22. Querido amigo

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- ¿Te llamas Link? – preguntó el pequeño Goron, sorprendido.

- Sí... así es. – respondí, nervioso por alguna razón.

- ¡Me gusta tu nombre! ¡Suena fuerte y valiente, como yo!

No tengo mente para analizar qué me ha afectado más, si lo que le ha ocurrido a Zelda en estos momentos o ver que el pequeño Daruk no existe. De la nada, su tierna imagen se vio rodeada por la malicia de Ganon, para luego transformarse en la horrorosa imagen frente a mí.

El porte y el cuerpo del Daruk es el mismo del pasado, pero ahora invadido por la ira de Ganon, al igual que le pasó a Mipha. Es un ser terrorífico, con pedazos de armadura de material ancestral, rodeándole partes del cuerpo y cabello de fuego llameante de un lado a otro, reemplazando el canoso que siempre había tenido. No hay duda que el alma del verdadero campeón se encuentra dentro de ese disfraz de maldad.

Sé lo que me espera en estos momentos... y estoy dispuesto a enfrentarlo.

- Link... – habló Zelda, tomando la tela de mi pantalón.

Sin dejar de mirar a mi enemigo a los ojos, tomo a Zelda, quien ya está inconsciente, en mis brazos y la acomodo en una de las esquinas de la sala, la que sé que tendré en la mira y a la que no dejaré que nadie se acerque. Ante esa acción, Daruk suelta una carcajada.

- Siempre tan héroe, mi camarada Link.

- No me llames así... – dije molesto, acercándome a él con la espada en la mano. – Tú no eres Daruk, sino una más de las escorias de Ganon que se ha apoderado del verdadero, del valiente y bondadoso Goron que conocí en el pasado.

- ¡Ja! ¡Pobre iluso! – se burló el Goron. – Si estoy vivo es gracias al apoyo de mi señor Ganon, que me otorgó el don de su ira de fuego para ser más poderoso, pero sobre todo, la paciencia para esperar tu despertar y derrotarte.

- Qué...

- No eres más que un enclenque debilucho al que alguna vez creí "mi camarada". – dijo Daruk, causando que me afecte con sus palabras. – Y para demostrártelo voy a darte una tremenda paliza que nunca olvidarás.

Me molesta escuchar las palabras de Daruk, por lo que de inmediato corro hacia él con el fin de atacarlo con mi espada. Sin embargo, con su brazo y sin hacer mucho esfuerzo, me manda a volar por los aires, golpeando mi estómago y dejándome sin aire.

Tiemblo de dolor en el suelo, sin oxígeno en los pulmones, mientras mis ojos se nublan por un líquido que no logro diferenciar. Al tocarlo con los dedos descubro que es sangre saliendo de mi frente.

No niego que mis pequeñas luchas físicas me han herido, pero es la primera vez que veo tanta sangre manchándome... Al menos en este siglo.

- ¿Si ves? No eres más que un debilucho. – se mofó Daruk. – Tu letargo hizo que olvides tu verdadera fuerza, tus increíbles habilidades. ¿Será que ese golpe habrá sido suficiente para que te mueras lentamente? No puedes ni levantarte.

Él tiene razón... soy débil. Es una gran mentira que yo fui un héroe en el pasado, pues ellos nunca pierden la fuerza, sobre todo la física. Mi maldito pasado no solo me arrebató a personas o vivencias, sino las habilidades que, supuestamente, eran mi mayor cualidad.

De haber sido fuerte, quizás hasta el Cataclismo hubiera sido un chiste para mí.

Es en ese momento que la presencia de alguien vuelve a llenar mi mente, la imagen de ese hombre tan trascendental en mi vida.

¿Qué tan oportuno serás para regresar a mis recuerdos en estos momentos, papá?

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Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora