Capitulo 39

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[Johnny]



—¡Ey! —Ten se nos colgó del cuello, acaparando toda la atención con su grito. —Esta semana nos vamos reventar el club que acaban de abrir al otro lado de la ciudad, ¿Te apuntas?

—No. Ya tengo planes.

—¿¡Al otro lado de la ciudad!? ¿No es un antro casi gay? —preguntó Sicheng. Parecía escandalizado. Ten le dirigió una mirada asesina.

—¿Pretendes llevarme a club de maricones?

—¡No! No es un club de maricones, es solo un club.

—No pienso ir a un antro de esos ni loco.

—Pues el otro día no parecía importarte tanto. —soltó Jeffrey distraído puse los ojos en blanco. Sicheng me miró con los ojos como platos y Ten se le quedó mirando con una ceja alzada, Jeffrey siguió mirando su móvil sin percatarse de lo mal que había sonado la frase que acababa de pronunciar. Sicheng sacudió la cabeza, aturdido.

—No sabía que también te gustaran los chicos, John.

—No me gustan. Estos maricas que se hacen ilusiones.

—No John, tu no eres mi tipo. Con lo grande que eres pobre al que le tocara cargar todo eso. —replicó el tailandés.

—Me da igual. He dicho que ya tengo planes.

—¿Sí? ¿Con quién, con las putas del barrio? —Jeffrey curvó una pequeña sonrisa.

—Eso no te importa.

—Claro que importa. Todo lo que tenga que ver contigo importa.

Y de repente, Ten me dio un beso en la mejilla. Me puse rígido al instante y Jeffrey soltó el aire con una mueca de disgusto en el rostro.

¡Estupido tailandés, le habría roto las piernas si no se hubiera esfumado volando en cuanto me baboseó la mejilla y me dio un lametón!

—Yo... yo creo que me voy ya. —murmuró Sicheng, traumado y no me extrañaba. Me limpié la mejilla con el brazo.

En el momento en el que todos se fueron y me quedé solo, suspiré y volví a alzar la cabeza hacía el cielo. Recordé aquella conversación de hacía meses, en Navidad, en la azotea en New York. Hacía menos frío que entonces. Pronto estaríamos en verano. También había un gran alboroto a mi izquierda, aquello era un callejón situado frente a un club, no una azotea ambientada para dar sensación de romanticismo. Pero la diferencia que se hacía más notable no era esa...

La diferencia mas notable era que Mark no estaba allí.

Y no sabía que era peor. Saberlo porque el espectro que tenía a mi lado, riéndose de mí macabramente, me recordaba demasiadas cosas que prefería olvidar... o porque por algún motivo muy jodido, quería que mi hermano estuviera conmigo en ese lugar putrefacto que era mi asquerosa vida.

Lo que veía en el cielo era luz. Pequeñas partículas de luz sobre el firmamento oscuro y una gran luna que irradiaba tanta luz que me cegaba. Las estrellas eran los casi inexistentes puntos de apoyo que me rodeaban en Chicago, Lana, Jeffrey, Nakamoto y Ten... pero eran tan pequeños y estaban tan lejos que apenas podía verlos.

"La Luna... la Luna era él"










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—¿Mark? —la sonrisa estúpida se me borró de la cara en cuanto oí su nombre. Jeffrey sonreía de oreja a oreja, regocijándose por dentro tras el descubrimiento.

Cherries in the skyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora