Capitulo 40

140 13 2
                                    

[Johnny]


—Me voy a casa. —sólo quería volver, tumbarme en la cama, taparme con la sábanas hasta arriba y no salir de allí hasta dentro de un par de días. Durmiendo, bebiendo, fumando, haciéndome pajas, pensando en Mark... me daba igual. Sólo quería encerrarme en mi infierno personal y no salir de allí.

—¡Espera, espera, espera! —Jeffrey se puso entre la puerta de salida y yo. — ¡John! Tú... ¡Me importas! —puse los ojos en blanco.

—¿Y?

—Y te quiero. Mucho...

—Joder. ¡Esto es ridículo! —lo aparté sin cuidado alguno, pasando de él y volviendo a seguir el camino hacía la salida de aquel club. Definitivamente, la última confesión me había reventado.

—¡No es ridículo! ¡Me gustas desde que éramos niños! ¡Estoy enamorado de ti! —me gritó y sentí vergüenza ajena.

—¿Qué mierda sabes tú de amor? ¡Y no me contestes, no quiero saberlo! —el muy idiota me seguía.

—Vale, lo entiendo, entiendo que yo no te guste y... sé que estás loco por ese tal Mark, pero... —salí por fin a la calle y me giré, lanzándole una mirada asesina.

—No estoy loco por nadie... ¡Y no hables de Mark, joder!

—Después de quince años de amistad, creo que me merezco alguna respuesta.

—¿Me amas? Tú no sabes lo que es eso. —la mirada de Jeffrey me recordaba a las miradas de los vendedores ambulantes. No me dejaría en paz hasta que no le dijera lo que quería oír. —Te considero un gran amigo... ¿no tienes suficiente con eso?

—Sabes que no. —desencajé la mandíbula, estaba hasta los huevos.

—¿Tendrás suficiente con un polvo?

—No.

—Lo tomas o lo dejas. Uno... solo uno y punto. Decide. —Jeffrey tragó saliva.

—¿Y después qué?

—Pues tendrás que conformarte con pensar en mí en silencio. Mejor eso a nada, ¿no? —él bajó la cabeza, clavando la vista en la acera. Se toqueteó el pelo castaño, pensativo. —Pues piénsalo... pero no te me acerques hasta que te decidas y después, no quiero oír ni una palabra sobre amor en lo referido a mí. —pronuncié la palabra amor con desdén, sintiendo una aversión tan grande con su simple mención, que tuve que escupir a un lado.

—Te quiero, Johnny. ¿Eso tampoco es suficiente para ti? O mejor dicho, ¿Soy yo o cualquier otro suficiente para ti?

—No. —me encogí de hombros, riéndome por lo estúpido de la pregunta. —¿No lo entiendes? Yo me basto por mí mismo. Soy autosuficiente.

—¿En serio? —preguntó, con un tono irónico que me cabreó. —Pues hace quince minutos, con mi lengua en tu garganta y esa cara necesitada, no lo parecías. —mi reacción fue curiosa. Por unos instantes, me debatí interiormente entre si pegarle una paliza o acabar con semejante estupidez y tirármelo de una vez. Por unos instantes volví a ver a Mark... o algo parecido a él. Era como tenerlo delante versión castaño, mas alto y musculoso, pero luego recordé que si de verdad fuera Mark, no estaría dudando tanto en llevarlo a la cama.

Así que, suspirando, cansado, harto... le di la espalda y seguí mi camino. Jeffrey empezó a seguir el mío otra vez, arrastrando los pies, detrás de mí, dónde siempre estaría, detrás... o debajo.

—Aquí hay algo extraño. No puede ser que seas un mujeriego cuando te vas a New York a pasar tiempo con tu hermano y tu madre y vuelvas tan diferente —mis llaves no encajaban en la puerta, o quizás fuera culpa de mi tembloroso pulso y las risas que me echaba escuchando las ocurrencias descabelladas de Jeffrey. —A ver, déjame adivinarlo... tú has follado con un tipo y te ha gustado.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora