No pude hacer otra cosa que sonreír frente a sus labios y esos ojos verdes que me miraban con ternura. Tras sus palabras estaba sobre una nube, me sentía levitar. Esto me parecía tan irreal que me costaba asimilar que fuera verdad y que estaba pasando al fin, la mujer de mis sueños me había besado y estaba a escasos centímetros de mi boca, sonriendo.
- Pues no te imaginas las ganas que tenía yo... -logré decir, acelerada, con el corazón a punto de salírseme del pecho.
Tenía un cúmulo de sensaciones en mi interior y miles de mariposas recorrían todo mi cuerpo, estaba tratando de no temblar de la emoción.
Su sonrisa se había hecho más grande tras mis palabras y volvió a besarme. Lo que me hacía sentir no podía describirse con palabras, mis actos ya decían más que mil palabras; la forma de mirarla, de sonreír involuntariamente cada vez que la veía y que me hablaba, cuando me quedaba sin palabras mirándola sin pestañear y, sobre todo, el amor que le demostré que sentía a través de ese beso, tan dulce y delicado, pero apasionado al mismo tiempo que expresaba las ganas que tenía de besarla y que confirmaban que mis palabras dichas segundos antes eran ciertas y que mis ganas de besarla y de estar con ella superaban cualquier otro sentimiento.
Quería quedarme así por el resto de mis días, junto a ella, teniéndola y ella teniéndome, besarla todos los días y demostrarle cuánto la quería cada día y hacerla sentir la mujer más feliz del mundo.
Nos separamos por falta de aire y al abrir los ojos lo primero que me encontré fueron sus ojos verdes y puedo asegurar que me habría perdido en ellos para toda la vida.
Yo estaba en un limbo mágico ante sus verdes ojos y su hermosa sonrisa. Había dado por perdida cualquier esperanza de estar con ella como en mi sueño. Pese a ser ella, las cosas no estaban tomando un mismo rumbo ni la misma velocidad, en la realidad había pasado más tiempo y sentía que se me acababa y con la falta de tiempo las oportunidades de hacer realidad mi sueño.
- ¿Quieres quedarte? -soltó de repente.
Me moría de ganas, ¿pero qué le diría a mi madre? ¿La verdad o mejor le mentía?
- Me encantaría, pero, ¿como me excuso? -dije preocupada.
- Di que te quedas con una amiga.
- ¿Y tu novio? -dije, acordándome de él.
Ella puso cara de sorpresa, como si no se acordara de que tenía uno.
-¿Vive contigo?
-Desgraciadamente, aunque hay veces que se queda con su madre. No sé qué tiene pensado hacer hoy.
-Pues que se quede con su madre -solté de golpe y sin pensar y ella se rio-. Perdona -dije para suavizar, no se me ocurrió nada más para solucionar mi borderia.
-Tranquila, siento lo mismo hacía él que hacia una mosca -dijo escupiendo las palabras con asco.
-¿Y por qué estás con él, entonces?
-No lo sé, la cotidianidad se ha hecho costumbre y me he acostumbrado a él, pero he de decir que cada día deseo más el dejarlo y que le den por culo -dijo y yo abrí los ojos como platos y ella también-. Perdona, pero es que me saca de quicio.
-No te preocupes, te entiendo -dije, tampoco es que entendiera mucho era más bien novata en el tema del amor.
-Y la verdad que conocerte me ha hecho ver que estoy siendo una tonta estando con alguien que no me hace sentir nada, cuando contigo puedo sentir mil cosas a la vez... -dijo mirándome fijamente y yo la besé.
Me dejó petrificada con sus palabras, pero me llegaron hasta lo más profundo de mi corazón y lo único que me dio por hacer como acto reflejo fue besarla. Este beso fue incluso mejor, sentí todo tipo de sentimiento, más que en los anteriores si podía ser posible, la besé lento y saboreando cada parte de sus labios, cada parte de esos tiernos y dulces labios sabor a pintalabios de cereza.
Comencé a tener más ganas de ella y ella de mí, ya que poco a poco fui sintiendo su lengua y cómo esta pedía paso a mi boca. Abrí los labios con delicadeza y dejé que recorriera mi boca con su lengua. Bajo ese profundo y delicado beso su lengua recorría mi boca y nuestras lenguas se rozaban provocando leves gemidos involuntarios en ambas. Su mano comenzó a bajar de mi cara por mis pechos rozándolos en el trayecto, acarició mi abdomen y las posó en mi culo finalmente, para luego apretarlo. Gemí más fuerte.
Nunca había hecho esto con nadie, pero sentía que ella era la indicada y que si tenía que desvirgarme en ese momento lo haría sin pensarlo. Mis manos que estaban posadas tímidamente en sus caderas las moví con cautela a su culo y se lo apreté también, entonces fue ella esta vez la que gimió y mordió mi labio.
Me sentía tan bien... tenía miles de sentimientos en mi interior. Es más, podría asegurar que si ya no lo estaba antes, me estaba enamorando profundamente de ella y, por su manera de besarme confirmé que ella sentía lo mismo por mí y su deseo era igual al mío.
Dejamos de besarnos y nos miramos a los ojos, en su mirada vi una de interrogación, con sus ojos me preguntaba si estaba segura y yo asentí levemente, ninguna de las dos podía articular palabra alguna, solo podíamos jadear agotadas por la falta de aire tras ese fogoso beso.
Entonces con una mano agarró la mía y la otra la posó en mi mejilla y volvió a besarme. Comenzó a guiarme hacia -supuse- su habitación. A paso dificultoso comenzamos a movernos, ella me guiaba y yo la seguía, ambas sin intención de separarnos.
Al llegar a la puerta de su habitación escuchamos que la puerta de la entrada estaba siendo abierta y nos separamos al segundo. Nos miramos y en ambas se podía ver el miedo en nuestros ojos: nos habían pillado.
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Holaa he vueltoo. No voy a ser mala, esta vez cuando llegue a los 70 votos subiré el siguiente, que ya lo tengo hecho.
Siento mucho la tardanza y esas cosas que se dicen. No, en serio, me sabe mal, pero no pude hacer otra cosa.
Sé que es corto, pero creo que es necesario dejarlo en este punto.
¿A que os he dejado con la intriga? Soy super malísima, chicas, qué vamos a hacerle, desaparezco y cuando vuelvo las dejo atrapadaaas JAJAJA.
Os quiero, votad y tendréis el siguiente ;).
¡Nos leemos!
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La profesora de mis sueños.
RomanceCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...