Capitulo 36

111 16 21
                                    

[Mark]


Tenía frío. Notaba las sábanas escurriéndose por mi cuerpo desnudo con lentitud y me estremecí, muerto de frío. Encogí el cuerpo y palpé la cama en busca de algo con lo que taparme justo en el momento en el que las sábanas cayeron al suelo y quedé expuesto a plena luz del día en una habitación que no era la mía.

Me levanté enseguida, somnoliento aún y con el vello de punta. La ventana estaba abierta. Miré el reloj digital que había sobre el escritorio. Las cinco y media... de la tarde.

—¡Mierda! —pegué un salto y salí de la cama, buscando mi ropa por la habitación, alterado. ¿Dónde estaba Yukhei? ¿Y si me había dejado solo y desnudo en esa mansión? ¿Y si había venido alguien? Peor... ¿Y si su padre, ese pez gordo del gobierno chino, había vuelto y me pillaba en la cama de su hijo después de hacerlo? Si fuera una chica todavía ,pero... no creía que se lo tomara demasiado bien, porque sí... Yukhei, es decir, Lucas y yo... lo habíamos hecho. Habíamos follado, echado un polvo, nos habíamos acostado, daba igual como lo dijera, seguía sonando igual de mal y poco creíble. Había dejado que Lucas... o Yukhei, como me había pedido que le llamara, me penetrara. Él, que había sido el puto demonio de mi infancia. Lo cierto es que me lo había esperado diferente. Había esperado que me hiciera daño, que se burlara, que todo fuera una broma y de repente salieran sus colegas del armario haciendo fotos a diestro y siniestro llamándome maricón... pero no había sido así.

Yukhei había sido bueno... y yo había disfrutado tanto con él.

Encontré la prenda blanca encima de la cama, esperándome. Y como no encontraba mi ropa, me lo puse.Enseguida me di cuenta de que nadie vendría y no había señales del señorito, así que decidí salir por mi propio pie de la enorme habitación y empezar a buscar por la casa. Tal vez Yukhei había tenido algún problema, yo solo pedía que no me hubiera dejado tirado.

Mientras recorría los largos pasillos y abría puertas con cautela y sigilo buscando una cara conocida o, al menos, una cara, empecé a darle vueltas a la cabeza. ¿Qué me traería de bueno lo que había hecho? O mejor dicho, ¿Qué me traería de malo? Tal vez debía dejar de pensar en las relaciones sexuales como si fueran algo solo propio de una pareja. Yo había sido lo que había sido para Yukhei, y él había sido exactamente lo mismo para mí y así se quedaría la cosa, como un secreto guardado al fondo de nuestra memoria y todo sería como siempre. No sabia si sentirme aliviado por ello, la verdad.

Dudaba que... pudiera mantener una relación seria después de lo que John había significado para mí... por muy bueno que Yukhei fuera conmigo...

—¿Lucas? —por fin encontré la puerta que daba al enorme salón. Me asomé y ahí lo vi, sentado en una silla frente al ordenador portátil que me daba la espalda, mirando fijamente la pantalla con los ojos entrecerrados. La mesa estaba llena de comida y bebida. Los platos que habían a su lado estaban medio vacíos. Los otros no estaban ni empezados. Desnudo de cintura para arriba, el sol que entraba por la ventana parecía reflejarse sobre la forma de su morena musculatura.

—Mark... pasa. —ni siquiera me miró cuando me pidió que entrara. Lo hice y sin saber porque, cerré la puerta a mis espaldas y caminé de puntillas hasta la mesa, sentándome en la silla que había en frente suya. —Ya era hora. Ni dándote un beso de amor te has despertado, bello durmiente. —sonreí.

—¿Beso de amor? —no me di cuenta de que llevaba gafas hasta que se las quitó y las dejó sobre la mesa, pestañeando molesto. —No sabía que usabas gafas.

—Sí, bueno... la miopía es un asco. Come lo que quieras. Es para ti. —miré la incontable cantidad de platos que había sobre la mesa y la mayoría, de alimentos que no conocía. Pescado, carne, ¿Magdalenas? ¿Langostinos?. Lucas se rió. —Es la sirvienta. Se empeña en servirme cosas así y a ti se te ha acumulado el desayuno con la comida del mediodía y si no te das prisa, también la cena. —tragué saliva y empecé a comer. No tenía mucha hambre, pero había tanta comida que me daba vergüenza dejarlo ahí todo.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora