La vida del pequeño Sidon me importa, pero sin duda mi motivación principal para ayudarlo es Mipha, la amiga a la que no necesito recordar para guardarle cariño. Sé que si estuviera viva, sufriría por la suerte de su hermano.
Con el impulso del momento me di cuenta muy tarde que estaba desarmado, pero no había vuelta atrás, ya no podía perder más tiempo en ayudar a Sidon, además que no iba a demostrar duda o cobardía delante de todos... delante de Zelda. Sería vergonzoso e inaceptable.
Para mi suerte, en el camino me encontré con algunos moblins y bokoblins dormidos, a los que con mucho sigilo pude arrebatarles las armas, y cuando se dieron cuenta de mi presencia acabé con ellos. Conseguí dos escudos, uno de viajero y otro de madera; también las espadas correspondientes a cada uno y unas cuantas flechas con diferentes funciones. Creo que con eso podré defenderme... espero.
Sigo con mi ascenso al Monte Trueno, y a medida que me acerco la cantidad de monstruos a los alrededores se disminuye y el ambiente comienza a sentirse más pesado. Hasta que algo me desenfoca de mi meta...
Mi agilidad ayuda a evitar el tremendo rayo que casi me ataca, lo que me hace detener el corazón por unos segundos y asimilar la situación. Aún no conozco al enemigo que me espera y sé que es muy poderoso, y lo que más me preocupa es que Sidon, por su condición de Zora, es altamente vulnerable a los rayos. No puedo creer la irresponsabilidad del Consejero Muzun al enviarlo a este reto.
- Claro, como el viejo no es el que se arriesga...
Prefiero dejar de lado mi fastidio y seguir el camino, en el que me toca seguir esquivando los rayos que buscan pulverizar a todo lo que se le cruce. Me siento cada vez más ansioso, pues siento que lo que me espera no será nada bueno...
Siento temor...
Cuando llego a la cima del Monte Trueno, me escondo en unos arbustos para observar de lleno el panorama. Encuentro a Sidon sin moverse, sin casi respirar, observando a un ser de gigantescas magnitudes y extraña forma... mitad caballo, mitad hombre.
Observándolo detenidamente, me doy cuenta de que es el mismo ser con el que acabé en mis sueños, con el que el pequeño Sidon pretendía enfrentarse. Ahora el príncipe ha mejorado y es más fuerte, sin embargo, percibo en él inseguridad, a pesar de que no se deja llevar por eso. Por más aterrado que se encuentre, su determinación por cumplir con su meta es enorme.
- ¿Me recuerdas, Centaleón? – preguntó Sidon, esforzándose por mostrarse seguro. – Hace más de cien años me hiciste quedar en ridículo, pero esta vez vengo por la revancha. No comprendo cómo volviste a la vida, si fuiste aniquilado por...
El príncipe se silencia al escuchar el rugido de la bestia, la que desenvaina sus armas para fulminarlo; una espada de hoja gruesa y un escudo con apariencia ligera, pero robusta; adicional al arco que posee en sus manos con flechas eléctricas.
Las flechas son lo que más me preocupa...
La colosal bestia lanza otro fuerte rugido al aire con la intención de asustar a su contrincante. Sidon se impacta, pero aun así no baja la guardia, y en ese momento desenvaina sus tridentes y se dirige con prisa hacia él.
- ¡No te tengo miedo! – gritó Sidon, dirigiéndose a su contrincante. – Vas a sentir cómo funcionan estas armas...
En el momento en que los cuerpos del Centaleón y Sidon están a punto de rozarse, este último da un salto magistral, con tal habilidad cuál ser marino saliendo del agua, pero sin esta. El príncipe prepara sus lanzas y las dirige al lomo de la bestia para incrustarlas, pero estas no tocan su cuerpo, dejándolo impactado. Con eso me doy cuenta de que la osamenta del monstruo no es únicamente pelaje y piel, sino que está cubierto por una fuerte armadura.
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Recuerdos de cristal
FanfictionUna vez despierto de su letargo, Link ansía descubrir el origen de la voz que le otorgó su olvidada identidad, haciendo caso omiso a todas las advertencias. Sin recuerdos y estrategias decide adentrarse al castillo, dispuesto a salvar a la luz que l...