Capitulo 27

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[Mark]


El labio inferior empezó a temblarme violentamente mientras me revolvía bajo su cuerpo, situándome boca arriba con el ceño fruncido y los ojos aún húmedos. ¿Quién se creía que era para hacer una observación así?

—¿Por qué no lo dejas Mark? —alcé una ceja. Una diminuta sonrisa torcida apareció en mi boca.

—¿Dejarlo? ¿Es que acaso tienes alguna propuesta? —se rió.

—Exacto. Yo sería mucho mejor amante que él —puse los ojos en blanco. Me hubiera reído de no ser porque me veía incapaz de hacer más esfuerzos a parte de no quererme mover mucho en la cama para no vomitar.

—No me hagas reír.

—No quiero hacerlo. Te lo digo muy en serio.

—Vale, el problema es precisamente ese... —nos observamos en silencio por un escaso periodo de tiempo, el suficiente como para saber que la persona que tenía encima de mí no causaba nada en mi. No teniendo a Johnny al otro lado de la puerta. —Tú no eres él. —Lucas soltó una molesta risita.

—Yo no soy quien te ha puesto los cuernos hoy. —apreté los puños con fuerza, reprimiendo lágrimas incontenibles sin apartar la mirada amenazante de la suya.

De repente, Lucas se inclinó sobre mí. Abrí los ojos de par en par, observándolo en silencio, sin saber que decir. Entreabrió los labios, ¿Pero que demonios hacía? Se me aceleró el corazón pero no sabía bien por qué. Era guapísimo, no podía negarlo. Lucas era de esa clase de chicos que tanto gustaban a las adolescentes que se morían por ellos y este pasaba de ellas, quizás utilizándolas vagamente para desahogar sus necesidades de vez en cuando.
Levanté el brazo para apartarlo de mí en un brusco movimiento, pero o mis reflejos eran muy lentos y estaba demasiado flojo o él muy rápido y bruto, agarrándome la mano y aplastándola sobre el colchón de inmediato, haciendo exactamente lo mismo con la otra.

Me había empezando a sentir inquieto y nervioso por su cercanía y contra todo pronóstico, pegó sus labios a los míos durante unos escasos segundos que me dejaron totalmente paralizado. Nos miramos de nuevo. Él parecía calmado. Retiraba lo dicho. Lucas no se parecía en nada a Johnny.

Lucas volvió a inclinarse sobre mí. Estuve a punto de detenerlo pero en lugar de eso, una palabra salió de mis labios de manera instantánea. Un pensamiento fugaz que tuvo que escapar.

—John —dije al ver que era incapaz de moverme. —¡Johnny! —grité con las pocas fuerzas que tenía en los pulmones repletos de los efectos del cargado ponche, como el resto de mi cuerpo.

—Empezaba a pensar que nunca ibas a decir mi nombre. —Lucas se puso rígido sobre mí. Abrí los ojos y mi cabeza se giró rápidamente a la derecha, junto con la mirada del rubio que tenía encima.

Johnny estaba allí. Los brazos cruzados sobre el pecho desnudo, los ojos entrecerrados, los labios entreabiertos, la cabeza ladeada, imponente, observándonos con la mirada resplandeciente. La puerta abierta de par en par y un alivio enorme recorriendo mi cuerpo a la vez que me preguntaba cuanto tiempo llevaba allí observando la pésima escena. Lucas se detuvo de inmediato, con el miedo plasmado en la cara.

—Sigue —le dijo Johnny con voz profunda pero obviamente, Lucas no se movió un centímetro. —Vamos, sigue, no te detengas. Fóllatelo delante de mí, pero si lo haces ten en cuenta que el nene es muy llorón. Tienes que hacerlo bien o se quejará agudamente —vi claramente como mi archienemigo empezaba a sudar en frío y se levantaba de encima de mí muy lentamente, dejándome tumbado sobre la cama de matrimonio respirando entre jadeos. Johnny clavó la vista en mí, evaluándome con los ojos, pero no hizo amago alguno de acercarse a mi cuerpo flácido y tembloroso. —¿Te ha asustado? —sólo pude responder con un montón de jadeos ahogados antes de que se volviera de nuevo hacía Lucas totalmente tranquilo, pero mirada de animal salvaje, de carnívoro hambriento frente a una manada de inocentes criaturas fáciles de cazar. —¿Lo ves? Lo has asustado y es eso que tiene en los brazos... ¿Rasguños? No sólo tienes la mala educación jugar con lo mío, sino que además lo dañas. —dio un paso hacía delante. Lucas retrocedió.
De repente se empezaron a oír voces curiosas. Oí la voz de varias personas gritar, entre algunas de ellas estaban las voces agudas de las chicas dando grititos consternados.

—¡Oh Dios mío! —oí claramente afuera y pude captar algún que otro sollozo. La gente empezó a asomarse por la puerta de la habitación. Algunos me miraron a mí, intentando incorporarme en la cama. Luego se fijaron en Johnny y Lucas, abriendo los ojos como platos.

—¿Quién te has creído para tocarlo? No, no, tengo una mejor. ¿Cómo mierda tienes los huevos de venir y acercarte a menos de cinco metros después de todo aquel rollo de hace unos meses? Deberías temblar con sólo imaginártelo. No sé si eres valiente o rematadamente idiota. —le metió un empujón brusco que lo hizo retroceder más. Lucas frunció el ceño. Conocía esa mirada. Conocía la mirada de los dos. Irritación, furia, pelea y después, alguna desgracia. Lucas apretó los dientes.

—John... —murmuré. Conocía demasiado bien lo que venía a continuación tras esa expresión de perro rabioso. Johnny ni me miró. Negó con la cabeza al ver como Lucas parecía que iba a explotar.

—Venga, muévete, haz algo, no puedes ser tan patético si tienes fama de maldito rompe huesos —le dijo burlándose. Lucas gruñó. Johnny soltó una risita maliciosa e inesperadamente Lucas reaccionó. Alzó el puño. Observé boquiabierto como Johnny sonreía antes de que los nudillos chocaran contra su cara con un golpe estridente y seco. Cerré los ojos con fuerza como si quien hubiera recibido el golpe fuera yo y oí los gritos escandalizados de las personas asomadas a la puerta.

De repente, se hizo un gran silencio. Abrí los ojos con lentitud, temiendo lo que fuera a encontrarme. Johnny había doblado las rodillas, no había hecho mayor movimiento que ese. Ni había vuelto la cara, ni había retrocedido, sólo había doblado su cuerpo un poco, lo suficiente como para aguantar la presión del golpe. Lucas si dio un paso adelante, preparándose. Johnny abrió la boca, hizo un gesto moviéndola. La mandíbula le crujió y volvió a su posición, dejándome ver un hilo rojo de sangre que descendió por su labio inferior abierto hasta la barbilla.

—Ahora si hablamos el mismo idioma. —un rápido y fuerte golpe, monstruoso y certero en el pómulo derecho. Le dio con los nudillos, un golpe, dos, tres... y Lucas acabó chocando brutalmente contra la ventana de cristal que estaba a tres metros de su posición inicial. La ventana se hizo añicos y él cayó al suelo boca abajo. Millones de cristales diminutos le cayeron encima como una lluvia de pequeñas gotas afiladas.

Johnny sonrió y tras unos segundos esperando para ver si Lucas se levantaba o no, se volvió, dándole la espalda, no se iba a mover. Todo el mundo se echó hacía atrás, observando en silencio cuando Johnny caminó hasta mí. Miré de reojo a Lucas. Miré a las personas con rostro blanco repleto de sorpresa y terror. Miré a Johnny. Me sentí raro, quizás por el alcohol amenazando con salir disparado de mi boca o por como la habitación se movía violentamente a mí alrededor. Pero la verdad, lo que me tenía perturbado era ver como todo el mundo temblaba ante la mirada de Johnny y yo no. Simplemente, no tenía miedo, no me sentía intimidado, ni un poco. La costumbre quizás...

—Joder, John... —murmuré, intentando levantarme y mareándome al instante, sintiendo el estómago trepar por mi garganta, a punto de devolver la cena. Me tapé la boca con las manos, reprimiendo el vomito. Johnny se inclinó hacía delante, haciendo amago de ayudarme cuando de repente se escuchó el  ruido de los cristales hacerse aún más pequeños contra el suelo. Lucas se empezaba a levantar lentamente. Johnny enseguida cambió de dirección y dio un paso al frente, con el ceño de nuevo fruncido.
Todos empezaron a soltar gemidos de preocupación pero ninguno tuvo la iniciativa de intentar detener la pelea. Sólo yo me levanté torpemente y prácticamente me arrastré hasta rodear con los brazos la cintura de Johnny, deteniendo su avance.

—Suéltame. —dijo. Negué con la cabeza. —Mark...

—Déjalo. Llévame a casa, por favor... quiero salir de aquí. —me dio una arcada. Me reprimí como pude tosiendo, dejé la cabeza apoyada en su espalda desnuda unos segundos, sin soltarlo. Johnny se movió y antes de que pudiera decir nada, ya tenía sus brazos aprisionándome fuertemente el cuerpo y alzándome del suelo, cargando por completo conmigo. Me colgó al hombro como un saco de patatas.





























;-;

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora