las mismas Gerudo, cosa que no pude creer, y la única manera de saber la razón, era preguntándoselo a la misma matriarca.

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora