Capitulo 41

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[Johnny]


Estaba completamente seguro de que era el mejor polvo que estaba echando en su vida. Jeffrey se moría de placer, se derretía, literalmente, entre sudor y gruñidos. Sobretodo, jadeaba y gimoteaba como un loco, agarrándose a mi espalda con las manos sudorosas. Tenía su cara a tres centímetros de la mía. Su aliento chocaba contra mi boca, que prácticamente disfrutaba del sabor amargo de sus labios magullados y el sudor. Su pelo estaba empapado, pegándosele el flequillo a la frente. Yo dejaba que sus brazos me rodearan el cuerpo, sintiendo sus músculos apretándome el cuello. Desde luego, era mucho más corpulento que Mark, pero apenas tendrían unos cuantos centímetros de diferencia en estatura. Y mientras él jadeaba y restregaba sus labios contra los míos, disfrutando mi sabor, yo disfrutaba del calor de su trasero presionándome por completo. Aprisionando mi miembro entre su estrechez.

Le oía jadear y morderse los labios intentando no decir nada entre gemidos. Me reí con suavidad. Apoyé mi frente contra la suya, suspirando, apoyándome en la cama para darme impulso hacía delante, para penetrarle con más fuerza, más efusividad.

Oh, no era Mark. Su trasero no tenía ni punto de comparación. No había comparación con el perfecto agujero de mi hermanito hecho especialmente para mí, pero... no estaba mal.

De repente, la voz de mi padre desde el salon me puso el vello de punta. Apreté las sábanas entre mis dedos y giré la cabeza, lanzándole una mirada asesina a la puerta.

—¡Es Mark al teléfono! —me gritó el viejo desde el otro lado de la puerta.

Apreté los dientes, aguantando el temblor de ira que me recorrió los brazos. ¡Maldito hijo de puta! Noté como Jeffrey se revolvía entre mis brazos, jadeando, alzándose sobre la cama y mirándome con los ojos entrecerrados.

No supe cuántos minutos pasaron exactamente, mi cabeza daba vueltas y tenía la mirada perdida. Mi mente volaba con los recuerdos de Mark, de su voz, su mirada su cuerpo bajo el mío.

—John... es importante... —murmuró mi viejo. Jeffrey suspiro pesadamente antes de intentar alejarse de mí, antes de intentar arruinar la penetración, de obligarme a salir de su cuerpo.

—¡No me interesa! ¡Estoy ocupado! ¡Cuelga! —grité tratando de controlar mi voz que salía más fuerte que de costumbre. —¿Jeffrey...? —murmuré.

Oí cómo ahogaba su respiración ocultando su rostro con el brazo, me separé de él rápidamente hasta que nuestros cuerpos dejaron de tocarse. Él me miro con la boca medio abierta, los labios magullados y brillantes intentando murmurar alguna palabra que no salía. Su mirada irradiaba enojo y entendí enseguida por qué... De repente mi voz se redujo a nada, incapaz de decir algo ante esa situación. Me senté enseguida en la cama, apoyando la espalda contra la pared, con la respiración entrecortada y el corazón bombeando alocado.

Miré a Jeffrey, que observaba el piso en silencio desde una esquina, con la cabeza gacha y los labios fruncidos.

—Jae... —el se vestía sin apartar la mirada del suelo.

—¿Qué quieres? —murmuró. —¿Vas a restregarme de nuevo que tienes un increíble chico que te espera en New York? ¿Qué tiene la suerte o desgracia de tenerte? ¿Vas a volver a seducirme para luego ignorarme y tratarme como basura en cuanto escuchas su nombre? —no me molesté en intentar analizar su tono de voz. Si Jeffrey fuera de los que lloran, lo estaría haciendo ahora mismo, en silencio, sin sollozar, simplemente dejando escapar un par de lágrimas silenciosas que ni siquiera serían visibles. Pero lo haría, lo sabía aunque me diera la espalda.

—No... en realidad tengo que pedirte perdón. —no pareció inmutarse, pero vi como sacudía la cabeza débilmente, incrédulo.

—¿Qué has dicho?

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora