13. Heridas pendientes

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Mipha no podía creer que el cielo y el sol la bañaran con su encantamiento...

Fueron cien años en los que se sintió anulada, dominada por el silencio y las torturas de la Ira del Agua de Ganon, quien la mortificaba con sus gritos, con las transformaciones involuntarias a su cuerpo para hacerla a su imagen y semejanza, causando que a veces no logre resistirse y se enrede con su agresividad y malas intenciones... incluso llegó a odiar, a sentir rencor por los seres que supuestamente le arrebataron la felicidad de un amor auténtico y duradero.

Tantas noches anhelando, cual princesa de cuentos, ser rescatada por el príncipe de sus sueños; y aunque este la encontró en un estado distinto e inalcanzable, por fin pudo verse salvada por él, observar su rostro vivo y auténtico... a pesar de que se encontraba en compañía.

- Ni tu estado ni tu compañía me quita el gusto de que volví a verte, Link...

Desde las alturas, Mipha observaba a la pareja en el Embalse Oriental. Link tomaba a la princesa de los hombros, preocupado por verificar que todas las heridas provocadas por su alterada forma hubieran sanado. Quizás el muchacho, para variar, no lo había notado, pero la dama se mostraba sonrojada al tenerlo cerca, encantada de ver cómo se preocupaba por su estado de salud, teniendo cercanía con ella. La princesa Zora conocía perfectamente por qué, tan bien como sus propios sentimientos.

Mientras sus recuerdos se preparaban para regresar a ella como cascada refrescante, Mipha se posicionó en la cabeza de Vah Ruta. La bestia divina que le fue otorgada para derrotar a Ganon, la que daba honor al nombre de aquel antepasado que tanto admiraba, la que al igual que ella amó a un Hyliano... sin ser correspondida.

Mipha desde siempre se ha sentido amiga de la princesa Ruto, y en honor a ella reconoció su amor sin resentimientos, dejándolo ir hacia su felicidad... a la dama que con su escondido poder logró devolverle la identidad.

Mipha se arrodilló para sentir en sus manos la textura de Ruta, la energía ancestral purificada corriendo por cada parte de su estructura. Varias lágrimas salieron por sus mejillas al saber que su compañera de siglos se encontraba sana y salva, lista para cumplir lo que le fue encomendado desde el inicio de los tiempos.

- Por fin juntas y libres, mi querida Ruta. – dijo Mipha, emocionada. – Salva a esta tierra de la sequía, vuelve a purificarte con tus cristalinas aguas.

En ese momento la bestia se activó, alzando su larga trompa y lanzando un fuerte grito. La energía ancestral corría por cada esquina de la poderosa máquina, causando que el alma de Mipha se fortalezca con tal proeza.

Mipha alzó su brazo en dirección al Sur, ordenando a Ruta que se mueva.

- ¡Ruta, trae el agua a esta tierra!

Con la orden de Mipha, Ruta comenzó a lanzar agua de su trompa, trayendo a la región de Lanayru una fuerte lluvia que inundó todo a su paso. Los ríos comenzaron su fluir, los lagos a llenarse del vital elemento, mientras que el brillo de la Fuente de los Zoras retornó su vida al verse hidratada nuevamente.

Nadie más que Mipha hubiera sido capaz de devolverle la vida a la tierra que tanto amó... y seguía amando.

Mientras Ruta seguía con su recorrido, los recuerdos del espíritu de Mipha salían a flote.

- Nuestro pacto...

Ese día lo tenía presente, pues aprendió que amar significa ver feliz al ser amado... así sea en otro camino...

*.*.*.*.*

- ¿Mipha?

Para la princesa Zelda fue una gran sorpresa ver a Mipha fuera de sus aposentos a esa hora de la noche. Sin embargo, la invitó a pasar con una sonrisa cordial, como siempre.

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora