8. Emociones delirantes

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No sé qué es más doloroso e inconcebible. Ser víctima de los recuerdos que más te torturan o de los olvidos que te vacían el corazón despiadadamente.

Link, daría lo que fuera porque llenes tus dudas, porque recuperes lo perdido... lo que perdimos. Sin embargo, ni siquiera sé cómo hallarme a mí misma, menos ayudarte a ti.

Como siempre tan inútil...

- ¿Son sordos o qué? – preguntó el líder de la empresa. – ¡Vamos a demoler la casa! ¡Muévanse!

- Y yo les dije que no lo hagan. – dijo Link, angustiado y enojado. – ¿Hay algo que yo pueda hacer para impedirlo?

Un largo silencio se hace presente, hasta que los hombres lanzan una fuerte carcajada, burlándose de Link. Me molesta ver como se ríen de su angustia, la que solo yo comprendo mejor que nadie.

- Ay, este mocoso... – expresó el más joven de los miembros. – ¿Qué es lo que preten...?

El hombre interrumpe sus palabras para observarnos detenidamente, sobre todo a Link, a quien se le acerca confundido.

- Yo te he visto antes...

- ¿Ah?

- ¡Ya sé! – exclamó sorprendido. – Eres el muchacho al que llevé desmayado hasta el laboratorio. Estabas con esa chica de pelo extraño y la joven que te acompaña.

Ya recuerdo... este es el chico que nos ayudó a llevar a Link desmayado hasta el laboratorio, el que encontramos cerca de la muralla de Hatelia.

- Veo que estás mejor... – dijo, cambiando a un tono de voz burlón. – Pero de la cabeza quedaste mal, pues pretendes interferir en nuestro trabajo.

Link no dice nada ante sus palabras, pero lo percibo firme en su postura. La casa se encuentra detrás de nosotros y él no se mueve por nada.

- Gracias por haberme ayudado... – dijo Link, calmándose. – Pero no estoy loco, y si pretendo que no destruyan esta casa a cambio de lo que pidan.

- ¿Tienes 50.000 rupias? – preguntó el jefe, riéndose. – Dame ese dinero y te la dejo.

- ¡Puedo pagarlos!

- ¡Un momento! – intervine, ya cansada de sus burlas. – No creo que esta casa cueste ese valor. ¡Además, ni siquiera es suya como para que la vendan!

Los hombres se callan ante lo que dije, pero la mirada de Link es insuperable. Quiero abofetearme a mí misma por haber cometido tal indiscreción. ¿Ahora qué explicación daré al respecto? El líder se está acercando a mí, confundido.

- ¿Cómo sabes que esta casa no es nuestra, muchacha? – preguntó serio.

- Yo...

Me mantuve en mi impacto por unos instantes, rogando a mi protectora encontrar una respuesta acertada... a pesar de que moría por no callar más.

- Link está peor de lo que imaginé... por lo ocurrido en nuestro camino para acá, es mejor que recupere sus recuerdos poco a poco y por sí mismo. Sin presiones.

Prunia fue bastante clara en su advertencia. Link no debe recibir impresiones tan fuertes de golpe, pues el tiempo de su recuperación es un enigma. Durante los días que estuvo inconsciente no solo nos dedicamos investigar la tableta sheikah, sino a los efectos secundarios de la cámara regeneradora en el cuerpo humano después de heridas mortales u otras desgracias.

El funcionamiento del Santuario de la Vida aún es un verdadero misterio.

- ¿Qué no me escuchaste, niña? – habló el hombre, indignado, sacándome de mis pensamientos. – ¿Estás ignorándome?

Recuerdos de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora