7. Maligna tentación

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- Link...

La escucho, pero aun así no me detengo, pues siento que si lo hago no habrá retorno... el torbellino de emociones me carcome.

- ¡Basta, Link! – exclamó molesta. – ¡Detente!

Zelda suelta mi mano y me volteo para verla, perdiéndome en la imagen de su vestido maltratado y las heridas de sus brazos. Ni siquiera sé si yo me encuentro igual y peor.

- ¿Por qué no te derrumbas? – preguntó seria.

- ¿Ah?

- Dejamos atrás a nuestros padres, a nuestra familia. ¿Y aun así sigues de pie?

- El rey y mi padre me dieron una orden y la estoy cumpliendo. – respondí serio. – No te detengas y si...

- ¡Ya, no sigas! – exclamó, tomando mi túnica con dureza y mirándome con reproche. – Acabas de perder a tu padre y hermana. ¿Y así reaccionas?

- ¡No más, Zelda! – reclamé, perdiendo la cordura. – ¡Hay que...!

- Solo un minuto... – pidió con lágrimas en los ojos. – Un momento para derrumbarte, tienes derecho...

La fuerte silueta de mi padre se desvanece de mi mente, al mismo tiempo que las carcajadas de mi hermana se escuchan cada vez más lejanas, hasta que desaparecen.

Ya no puedo más...

Mis rodillas tambalean hasta que se quiebran, pero la princesa de mi vida me sostiene los brazos, brindándome sus delicados hombros para explotar.

No sé por cuánto tiempo he estado así... ahogándome y llorando.

***

Apenas me despierto, veo la imagen de Zelda aclarándose ante mis ojos. Sus dedos se encuentran cerca de mi cuello, pero de inmediato los retira al ver que he despertado.

- Link...

Después de pronunciar mi nombre, se va corriendo. En ese momento me doy cuenta de que me encuentro en una habitación desconocida, bastante desordenada. Incluso al intentar sentarme veo que hay algunas piezas extrañas rodeándome... me recuerdan a los guardianes y eso no me agrada.

- Hasta que despertó el caballero durmiente...

Prunia entra a la habitación, seguida de Zelda. No tengo idea de lo que ha ocurrido últimamente conmigo.

- Lady Prunia. – pregunté confundido. ¿Dónde estamos?

- Estamos en la aldea Hatelia. – respondió ella. – Específicamente en mi laboratorio.

- Entiendo... – expresé confundido. – ¿Qué me pasó?

La sheikah mira a Zelda preocupada, mientras que ella solo agacha la mirada. ¿Es grave lo ocurrido?

- Creo que eso podrías decirnos tú, Link. – dice Prunia. – Cuando íbamos camino a la Muralla de Hatelia te comenzaste a sentir mal y te desmayaste. ¿No sabes por qué?

- No, no tengo idea. – respondí serio, no estaba para bromas. – Ni siquiera recuerdo ese lugar...

- Link... – llamó Zelda.

- Princesa, espere... – pidió Prunia.

- Link tiene derecho a saber. – dijo firme, para después mirarme. – En la llanura de Mogur, cerca de la Muralla de Hatelia, fue tu última batalla, en la que fuiste derrotado y te llevó a tu eterno letargo. ¿Recuerdas algo?

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora