53. En el fin, está el comienzo I

139 8 3
                                    

—Si tan segura de vuestros sentimientos, ¿entonces por qué no sois un matrimonio de verdad? —sugestiva, deslizó un dedo por sobre la superficie en busca de polvo y conflicto—. ¿Por qué no han consumado ya?

Excelente pregunta.

Aunque venía siendo lo mismo que antes le mencionaron, y que seguía sin entender.

"Conste a lo de la vida es corta, a veces hay que lanzarnos sin más y... no sé qué más."

—¿Y es que acaso hay prisa de vida o muerte para ello? ¿¡Por qué debe ser algo de apuro!?

—Pues cuando uno quiere o ama de verdad a alguien, aparte de que no desea nada más, no espera absolutamente nada para estar junto a esa persona, y hasta sin importar la adversidad. Y aquí, no hay ninguna —Catalina quedó en silencio—. ¿Entonces? Ya que vos no queréis responder más, os lo digo yo. Es porque si tenéis dudas, y fuertes.

—No pretendáis saber lo que pienso...

Caminando despacio hasta acomodarse a su lado, la señora Little le acarició sus cabellos.

—Lo hago, como la persona que os conoce desde el momento en que nacisteis, reitero. Aunque no lo admitáis. Pero, hacéis más que bien en tener... dudas, porque en el fondo sabéis a la perfección, mi niña, que nada ocurrirá. Ni puede tan siquiera pues.

—Eso es lo creéis vos... —masculló a baja voz.

La señora Little suspiró más comprensiva.

—Si me mostré tan incrédula ante lo que dijisteis que sentíais, era porque nunca se me ha pasado por la mente. Ya que habéis sido siempre tan indiferente y cautelosa en ese asunto. Pero... he de reconocer que el matrimonio, hasta la sola idea del mismo, suele ser muy tentador para cualquiera, y más para una mujer tan joven como vos.

—¿Qué acaso vais a decirme ahora también que vos no quisisteis a vuestro esposo?

—No, claro que no. Yo si lo quise. Vos más que ya lo sabíais y más de lo que os podréis imaginar. Pero... nuestros casos son incomparables. Yo no era ninguna reina, y mi matrimonio no era ningún acuerdo de conveniencia política. Como bien sabéis que es este, y como más que nadie sabéis, que en uno así, jamás hay amor, real, de por medio.

—Pero eso pued... —fue interrumpida.

—Y en este, lastimosamente no será la excepción. Y si parece ser que lo es, solo será efímero y para nada en ambas partes. Porque no importa cuán cariñoso o palabras dulces os diga ahora él, eso no es real —si tan solo supiera que palabras dulces es lo menos que me dice, y lo de cariñoso casi igual—, ni durará, mientras no consiga sus objetivos. Y perdonad que repita lo mismo anterior, otra vez, pero es así. Así funcionan estos enlaces.

«La parte más débil siempre trata de igualars-someter a la más fuerte. A cualquier costo y forma. Y siempre para su propio provecho»

—E imaginad esto también —su nana continuó, puesto que la otra estaba ida y con los labios nuevamente sellados—. ¿Qué ocurrirá luego al ver rotundamente que nadie le acepta aquí y que vos tampoco le queréis dar lo que quiere, si es que no se lo cumplís tontamente antes? Se... cansara de vos, y empezara a faltaros el respeto; tanto político y con cuanta mujer quiera y se le cruce. Si es que no lo anda haciendo ya, escondiendo mujerzuelas por ahí a vuestras narices.

La joven tragó amargamente saliva. Ojalá y a Esmé no se le haya salido comentarle de "esa mujer" a la señora Little, porque si no... ¿O será posible que ellos sepan algo que ella tontamente todavía no se ha enterado?

Coronada en Gloria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora