Capitulo 20

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[Mark]


Sólo habían pasado dos días, sólo dos y cuanto había pensado en él, a cada segundo, a cada minuto, a cada hora, arreglándome para él, sólo para él. ¿Le había echado de menos? Hasta lo inimaginable, hasta llegar a dormir sólo escasas horas pensando en él, en Johnny, pensando en llamarle, en nuestras conversaciones, en nuestros besos, en nuestra manera de tocarnos, en la manera en la que me había poseído, con tanta fuerza. Había pensado mucho en eso y me había tocado, acariciado y masturbado con la foto que me había enviado por el móvil. Había gastado su nombre entre gemidos.

En sólo dos días. Ahora que lo tenía delante, me daba cuenta de cuanto había deseado que volviera.

Me acerqué un poco más lento. Johnny soltó esa risita divertida tan característica, acercándose el cigarrillo a la boca y dándole una calada rápida.

—Un poco más despacio y me convierto en un cubito de hielo. —bromeó y sorprendentemente, lo primero que hice en vez de tirarme a su boca fue apartar el cigarrillo de sus labios, llevándomelo a los míos, saboreando su sabor impregnado en ese filtro. Le di una calada profunda y le miré a los ojos, expulsando el humo en su rostro consumido por la sorpresa. —Vaya, así que el pequeño Mark también sabe hacer cosas malas y estúpidas.

—Me acosté contigo, ¿No es eso lo suficientemente malo y estúpido? —le di otra calada.

—Dos días sin vernos bebe, dos días y lo primero que haces cuando aparezco es robarme mi tabaco y ponerte a fumar. Ahora sí que soy un cubito de hielo. Que frío eres. Me esperaba algo más...

—¿Más...? —me agarró bruscamente del brazo, obligándome a alzar la mano frente a su cara con el cigarrillo entre mis dedos y le dio una última calada, sin apartar los ojos de mí, acariciando mi mano con sus labios. Me tembló el brazo entero cuando me quitó el cigarrillo de las manos y lo tiró, lejos, dejándose de rodeos, agarrándome de la cintura con sus manos y tirando de mí contra su cuerpo. Pegó su frente a la mía y yo me agarré firmemente a su espalda, pasando mis brazos por debajo de los suyos, pegándonos aún más.

—¿Me has echado de menos? —suspiré contra su boca. Mi aliento se mezclaba con el suyo mientras acariciaba su nariz con la mía melosamente.

—No, para nada. —un beso casto y suave, sin profundizar, totalmente limpio en los labios, para sentirlo, para asegurarme de que estaba frente a mí, abrazándome, haciendo desaparecer el intenso frío que se había apoderado de mi cuerpo hacía unos minutos. Me apoyó contra la puerta del auto, situándose entre mis piernas, sin despegar su frente de la mía, colando sus manos dentro de mi camisa, pasándolas por mi espalda.

—Y ahora es cuando el hielo se derrite... —me besó, rozándome el cuello con los labios. Reposé la cabeza contra el coche, dejándole total acceso a su lengua sobre mi piel, hacía rato que había dejado de sentir el piso bajo mis pies... — y se evapora... —la sentí sobre mi mejilla, buscando mi boca segundos antes de penetrar en ella, con ganas de mí, de mi lengua, de mi saliva, de mis labios, atrapándolos entre los suyos, presionando, lamiéndolos, moviéndolos sobre los míos lentamente, disfrutando del roce de su lengua con la mía dentro, haciendo un sonido húmedo cada vez que nos separábamos sin romper todo el contacto, volviendo a comernos, a devorarnos con muchas más ganas, abriendo la boca todo lo posible, dejándosela. Que la hiciera toda suya, como quisiera, de la forma más guarra y sucia que le pareciera, de la manera más bestia que le permitiera su lengua. Quería más...

—Abre el auto... —le pedí, soltando un suspiro contra su boca en cuanto dejó la mía libre. Johnny se empezó a reír de repente, con suavidad.

—Vale... pero tengo que confesarte algo. —me dio la vuelta suavemente, situándome frente a la puerta trasera, besándome la oreja, restregando su cara contra mi cuello mientras abría la puerta lentamente. Me quedé mirando la cestita que había en el asiento, cubierta de sábanas y mantitas azules y blancas, sin saber como tomarme aquello. Giré la cabeza, mirándole con el entrecejo fruncido, esperando una explicación de que era eso y que hacía allí. Johnny se rió. —Te traje un regalo.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora