Capitulo 3

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[Mark]

Abrí los ojos humedecidos y noté como me soltaba poco a poco sobre los asientos, de nuevo, despacio, sin salir de mí. Nuestros suspiros ahogados eran el único sonido que rompía el absoluto silencio que se hizo entre nosotros, intentando recuperar el aliento. Sentía mi cuerpo empapado en sudor, el suyo en pleno contacto con el mío.

Estaba húmedo. No me importaba.

Se me cerraban los ojos, embriagado por el ambiente que me rodeaba y los brazos que me protegían. Pensé que él se habría quedado dormido con la cabeza sobre mi pecho al sentirle totalmente quieto y cerré los ojos. Su mano me apartó varios mechones de pelo pegados a mi cara por el sudor. Sus labios me besaron el cuello.

—¿Quieres dormir conmigo lo que queda de noche?

—Hum —se rió.

—Te llevaré a casa.—se apartó de mí. Entreabrí los ojos. Protesté con un gruñido y alcé los brazos, esperando que se tirara sobre mí de nuevo. —tu hermano aparecerá hoy.

—Me quieres echar.

—Quiero dormir.—me senté enseguida.

—Lo siento. —cogí mi ropa con la mano y sentí una ligera presión en el pecho con el movimiento. —Perdona —murmuré. Me acababa de dar cuenta de mi estúpido comportamiento y me sentí humillado.—Me he tomado demasiadas confianzas —demasiadas para un simple rollo de sexo.

Empecé a ponerme los boxer y los pantalones rápidamente. Sentí la urgencia de salir corriendo en ese instante. Tenía ganas de llorar.

—¿Sabes una cosa? —él también se vestía, más lentamente, observándome con esa sonrisa de chico malo que me ponía el vello de punta —Me gustaría estar más tiempo contigo, aunque no lo parezca. He disfrutado mucho. —bajé la cabeza, poniéndome la camiseta. Estaba avergonzado. Me agarró un mechón de pelo y se lo llevó a los labios —He pasado muchas noches y esta ha sido la más especial.—tragué saliva.

Me soltó el pelo, apartándomelo de la cara, situándolo en su lugar y salió del coche. Se sentó en el asiento del conductor y me miró a través del espejo retrovisor.

—¿No vienes? Te llevaré a casa, necesito que me guíes.












—¡Mark! ¿Se puede saber dónde estás? ¡Hemos estado llamándote toda el rato! —tuve que apartarme el móvil del oído para que los gritos de Haechan no me reventaran el tímpano. Hice una mueca de disgusto oyendo el eco de su voz a través del aparato sin acercármelo de nuevo y suspiré con los ojos en blanco, esperando pacientemente a que terminara el sermón para poder articular palabra.

—Hae, calla.

—¡Estábamos preocupados! Jeno dijo que te habías ido. ¿Dónde coño estás?

—Em... estoy de camino a casa. —miré a través de la ventanilla, abierta. El aire me refrescaba un poco las ideas y la mente. Lo necesitaba.

—¿A tu casa? ¿Pero por qué no nos has esperado, por qué no nos dijiste nada?

—Porque estaban ocupados y a mí me dejaron solo. Por eso.

—Mark...—hizo una pausa y suspiró— Lo siento amigo ¿Dónde estás? Iremos a buscarte.

—No hace falta. Ya me llevan a casa. —le miré de reojo, concentrado en la carretera, pero sabía que estaba escuchando. No se porque, lo sabía.

—¿Te llevan a casa? ¿Quién?

—Pues...

—Jeno quiere hablar contigo.—tragué saliva.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora