[Mark]
Estaba quejándome boca abajo, desnudo. Johnny y yo disfrutábamos de la comodidad del nuevo sillón de mi madre, de los que se abren y te dejan tumbado como si fuera una cama. Johnny fumaba demasiado, más o menos diez cigarrillos al día, pero de ahí no pasaba. Estaba medio adormilado, con los ojos cerrados sobre el sofá y casi desnudo, sólo con los boxers oscuros puestos, como siempre que no andaba mamá cerca.
—En algo tiene razón la puta.
—¿Qué? —soltó el humo del cigarro por la nariz, de lo más tranquilo.
—Quien domina es quien da, quien tiene la correa, quien recibe. Así que aquí domino yo. —me quedé con la boca abierta por la indignación. —Y tú eres el perro que lleva la correa. —se rió.
—John... ¿Sabes una cosa? Me das asco.
—Eso me ha dolido, bebe.
—¡Guau, guau! —probablemente me hubiera quedado dormido de no haber sido por los estruendorosos ladridos de Tommy a los pies del sillón. Alcé la cabeza, mirándolo desde mi posición con una ceja alzada. Johnny se revolvió un poco. —¡Grrr...! —gruñó y, frente a mi mirada atónita, clavó la mordida en la pierna de Johnny.
—¿¡Que mierda...!?
—¡Tommy! —pegué un salto y el cachorro se encogió, asustado. —¿Pero qué haces? —y salió disparado fuera del salón. Johnny encogió las piernas, rascándose la mordida con el ceño fruncido.
—Menos mal que aún no tiene dientes. ¿Qué mierda le pasa?
—No es la primera vez que lo hace —Tommy siempre se enrabietaba en esos momentos tan oportunos, mientras Johnny y yo lo hacíamos salvajemente en alguna parte de la casa. Solía gruñir mientras lo miraba fijamente. Cuanto más gritaba yo, más se le erizaba el pelo del lomo, pero nunca había llegado al extremo de morderle.
Me desperecé sobre el sillón, mientras Johnny le dirigía una mirada asesina a la puerta del salón, esperando que el cachorro apareciera para jugar a asustarlo y saliera con el rabo entre las patas de nuevo. Me reí. Me sentía halagado por la actitud defensiva de los dos por mi.
—Cree que me estás haciendo daño.
—¿Qué? —le acaricié los hombros desde mi posición, pasando mis dedos por su espalda suavemente, trazando una camino hasta el principio de esta. Johnny giró la cabeza, mirándome con una ceja alzada.
—Me oye gritar, me oye revolverme, me oye gemir y cree que me estás matando o algo así. Intenta defenderme. Es tan lindo...
—¿Lindo? Yo diría estúpido. —se tumbó a mi lado de nuevo, frente a mí, con los ojos entrecerrados. —Me ha mordido Mark.
—A ti nada te hace daño —me burlé. Él hizo una mueca con la cara, pretendiendo dar lastima sin dar resultado, sacándome una sonrisita boba mientras le miraba fijamente.
—Es culpa de tu complejo de puta.
—¿Qué?
—Es eso lo que pareces cuando estás a punto de correrte. Mi bebe con complejo de puta. —Abrí la boca, intentando no gritar.
"Oh John, siempre arruinas el momento feliz"
Se acercó más a mi, acariciándome la cintura con una mano. Cerró los ojos, tranquilo, y esa paz me hizo olvidar que me había llamado puta.
—Cuando viniste aquí parecías un delincuente, siempre tenso, siempre que salías a la calle mirando hacía todos lados, siempre alerta por si alguien se te tiraba encima de repente con un cuchillo en la mano. Ahora... —pasé un dedo por su mejilla, con una ternura que nunca en la vida había expresado hacía nadie... quizás a Lia... y de repente me arrepentía de haber compartido eso con ella. —Ahora eres diferente —Johnny sonrió.
—Nunca me había parado a pensar detenidamente en eso. Supongo que si lo hubiera llegado a pensar, hubiera llegado a la conclusión de que empeoraba con los años, jodiendo cada vez más a los que me rodean. —abrió los ojos de nuevo. Nos quedamos mirándonos fijamente, sin dejar de acariciarnos aunque sólo fuera con pequeños roces tiernos, e intenté comprender que era lo que había más allá de su mirada, algún sentimiento oculto que se me hubiera pasado desapercibido antes. Encontré algo parecido a melancolía y nostalgia, incluso algo de vergüenza en su mirada, recordando algo, algo que a juzgar por su ceño fruncido, no le gustaba nada. Un recuerdo molesto, me atrevería a decir que incluso doloroso para él y sus palabras no hicieron nada más que confirmar mis suposiciones y hacer que se me pusiera la piel de gallina por su macabro tono de voz. —Supongo que si muero ya no jodería a nadie, porque incluso nadie iría a mi funeral.
Sentí la necesidad de abrazarle fuertemente y decirle al oído que yo si estaría en su funeral. De hecho, estaría a su lado, enterrado en su misma caja de madera de roble a tres metros bajo el suelo.
—Johnny, yo... —se lo hubiera dicho de no ser por el inoportuno sonido del maldito teléfono que tenía que interrumpir justo en ese momento. Johnny se revolvió sobre el sillón y descolgó, llevándoselo al oído con expresión de nuevo indiferente, totalmente indiferente.
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Abrí el grifo del agua, esperando que pasara de fría a caliente rápidamente. Miré la hora en el reloj colgado de la pared frente al inodoro. Las once menos veinte. Por mucha prisa que nos diéramos, ya no íbamos a llegar a tiempo a la fiesta, así que me decidí. Puse el tapón en la tina para que el agua no se escapara y salí del baño, caminando con tranquilidad al salón. Me asomé por la puerta y lo vi allí, tumbado de nuevo en el sillón con los ojos entrecerrados y una gran sonrisa en la boca. Tommy estaba encima de él, en su estómago desnudo y jugueteaba con él haciéndole rabiar como un niño pequeño. Por un momento, me pareció un niño pequeño con esa sonrisa traviesa pero feliz iluminando su cara.
—¿Qué te ha dicho mamá? —apoyé la cabeza en el marco de la puerta con suavidad. Johnny me miró de reojo y volvió a clavar la mirada en Tommy, ensanchando la sonrisa todavía más.
—Ha dicho que seguramente no vendría esta noche y me ha preguntado que me parece Henry como padrastro. Le he dicho que eso no era de mi incumbencia y ella... ha dicho que era parte de la familia, de nuestra familia, que claro que me incumbe por que era su hijo... y ha dicho que está orgullosa de mí. —el cachorro se acurrucó en su pecho, dándole suaves pataditas en la cara con las patas delanteras, haciéndole reír con suavidad.
Definitivamente, Johnny estaba cambiando. Había empezado a respetar a mí madre, a respetar el ambiente familiar, a respetar a las personas que lo rodeaban y a acostumbrarse a la vida pacífica, tranquila y afectuosa con la que debería haber crecido. Era un gran paso, ahora era capaz de sentir. Con sólo verle sonreír, sentía un cúmulo de sensaciones cálidas envolverme cada poro de la piel.
Johnny estaba feliz porque mamá le había dicho que se sentía orgullosa de él. Era curioso como la sonrisa más malvada y lujuriosa del mundo podía cambiar y transformarse en esa preciosa sonrisa repleta de felicidad y dicha que le envolvía.
¿Por qué? ¿Acaso sólo yo era capaz de ver que era un ser humano a pesar de todas esas capas de odio y maldad que lo cubrían?
—John... —le llamé, dibujando circulitos en la pared con la yema de los dedos.
—¿Hum?
—¿Me vas a hacer el amor en la ducha? —desvió toda su atención de Tommy hacía mí, con asombro.
—¿Hacerte el amor? —me encogí de hombros.
—También se dice así, ¿no? —Johnny sonrió otra vez. Esta vez su rostro me pareció incluso más puro que el de un niño de cinco años y, sin añadir nada más, empecé a andar hacía el baño, dejando la puerta semiabierta mientras me introducía en la ducha y las gotitas de agua empezaban a recorrer mi cuerpo desnudo. No tardé ni cinco segundos en sentir otro cuerpo empapado cerrando sus brazos alrededor del mío y unos labios que conocía como si fueran otra parte más de mí me besaban el hombro suavemente.
Algún día, todo el mundo vería al Johnny que yo veía. Algún día...
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Cherries in the sky
FanfictionUn cuerpo, un bonito cuerpo con el que jugar, con el que experimentar, con el que arriesgarme, con el que disfrutar plenamente y todo lo que ello conlleva. Un cuerpo al que hacer sufrir... un cuerpo al que romper. Cualquier criatura bonita con cuerp...