Capitulo 18

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[Mark]


—Todo esto será un bonito recuerdo...

—¿Recuerdo? —susurré. Notaba una sonrisa bobalicona plasmada en mi cara, igual de estúpida que la suya.

—Ah, si, ¿No te lo ha dicho tu madre? —negué con la cabeza, tampoco es que en esos momentos me importaran mucho las palabras de mi madre. Me esperaba cualquier tontería, cualquier estupidez...

—Mañana vuelvo a Chicago.

Cualquier cosa menos eso.

La sonrisa se esfumó de mi cara tan pronto como había aparecido. Me quedé mudo, paralizado durante unos segundos mientras un extraño parásito se revolvía entre mis tripas con fiereza, gritándome, exigiéndome atención, instalándose en mi cuerpo como si fuera suyo, golpeándome desde dentro con bestiales latigazos.

Me aparté de Johnny, levantándome de la cama y retrocediendo.

—¿Te vas? —murmuré. Johnny se sentó en la cama, mirándome con una ceja alzada.

—¿Y esa cara?

—¿¡Te vas!? —el grito me salió desde lo más profundo. Me sentía furioso y no pensaba ponerme a intentar averiguar porque. Lo estaba. —¡Ah! ¡Así que esto fue el polvo de despedida! ¡Genial! —agarré mis boxers y me los puse con rapidez. Johnny se me quedó mirando mientras recogía mi ropa y le pegaba patadas a la suya. —¡Pues vete, lárgate! —le grité, abriendo la puerta de su habitación dispuesto a irme y pegar un portazo que tirara la casa abajo.

—¿A que viene todo esto? —la tranquilidad con la que me pidió explicaciones y se ponía los boxers me irritó aún más.

—¡Me lo dices ahora, me dices que te vas precisamente ahora!

—¿Y cuando se suponía que tenía que decírtelo? ¿Preferías que me fuera sin decir nada?

—¡Prefería que me lo dijeras antes de acostarme contigo de nuevo! ¡Antes, John, antes! —nos quedamos mirando fijamente, en silencio, con seriedad, hasta que el muy imbécil se puso a reír de nuevo, como si tuviera toda la gracia del mundo.

Salí de su habitación y bajé las escaleras descalzo, casi desnudo y murmurando maldiciones entre dientes. Sus pasos retumbaron detrás de mí y volteé, al principio de las escaleras, alzando una mano en señal de advertencia.

—¡No me sigas! —Johnny se detuvo, mirándome.

—¿Qué mierda te pasa, bebe?

—¡Vuelve a llamarme bebe y te reviento la cara! —él ladeó la cabeza, sonriendo con burla. —¡Te vas! ¡Eso me pasa! ¡Te vas cuando dentro de dos días es Navidad!

—¿Qué tiene que ver Navidad en esto?

—Lo estaba planeando todo para Navidad, mierda... —frunció el ceño, con expresión de extrañeza.

—¿Planearlo todo? ¿Te refieres a una cena romántica a la luz de la luna o alguna cursilería de esas?

—¡Si! ¡No, eso no!

—¡Oh, bebe! ¡Me voy a poner a llorar! —gritó con una sonrisita irónica y tono falsamente dramático. Me dieron ganas de pegarle un puñetazo.

—¡Eres un maldito imbecil y te odio!

—¡Pues yo a ti te quiero, estoy enamoradísimo de ti!

—¡Deja de burlarte! —me estaba volviendo loco con tanta estúpida burla.

—¡Te quiero Mark, te adoro bebe!

—¡Sólo quería pasar Navidad contigo! —por un momento, se quedó callado.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora