Capitulo 8

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[Mark]


Sentí sus brazos rodear mi cintura y mi cabeza quedó apoyada en su hombro. Olisqueé el aroma de su sudadera.

—Johnny —murmure, con el cuerpo totalmente flojo. Notaba como él me sujetaba por la cintura para que no cayera de bruces sobre el suelo.

—Diría que tienes suerte de tenerme por hermano mayor —aún no era capaz de abrir los ojos, esta vez porque no quería. Me acurruqué mas entre sus brazos, notando como poco a poco, la fuerza iba volviendo a mi cuerpo.

—¿Qué ha pasado? —más o menos, me hacía una idea, pero no estaba seguro. En el momento crucial, todo se volvió negro.

—Te golpeaste la cabeza y por un momento pensé que habías muerto, pero no. Tienes una cabeza muy dura.

—¡Ah, mierda! ¿Qué es esto? —en ese momento noté que un bulto sobresalía de mi cabeza. Me dolía el solo rozarlo. Miré a un lado y a otro. Cubículos, azulejos, lavamanos. Estaba en uno de los baños de la universidad —¿Qué hacemos aquí? —pregunté, confundido. Johnny apoyó el cuerpo sobre uno de los lavamanos, cruzándose de brazos.

—Estabas inconsciente en mitad del pasillo.

—¿Qué te ha pasado en la boca? —John se llevó la mano a los labios, con expresión confusa. —Está hinchado —me acerqué, echándole un vistazo por encima más detenidamente. Llevé mis dedos hasta su labio, presionando ligeramente sobre el hinchazón. —Parece como si te hubieran pegado un puñetazo —Johnny sonrió de oreja a oreja.

—Lo han hecho —alcé una ceja.

—¿Quién?... Los que venían detrás de mí. Yukhei y los demás... —solté con tono despectivo. —¿Te has peleado con ellos por mí? —hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que eso significaba. El chino era fuerte. Yo había probado sus puños más de una vez y mis amigos también, sobretodo Haechan. —No tenías que haberte metido en medio.

—Tú estabas tirado en el suelo y se te iban a echar encima, ¿Qué otra cosa debía hacer? Tampoco es que fuera mucho problema. —le miré con la boca abierta.

—¿Quieres decir que pudiste con él? — Johnny se rió de tal manera, que más bien parecía burlarse. Me quedé de piedra. ¿Cómo era capaz de reírse de esa manera teniendo el labio roto, después de una pelea? Yo salía, casi siempre, arrastrándome, alguna vez hasta llorando. ¿Cómo podía él salir sonriente de una pelea?

De repente, se puso serio.

—¿Por qué no me has contestado los mensajes? —preguntó.

—Me han echado de clase por tu último mensaje. —vi como sus labios se curvaban y su pecho se hinchaba, como si estuviera conteniendo el oxígeno para no soltar una tremenda carcajada. —No le veo la gracia.

—Yo tampoco.

—¿De que te ríes entonces? —me agarró una mano súbitamente y tiró de mí. Al notar nuestros labios tan cerca, pensé que me besaría y cerré los ojos, ansioso, pero en vez de sentir su lengua penetrar en mi boca, su mano se hundió en mi pelo y tiró con fuerza.

—¿Qué haces? —murmuré. Mi hermano ni se inmutó, ni me soltó el pelo. Tiró con más fuerza de mí hacía atrás, provocándome un jadeo de dolor. Sentí su barbilla sobre mi hombro y su cuerpo enteramente pegado a mi espalda. Solo Dios sabía lo que vendría ahora.

—Te voy a dar mi primer consejo como hermano mayor. —me besó levemente la mejilla. Apreté las manos sobre el lavamanos, él me estaba mirando de una forma tan guarra, que me entraban ganas de gritarle que me empotrara contra el espejo y que me follara fuerte y, por la forma en la que se inclinó sobre mi cuerpo hacía delante, pegándose a mi trasero, pensé que no tardaría en hacerlo. Ladeé la cabeza hacía la suya levemente. —¿Qué haces? —preguntó, apoyando la frente en el lateral de mi cabeza. Su aliento chocó contra mi oído, suspirando, y le vi cerrar los ojos a través del espejo, tomando aire con la respiración entrecortada.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora