Qué frustrante que no se me ocurra nada...
Zelda, ha tenido un mal día. Yo no veo lo que pasa porque estoy entrenando la mayoría del tiempo, pero según escuché a los jóvenes soldados, fue a una de las fuentes a orar, junto con la reina y la mejor amiga de esta.
La vi llegar desde lejos con el pelo empapado y el rostro desencajado, a pesar de que la madre y la otra mujer la consolaban... Sin embargo, no me gustó verla de esa manera, tan triste y derrotada.
Hace un año que vine con mi padre y hermanita a vivir a este lugar, y desde ese momento Zelda y yo nos hicimos los mejores amigos, y cuando la veo triste siempre se me ocurren cosas para alegrarla. Incluso nos hemos escapado algunas veces a comer dulces a los puestos de la ciudadela, jugar a los puestos que se abren en los festivales; claro está, con ella "disfrazada" de niña normal, la que junto a mí, tan común, quedaba a la perfección.
Pero ahora no hay festivales activos y no quiero darle los dulces de siempre... deseo hacer por ella algo diferente, algo que le haga sonreír mucho más.
Mis dedos no dejan de apretar el pasto del jardín central del castillo, como si entre las hojitas pudiera encontrar una respuesta.
- Pequeño Link...
Me doy la vuelta y descubro la silueta de una de las mujeres que acompañaba a Zelda, la que viste esa típica túnica color cielo que conozco tan bien...
- Mi reina...
¿La reina? Ya ha aparecido antes en mis sueños y alucinaciones, y aunque como siempre no le veo el rostro, sé que es ella por ese tono angelical con el que me ha llamado, por esa aura tan parecida a la de mi amiga Zelda.
- Te noto preocupado, pequeño. – preguntó curiosa. – ¿Ocurre algo?
- Lo que pasa es que... – dudé mucho en contarle lo que me preocupaba, temiendo lo que piense de mí o se enoje. – Lo que pasa es que he visto triste a Ze... digo, a la princesa Zelda... y no me gusta eso.
La dama se apena y ni necesito mirarla para saberlo. Poco después, se pone a mi altura para hablarme, colocando una mano en mi rostro.
Siento tanta paz al sentir esa caricia, como muchas que he dejado de recibir desde hace tiempo.
Cuánto te extraño, mamá...
- Quieres hacer algo para Zelda, ¿cierto?
- ¿Pero cómo...? – comencé a balbucear, apenado. La reina era muy intuitiva. – ¿Cómo lo supo, alteza?
- Porque el pequeño Link es el mejor amigo de mi preciosa Zelda. – respondió sonriendo. – Y ella lo quiere mucho.
Mis mejillas arden ante el comentario de la reina. Zelda y yo somos amigos... ¿Eso es quererse?
- Creo saber qué podrías hacer para animarla...
Mis oídos se ponen atentos ante lo que la reina va a decirme, pero ella solo toma mi mano y me lleva para algún lugar.
- ¿A dónde vamos, mi reina?
- A enseñarte algo que a Zelda le gusta mucho. – respondió sonriente. – Y más feliz le hará el saber que tú se lo darás.
Sentí una mezcla de emoción y nervios ante la indicación de la reina...
...
Llegamos a una parte del castillo que para nada conocía. La reina me trajo a un sitio extraño con bastantes plantas y flores amontonadas, protegidas por un enorme cristal.
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Recuerdos de cristal
FanfictionUna vez despierto de su letargo, Link ansía descubrir el origen de la voz que le otorgó su olvidada identidad, haciendo caso omiso a todas las advertencias. Sin recuerdos y estrategias decide adentrarse al castillo, dispuesto a salvar a la luz que l...