Para cuando desperté, Song Kamg no estaba a mi lado. Quité las hileras de mi muñeca y tenía la marca de estas. Vi el reloj y eran las ocho de la mañana, me metía la ducha, permanecí ahí como una hora. En un rincón llorando y tratando de olvidar la madrugada de hoy, me vestí con unos jeans negros, una blusa de gasa verde jade y unas converse negras. Saqué una maleta de la parte de debajo de la cama y metí ropa de mi armario y cómoda, al llenarla salí de la habitación. Tome mi bolso y busqué las llaves dentro; pero no había nada. Busqué por toda la casa, cada rincón. Y no las hallaba ¡mierda!Me dirigí a la puerta, traté de abrirla pero estaba cerrada. Me encerró, el imbécil me encerró para que no me vaya. ¡Sabía que lo haría! Corrí a la cocina, tomé un cuchillo e intenté abrir la puerta, pero era imposible. Tanto que terminé con un corte en el dedo. Tomé la maleta y me dirigí a una de las habitaciones que no usábamos, y me encerré allí. Dejé la maleta al lado de la puerta y me tiré en la cama, quedándome dormida.
Un ruido me despertó, y fue algo romperse. Me levanté de la cama de un golpe, froté mis ojos ojos, aclarando la vista. Nuevamente un golpe hizo que me estremezca, abrí la puerta y asomé mi cabeza por esta. Salí y caminé hacia el lugar de donde provenía aquel sonido.—¿Qué haces?
Pregunté confusa y temerosa, el giró a verme y levantó la vista. Estaba molesto ¿Ahora que hice? Caminó hacia mí, retrocedí rápidamente pero la pared me lo impidió, tomó mi mano y la jaló apegándome a él, tomó mi cara con la mano izquierda, haciendo presión. Solté un gemido de dolor.
—¿Dónde estabas?
—Durmiendo.
—¿Tus cosas?Tragué en seco antes de responder.
—Pregunté ¿Tus cosas?
Repitió, presionando más la mano. Hizo mi cabeza hacia atrás, impactándola en la pared. Solté un leve grito por el impacto.
—En la habitación.
Exclamé, me soltó. Caminé hacia la habitación en la cual la había dejado y el me siguió. Bajó la mirada hacia la maleta y la levantó, buscando la mía.
—¿Ibas a irte?
—Yo...
—¡te ibas a ir!Levantó la voz, yo solo negué, dio dos pasos a mí y me empujó caí a la cama. Quitó su correa y la dobló en dos. Dio un correazo a mi pierna y grité, traté de protegerme. Pero solo conseguí que me cayera en los brazos y antebrazos, me puse de costado y la correa impacto en mi cintura. Grité nuevamente ¡joder para!
—No, no iba a irme. Basta por favor.
—¡No es cierto! ¡Te querías largar!Dijo golpeándome nuevamente.
—¡Song Kang!
Exclamé, él se detuvo y dejó caer la correa. Traía lágrimas en las mejillas Kang se tumbó encima de mí, me presionó contra su pecho. Me ardía cada parte del cuerpo. No podía ya con esto.
—No quiero que me dejes... por favor.
—No me toques, no lo hagas.Supliqué, se levantó de mí me observó por unos minutos. Me levanté de la cama y me observé el cuerpo. Tenía la marca de la correa de cuero, levanté la vista a él y rompí en llanto. Me abracé a mí misma, tratando de calamar el dolor, algo imposible. Dio dos pasos hacia mí, retrocedí inmediatamente, mientras negaba.
—Ya no puedo...
—______...
—¡No!Levante la voz adolorida, lentamente empecé a perder la estabilidad. Sentía como mi cuerpo se desvanecía y mi cabeza golpeaba el suelo, la vista se me tornó borrosa y ya no recuerdo nada más. Solo los zapatos de Song Kang dirigiéndose a mí.
Rápidamente abrí los ojos, moví mi cuerpo pero una mano me lo impidió. El estómago me rugía, pedía comida. Bajé la mirada y me di cuenta que me encontraba solo en ropa interior ¿Acaso se aprovechó de mí nuevamente? No podía ni pensar en ello. Sentí su respiración en mi cuello estremeciéndome y besó mi oído.
—¿Te sientes mejor?
—Estoy desnuda.Dije ignorando su pregunta.
—¿Qué me hiciste?
Pregunte con la voz entrecortada, me giré rápidamente. Él aún estaba vestido, excepto por el saco; el cual tenía antes de desmayarme. Hice una mueca de dolor ante el roce de la sábana en el golpe del correazo. Se levantó de la cama, sentándose tomó algo de la mesa de noche y volteó.
—Tómatela.
Ordenó, estiró la mano hacia mí, tomé la pastilla. La coloqué en mi boca, cogí el vaso con agua y la ingerí; le devolví el vaso y él lo dejó en su lugar. Se acomodó al lado mío nuevamente, besando mi frente.
—No quiero que me dejes.
—¿Para qué me quieres? ¿Acaso planeas abusar de mí nuevamente?Él tensó la mandíbula, apretando los labios antes de hablar.
—Te necesito...
Susurró cerrando los ojos.
—¡Mírame!
Exclamé aguantando las lágrimas. Abrió rápidamente lo ojos, bajando la mirada a mí.
—Mira lo que me hiciste.
—No...
—Eres un animal.
—Tú tienes la culpa.
—No es cierto.
—¡Ibas a irte, _______!Levantó la voz, tomó mi cara con ambas manos y me vio fijamente. ¿Sus ojos estaban cristalizados O era mi imaginación? ¿Acaso lloraría? ¿Por mí? Si igual, siempre consigue lo que quiere.
—No me dejes, no lo hagas...
—¿Por qué?
—Porque te amo.
—Estoy cansada de esto, quiero irme.
—No.Dijo firme, colocó su mano encima de mi cadera; acarició mi nalga. Hizo mi cabello a un lado, acercó sus labios a los míos, no observamos por unos segundos y cortó aquel acto visual con un beso.
—Di que me amas. Dilo.
Susurró, abrí los ojos. No podía con esto, él era perfecto. Pero a la vez maltrecho, era un animal y mi cuerpo no aguantaría más con aquellos golpes.
—Dilo, _______.
—Te amo, Song Kang.Él suspiró y me besó nuevamente.
—Basta, por favor.
Supliqué, quité sus manos de mi rostro y las sostuve por un momento.
—¿Qué pasa?
—Tengo miedo.
—¿Miedo?Preguntó confundido, asentí con la cabeza. Tenía que salir de aquí, tal vez si finjo. Sí podría tratar debería idear algún plan. Si piensa que no me iré y terminó haciéndolo, ya estaré lejos para cuando se entere.
—De ti.
—No llores, mierda no lo hagas.
—¿Por qué me enamoré de ti?
—_______...
—Tengo frío, abrázame.