38. Verdad ensombrecida

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Dolorosas son las lágrimas, mas el dolor se mantiene silencioso en los rostros de desolación por la eterna despedida.

Cuando Link trajo a Abril en sus brazos, todos los habitantes no tardaron en organizar el escenario para darle el adiós, como si desde antes ya hubieran tenido todo listo para este momento. Y debe ser así, pues desde hace días ellos estaban tristes, silenciosos, además de que la han acompañado dos veces en el camino de su envejecimiento. Ya estaban preparados desde hace tiempo.

Nos encontramos en el cementerio de la aldea, todos vestidos de negro, Link y yo tomamos prestada la ropa de Abril y de su esposo para estar acordes a la ocasión.

Abril se encuentra con un rostro tan calmado, lleno de paz. Sin duda alguna, el reencontrarse con Link le permitió llenar todo el vacío de su corazón y sacar la amargura en su alma que por tantos años la acompañó. He llorado mucho por su partida, lo sigo haciendo con el debido decoro, pero no sé qué estará pensando mi caballero. Temo que esta pérdida le provoque sentimientos insanos que no le permitan tener paz, aparte de la que ya le falta.

Lo he dejado solo el suficiente tiempo ante la tumba de su hermana para que se despida de ella, para que le diga todo lo que siente sin las miradas de otros; pero ahora he decidido acercarme para abrazarlo, sin decirle nada.

Link, sin voltear, toma mi mano, y yo lo abrazo más para ayudarle a soportar este desconsuelo.

- Zelda... – habló Link. – Ya es momento de enterrar a mi hermana.

- ¿Estás seguro? – pregunté preocupada.

- Sí... no quiero retrasar más esto.

Pido a los habitantes del pueblo que inicien la ceremonia de despedida, donde hicieron homenaje a toda la vida de Abril, a su familia y por último a Link, a quien ella siempre estuvo esperando y defendiendo su memoria, hasta que se pudieron reencontrar.

Una vez finalizó la ceremonia, enterraron a Abril cerca de los seres que más amó en vida, su esposo, sus hijos, nietos y abuelo. Puedo entender lo que ella sintió al perderlo todo, pues así ocurrió en el Cataclismo. Muchos perdimos lo más importante de un solo golpe, con una ráfaga de fuego y destrucción.

Por largos minutos contemplamos la tumba en silencio, hasta que poco a poco los habitantes se despidieron y se fueron, dejándonos a Link y a mí solos. Es en momentos como estos que no sé cómo actuar con él, pues a pesar de que conmigo es protector y cariñoso, también es frío y distante en situaciones así.

- Ya debemos irnos y seguir con nuestra misión. – dijo cabizbajo.

- Link, tomemos el tiempo que necesites para recuperarte. – dije preocupada. – Y yo quiero estar contigo en eso.

- No es necesario, Zelda. – dijo, volteando a verme, mientras tomaba mis manos. – El dolor de despedirme de Abril, aunque no lo creas, me ha llenado de una paz que nunca creí sentir. Es como si hubiera podido darle el adiós a mi padre, a mi abuelo, a todos los que amé en mi pasado.

- Link...

- Aún tengo muchas cosas que recuperar de mi vida, pero la base de todo, mi origen, ya está resuelto. – dijo sonriendo. – No podemos dejar que Ganon aproveche esta pequeña guardia baja en la que nos encontramos.

- Eres admirable... – dije impactada.

- Y tú más por seguir a mi lado en todo momento.

Suelto algunas lágrimas mientras lo abrazo con todas mis fuerzas, cosa que él me corresponde. Estas acciones de Link me hacen tener presente las razones por las que lo amo y me siento tan segura a su lado.

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora