Segunda parte: Capítulo 2

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Todo era muy extraño, echaba de menos sus besos que nunca había tenido, los ratos compartidos que jamás habían sucedido. Todo de ella, esa imagen mental que tenía formada en mi cabeza. Una imagen mental falsa, imaginaria. Yo sola me estaba dañando, había creado inconscientemente una idea de alguien que ni siquiera conocía en mi cabeza.

No le había contado de esto a nadie, no quería que pensaran que estaba loca o que simplemente me había inventado una historia en mi mente porque me había encaprichado de mi profesora. Era algo curioso, simplemente había cogido la imagen de una chica que posiblemente había visto por la calle sin yo darle importancia y mi mente se encargó de hacer el resto. Es increíble, somos víctimas de nosotros mismos.

Ella realmente era muy maja, en eso no había ido mal encaminada, pero para nada todo era tan fácil como en el sueño. Esto era la vida real, y las relaciones entre profesoras y alumnas no estaban bien vistas, son ilegales. Vas a trabajar o a estudiar no a ligar.

¿Pero como iba a decirle esto a mi mente? No podía, todo el trabajo ya estaba hecho y yo ya estaba enamorada. Intentaba olvidarme de ella, no prestarle atención, pero si no lo hacía suspendería y tampoco quería eso. Pero al menos no prestarle atención físicamente. Me propuse hacerlo seriamente, durante la primera y segunda semana intentaba mirarla siempre a los ojos, solo el rostro como mucho. Nada más. Era difícil pero no imposible.

Pero para mí sí. Y mucho.

No conseguía mirarle solo a la cara, cuando se giraba a veces se me iba la vista, no dejaba de ser humana, joder. Los demás también lo hacían. ¿Por qué no iba a poder yo?

Pues porque estaba enamorada de ella, los demás lo más probable es que la vieran super guapa y de la edad perfecta para fantasear. Simplemente fantasear.

No enamorarse.

Estuve de dos a cuatro semanas así, no duré mucho más. Podría haber decidido simplemente observarla detalladamente de arriba a abajo y deleitarme con su físico mientras estábamos en clase y luego encargarme de satisfacerme a solas en casa mientras la pensaba. Aunque me pareciera sucio hacer eso.

Pero no, yo tenía siempre que intentar ir un paso adelante. O veintiocho.

Decidí ir poco a poco, primero pensé en acercarme cautelosamente, arando con cuidado el campo e ir limpiandolo con arte y sin cortar de más. Tiempo al tiempo.

Pensé en lo básico, tampoco me comí mucho la cabeza: quedarme la última en clase para ayudarla con las cosas, ayudarla a llevarlas todas hasta su departamento.

Pero si la cagaba, si no iba con cuidado, si dejaba ver mis intenciones o sentimientos tendría que cambiar drásticamente de plan y la verdad que tampoco sabía muy bien qué coño hacer.

Y así hice, me quedé la última recogiendo y me pareció perfecto que ella también siguiera recogiendo sus cosas. Tampoco destacaba por su rapidez.

Al acabar de recoger lo mío me puse la mochila en el hombro derecho y me acerqué a ella.

- ¿Necesitas ayuda? -le dije de golpe.

Ella dudó un momento.

- Am, bueno, sí, un poco. Tampoco te voy a mentir -dijo observando sus cosas para luego mirarme a mí. Fijamente a los ojos.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora