¿¡Quién se lo habrá dicho!? ¡Eso podría ser un arma más que peligrosa!
—¿C-como lo sabéis? —siguió más temblorosa, esperando una respuesta.
La mujer de años, colocó su bastón a su frente y reposó ambas manos en la empuñadura.
—No lo sabía a certeza, pero ese pasmado titubeo me lo acaba de confirmar. Y Catalina, asimismo más sabe el diablo por viejo que por diablo. Todavía se os puede contemplar a longitudes que irradiáis pureza... Pero vaya, vaya, aparte de arribista, impotente.
—¿Qué? —reaccionó de su desliz. Puede que aún no haya estado con ese hombre, pero de incapaz no le veo ni un tan solo pelo—. No, nana. Si no hemos consumado, no es porque él no pueda, sino porque... yo no he querido.
—¿Así que habéis faltado a vuestro deber y me habéis mentido con descaro a MI?
—Si... Pero no lo veías por favor de esa forma.
Su nana gimoteó fatigada.
—En otra circunstancia me hubiese enfadado mucho. Pero ahora veo la verdad y una bendita ocasión. ¡Podéis anularlo, mi niña!
—¿Anular el que? —por favor, que si no sea...
—¡Anular vuestro matrimonio! Ahora tenéis todo el poder para hacerlo, y dejar de fingir que lo toleráis o que os molesta que nos entrometamos. Sabemos que eso siempre habéis querido, pues hacedlo. Podéis acusarle de lo que queráis y enviarlo de regres...
—¿Pero qué estáis diciendo...?
¿Divorciarse, en serio? ¿Después de lo que ha conocido por si misma, lo que le faltaba, lo que sentía? JAMÁS. Puede que antes lo haya querido con todas sus fuerzas, pero ahora, pensar en un posible divorcio y perderle era signo de la más horripilante pesadilla.
—Que aquí no somos lame pies del papa, para que solo él os de el beneplácito de eso. Aquí vos sois la autoridad absoluta. Así que podéis anularlo. E igual no creo que se os opongan. Mas bien lo consentirían sin titubeo. Y si pensáis en el obstáculo, de que necesitáis una alianza poderosa como Dinamarca, sabed que podemos conseguir otra mucho mejor. Un mejor prospecto. O mejor aún, vos lo elegiríais ahora por propia cuenta y...
—¿¡En serio os estáis oyendo!? Aunque pueda, como me atrevería a hacer semejante bajeza. Por siglos, nunca ha habido un divorcio en mi familia. En la monarquía de Escocia. ¿Qué os hace pensar que yo si haría algo así?
—No penséis que es tan descabellado. No seríais la primera, ni la última en hacer tal y...
—No —se negó rotunda—. Yo... no quiero. Aparte de todo, yo no quiero anular nada. Jamás. ¿Oísteis? Jamás querré hacerlo.
Si para borrarle esa tonta y perniciosa posibilidad, tenía que revelarle sus verdaderos sentimientos, lo haría. Porque no dejaría que nada disolviese su unión.
—¿Qué decís? ¿Cómo que no queréis anularlo? Si vos nunca quisisteis des...
—Si —afirmó—. Yo no quería casarme. Nunca lo quise. Si lo hice fue solamente porque vosotros me obligasteis y me persuadisteis para que lo hiciera, por mi bien. Pero ahora ya lo estoy. Estoy casada. Y como dicen las sagradas escrituras; lo que Dios une, que no lo separe el hombre. Por lo que yo no lo haré, jamás. Y vosotros tampoco lo haréis, jamás. Así que esto no se discute más. Punto.
—Por el cielo, no os pongáis tan formalista.
La monarca rezó una vez más por paciencia.
—A veces, nana, la vida no nos da siempre lo que queremos, sino lo que necesitamos. Y puede que este sea el mejor de los ejemplos.
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Coronada en Gloria ©
Historical Fiction¿Qué hubiera sucedido si... María Estuardo en lugar de dar a luz a un varón, en realidad fue a una niña? Catalina Estuardo es la joven monarca de la Escocia de finales del siglo XVI. Una repentina noticia cambiará el rumbo de su zagala vida de tan s...