Capítulo 23

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Jimin estaba desganadamente limpiando su habitación. Era la única tarea que más detestaba. Él realmente sabía dónde estaba cada una de sus cosas. Su cuaderno de matemáticas estaba a un lado de su escritorio bajo tres poleras. Su proyecto de artes se había caído detrás de su cama. No tenía comida en su cuarto a excepción de las envolturas de dulces que se habían salido del bote de basura.

A pesar de todo eso, era un cierto desorden organizado. Pero ahora que tenía que limpiar todo, el no sería capaz de encontrar. Absolutamente. NADA.

Con un suspiro se dejo caer, sin gracia, sobre el sillón de su habitacion. Siendo que Jungkook había dormido ahí la noche anterior, impregnado su esencia por todo el sillon, cubriendo dulcemente los pulmones de Jimin. El mayor se recostó mientras sentía como su estomago brincaba. ¿Que le estaba pasando? Después de todo, era solo Jungkook. Habiéndose acostado con la intención de contemplar la idea, Jimin bufo molesto por no poder encontrar una posición cómoda para estar.

Se levantó y movió los pequeños almohadones intentando encontrar que es lo que le molestaba. Al final lo encontró. Era una vieja billetera. Se veía realmente vieja, podía decir que unos diez años, y Jimin solo pudo preguntarse por qué demonios Jungkook tenía algo así. Una billetera sí, pero ¿Tan vieja? Pero lo más curioso era imaginar cómo pudo aquella billetera salirse de los bolsillos que seguramente llegaban hasta las rodillas de Jungkook.

Jimin fue a su escritorio por un post-it. Tomó uno en forma de una pequeña estrella amarilla y escribió "No te daré por vencido". Luego la guardó donde estaba el dinero. Algo le llamó la atención. Era una fotografía.

Era de un hombre de agradables facciones que se parecía a Jisung pero a la vez no. El hombre en la foto se veía feliz. La mujer a su lado era realmente hermosa. Ambos se veían tan contentos con el pequeño niño que ella cargaba. El bebé parecía de unos dos años.

A voltear la fotografía, Jimin leyó las palabras escritas.

Mark y Eliza con el pequeño Jungkook – 1999

Jimin sonrió suavemente volviendo a voltear la fotografía. Jungkook había sido un adorable, gordito y feliz niño.

Jungkook.

Jungkook necesitaba de vuelta su billetera. Esto no podía esperar hasta el lunes. No con una fotografía así. Jimin tomó un gorro de lana y se lo puso pues no quería lidiar con su cabello. Se puso sus converse y corrió por las escaleras, casi olvidando llevar sus celulares.

Se despidió de su madre sin dejarla preguntarle a donde iba. Jimin caminó lo más rápido que podía, ya cuando estaba a mitad de camino su móvil sonó.

–¿Sí?

–A-ayúdame, –una voz del otro lado de la línea.

Era su celular de ayuda. De vez en cuando aún le llegaban llamadas pero las que más llegaban eran las de Jungkook. En la escuela había una lista de los numeros de ayuda y el número de Jimin estaba casi hasta abajo haciendo que no estuviera tan ocupado como las personas de los primeros lugares.

La casa de Jungkook ya estaba a la vista, aun así Jimin se sentó en la banqueta.

– ¿Qué sucede?

Sollozando la chica le conto su historia. Un amigo de su padre había ido de visita y mientras sus padres estaban fuera él había intentado abusar de ella. Lo único que lo detuvo fue el perro que había entrado. El perro sintió su angustia y fue por eso que corrió a interponerse entre ella y el familiar.

Ella no era suicida pero necesitaba a alguien con quien descargarse. Jimin habló con ella por un poco más de una hora. Siguió poniéndole atención pero también volteaba a ver de vez en cuando si alguien entraba o salía de la casa de los Jeon.

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