Capítulo 13

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Después de la cena con pizza que Jungkook negó, Jimin se fue a su habitación. Él, como es de suponer, tenía tarea en psicologia que hacer. Fue, después de todo, la maestra de psicología quien empezó con el proyecto de las llamadas.

Jimin no podía concentrarse en el papel que tenía frente a él. Sus pensamientos siempre viajaban de vuelta al pelinegro. Jungkook había tenido el valor de entrar a su casa, gritarle, quedarse para cenar y rechazar su comida. Pero por alguna extraña razón, no le importaba.

No comprendía a Jungkook en lo más mínimo. El chico pelinegro tenía un trastorno por déficit de atención emocional, en otras palabras, era capaz de pasar de los sollozos a un animal salvaje en 0.2 segundos. En las conversaciones era muy común que Jimin lo hiciera enojar. Ahora era obvio que no era intencional. Simplemente sucedía.

Jimin sacó una pequeña libreta que había empezado a guardar. La había puesto bajo llave para que nadie la encontrara accidentalmente. Era sobre Jungkook. Claro que el pelinegro le quitaría la piel en vida si se enterara, pero ayudaba a Jimin a mantener la información que aprendía.

Jungkook.

-Lo ví a él y Jackson besándose. Aunque Jungkook dice que no lo ama. (Actualización) Jackson está enamorado de él pero Jungkook no.
- Disfruta el dolor.
- Se corta.
- Está convencido de que lastima a todos a su alrededor
.
- Es golpeado por su tío. Sospecho que su tía no es  tan agradable.
- Cree que mató a sus papás – mamá (5) al pedir un hermano, y papá (7) por distraerlo.
- Se fue a vivir con el hermano de su papá. Sus familiares no querían explicar su pasado.
- No son hermanos.
- No come. Vi sus costillas.
- Cuerpo cubierto de cicatrices.
- Es muy enojón y grita mucho.
- Le doy miedo :(


Eso era lo tenia en el cuaderno anotado. Jimin lo leyó bastantes veces, intentando encontrar si había algo más que se le hubiese olvidado y que le pudiera ayudar a comprender mejor al pelinegro. No. Nada. No había nada.

Suspirando, Jimin tomó un libro y se fue a sentar en el sillón donde Jungkook había dormido algunos días atrás. Se estiró un poco y abrió el libro en la página donde se había quedado.

Era un libro del Plano Astral. La idea de ser capaz de manipular las energías que podía ver era interesante para Jimin. No las energías como, poder controlar el poder de un foco, pero poder cambiar las emociones de alguien simplemente proyectando la energía de uno mismo.

Había empezado a buscar sobre eso cuando empezó a hablar con Jungkook por teléfono, desde antes de saber quién era. Jimin había buscado maneras de poder ayudar a alguien a distancia con algo más que palabras, una forma de hacer sentir a la persona, amada.

Jimin pasó los siguientes días y semanas intentando acostumbrarse a las cosas astrales. Leyó que podía viajar en el plano astral en forma de animal, así que escogió con el que más se relacionaba. Un gato calicó de casa. Prefería a los perros, pero el gato tenía más de su personalidad. Jimin se aseguraba de construir escudos astrales, para que nadie pudiera intentar lastimarle. Hasta había practicado el viajar, usando a Yoongi, claro, como su ratón de laboratorio.

Estaba ahora completamente seguro de sí mismo que se atrevió a buscar a Jungkook. Jimin tenía este sentimiento en el fondo de su estómago que aunque Suny dijera que Lou comprendería por qué Jungkook falto a la cena, esto no iba a pasar. No estaba seguro si Jungkook obtendría otra oportunidad de llamarle a las tres de la mañana, pero necesitaba asegurarle a Jungkook que estaría ahí para él, de una forma u otra. Solo esperaba que Jungkook estuviera abierto a esto.

Se acurrucó en el sillón, relajándose lo más que podía antes de cerrar los ojos, dejándose perder en el plano, en búsqueda de Jungkook.

Mientras tanto, en la casa de los Jeon, Jackson estaba llorando. Estaba en uno de esos momentos donde uno llega a sentir muchas emociones intensas, las cuales salían se desfogaban en forma líquida por sus ojos. Jungkook, que aún no llegaba a su casa, no tenía ni la más mínima idea.

—¡Mamá! –El hermano mayor gritó antes de entrar donde su madre se encontraba limpiando la mesa.

—¿Qué sucede bebé? ¿Por qué estás llorando?

—Es que... encontré algo... en el cuarto de Jungkook.

Lou frunció el ceño. Ese niño estaba de mal en peor este día. Primero, faltó para cenar y ahora estaba haciendo llorar a Jackson... y eso aún no incluía lo que Jackson había encontrado en su habitación.

La mujer siguió a su hijo hacia el cuarto del otro chico. Sobre la cama había un par de zapatillas que nunca habían visto antes. Y estos ciertamente no le pertenecían a Jungkook, lo cual solamente podían significar algo...

—Jackson, bebé, ¿De quién son esos tenis?

—¡No lo sé! Tal vez... ¿Tal vez Jungkook trae alguien para acostarse con él? —Soltó Jackson, sabiendo que esas zapatillas solo podían ser de hombre. Nunca se había sentido tan engañado. No se había dado cuenta como su madre tomó un gesto más molesto, pues él estaba ocupado en su propio dolor—.Lo amo mamá.

—Sé que lo amas.

—No. Quiero decir... Lo amo. Él es mío. Y este... sale a hacer idiotez y media... —Jackson volvió a llorar con furia. Sus mejillas estaban sonrojadas llenas de coraje. Él sabía que Jungkook lo amaba, pero Jackson quería más y por qué Jungkook se lo permitia y le buscaba sin ser forzado, estaba convencido de que Jungkook le amaba de la misma forma.

Por otro lado Lou se asombró ante la confesión de su hijo. No tanto, pues, después de todo ella se fijaba mucho en su hijo y podía leerlo como un libro. Se había dado cuenta de las miradas que Jackson le daba, notaba los sonidos que sucedían cuando pensaban que estaban solos. Al principio le asustaba y quería hablarlo con su hijo, pero al verlo tan emotivo y feliz, no pudo hacer nada más que aceptarlo poco a poco. Pero lo único que le seguía molestando era el hecho de que era Jungkook. Ella odiaba a ese niño bastardo. Y lo odiaba aún más sabiendo que había engañado a su hijo. Hizo llorar a su ángel. No le importaba que fueran lágrimas de enojo, lágrimas son lágrimas.

Con su firme rostro, ella salió a buscar a su esposo. Sabía que Jisung no estaría nada a gusto con las noticias, pero si al menos lograba de alguna forma de usarlo a su favor, él estaría más que dispuesto. Sabía que él disfrutaba lastimar a Jungkook, y ahora tenía una completa y nueva razón.

Jungkook había tomado el camino más largo a casa, lo que fuera para hacer su llegada más tarde a casa. Intentó introducirse sin ser notado, pero esto no sucedió como lo había planeado.

Cuando se escabulló en su habitación se encontró frente a frente con Jackson. Los ojos del hermano mayor estaban rojos de tantas lágrimas derramadas, llenas de odio. En su mano sostenía la zapatilla izquierda de Jimin, la otra estaba sobre la cama.

—Vine aquí a buscar la película que vimos mientras estábamos juntos. Cuando hicimos el amor mientras la veíamos... y en vez de eso encontré esto. ¿Quién es él, Jungkook?

—Nadie.

—Eso es pura mierda, Jungkook. Todos nosotros lo sabemos —Una voz ardida sonó desde el marco de la puerta.

Jungkook tragó saliva. Su padre.

Jimin fue el primer nombre que vino a su cabeza, pues eran sus tennis, pero Jungkook no podía decirlo. Era su oportunidad de salvar a alguien de ser lastimado. Bueno, alguien saldría lastimado, pero estaba determinado a que no lastimarían a la única persona que estaba intentando salvarlo.

—Yoongi

Era cercano a Jimin, pero Jungkook esperaba que fuera lo suficientemente diferente para salvar a Jungkook. Jungkook podía imaginar perfectamente bien a Jisung  golpeando a Jimin de la misma forma que lo golpeaba... golpeando y dañando esos ojos color avellana.

—¿Yoongi? ¿Como "Suga" ? —preguntó Jackson con ojos enormes llenos de incredulidad. Jungkook asintió, mirando a su hermano. El rostro de Jackson cayó, completamente dolido. Se levantó y empujó a Jungkook antes de pasar entre sus padres. Encerrándose en su habitación, con música a todo volumen. La música bloqueaba los sonidos de los golpes así como los objetos siendo arrojados.

+++

Jimin no estaba seguro de cómo encontró a Jungkook en el plano astral, pero sabía que lo había hecho. Podía sentir al chico pelinegro acurrucándose sobre él. Jimin amarró sus brazos fuertemente a su cuerpo, imaginando que estaba abrazando a Jungkook. Haciendo esto, sintió más viva la presencia del pelinegro.

Jimin fue sacado de sus pensamientos cuando su celular sonó. Pocos segundos después contestó.

—Hey, ¿Suga?

—Hey Jimin. ¿Qué haces?

—Nada realmente. Solo jugando con el plano astral que te había dicho.

—Nunca llamaste.

—¡Mierda! Es verdad, se suponía que te iba a marcar cuando Jungkook se fuera. Lo siento. Es que se quedó a cenar y todo, por eso.

—Es un maldito pedante.

—Lo sé, lo lamento. Puede ser un poco grosero. Solo tienes que conocerlo mejor. No es tan malo como parece.

—Si lo dices tú.

—Sí, lo digo yo. Ahora, ¿Qué quieres?

—Molestarte. ¿Qué más?

Jimin rió —Ya quisieras.

—TÚ ya quisieras.

La conversación siguió así por un rato hasta que se le olvidó al rubio platinado que quería ayuda con el teorema de Pitágoras. Pero la diversión terminó cuando el celular naranja de Jimin empezó a sonar.

—Me tengo que ir, Suga.

Sin esperar una respuesta, Jimin cortó la llamada y se dirigió a su pequeño aparato electrónico.

—¿...Si?

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