Entro a la sala de interrogatorios y la psicóloga me pide que me siente en frente suyo. Sin muchas ganas y pensando en lo mucho que odio a mi madre en estos momentos, me siento. La psicóloga me sonríe intentando hacer más ameno esto y empieza a hablar.
—Bien —dice preparando una hoja—, ¿vives con tus padres, abuelos...? —pregunta mirándome.
—Con mi madre.
—¿Tienes hermanos?
—No.
—Bien —dice cuando termina de hacer un árbol genealógico con mis datos—, ¿qué es lo que te trae por aquí?
—Nada. —digo y no hace ninguna especie de mueca. Debe haberse topado antes con alguien como yo.
—Siempre hay algún motivo por el cuál te encuentres aquí ahora mismo. Bien sea porqué lo hayas escogido tú o bien, que creo que es el caso, te hayan obligado. De ser así, debe de haber algo que le haya preocupado a tu madre. ¿Cómo has estado estos últimos meses?
—Bien.
—Melanie, entiendo que no hayas venido por tu propia voluntad, y lo entiendo. Pero quiero saber el por qué estás aquí para así ayudarte. Así que, por favor, contéstame con sinceridad. ¿Cómo has estado estos últimos meses? —me dice, repitiendo la pregunta.
—Ya te he dicho que bien, no me obligues a repetírtelo. —le digo molesta.
—Bien, nos veremos mañana.
¿Cómo?
—¿Por qué? Ya te he dicho que no me pasa nada.
—Pues ahí tienes tu respuesta.
¿Qué?
—¿Qué? —digo confundida.
—Qué ahí tienes tu respuesta.
—Ya te entendí la primera vez.
—Entonces no me preguntes nada más y mañana nos vemos a la misma hora. -dice archivando los papeles.
—¿Pero por qué? ¿No sería mejor que no volviera más y punto? —se levanta y se dirige hacía la puerta. La abre. Camino hacia ésta y al llegar a su lado me contesta.
—No puedo dejar de ver a personas que necesitan de mi ayuda. —dicho esto me hace una ligera sonrisa y cierra la puerta en mis narices.
—Loca. —digo mirando hacia la puerta.
Dejo esta estúpida situación a un lado y salgo de la consulta dirigiéndome a casa. Claramente, la que necesita ayuda es ella, no yo.
(...)
Me despierto por el sonido de la alarma y con el cuerpo pesado me levanto y me dirijo a la ducha. Diez minutos después salgo y me visto con unos jeans negros ajustados, una sudadera blanca con la palabra OBEY escrita y unos botines negros con algo de tacón. Me pinto la ralla de los ojos y me pinto los labios de rosa. Al terminar bajo a la cocina y me como el desayuno, tostadas con Nocilla y un cacaolat. Subo a lavarme los dientes y coger las cosas y salgo de casa.
Me dirijo al Instituto con quince minutos de tiempo. Tengo tiempo de sobras. Lo malo de todo esto es que me toca con Cristina a primera hora. Esto de verla tan temprano no me gusta y parece que a ella tampoco ya que su cara de perros es mayor que en el resto del día.
Pero las cosas en mí han cambiado y ya no soy la misma. Las cosas no me afectan tanto y el hecho de que Cristina no me hable y pase de mí, me da igual. ¿Que sigo sintiendo algo por ella? Eso no lo voy a discutir, pero, aunque la quiera, nada cambia el hecho de que se ha comportado como una idiota y que yo no me merezco esto, yo ni nadie. Sigo pensando en ella aunque no quiera pero no me afecta, ya no. Soy fuerte y sé controlar la situación perfectamente. Delante de ella actúo indiferente y como si no existiera. Difícil es cuando estamos en clase y está explicando, pero la demás parte del día, si me la cruzo, no le dirijo la mirada y paso de largo, como si no existiera. Es duro y duele, pero he de ser fuerte y parece que me está funcionando, aunque todavía no sepa cómo hacer desaparecer esos malditos sentimientos hacia ella. Lo peor de todo es que ella probablemente se habrá olvidado de mí y ya no esté en sus pensamientos como ella lo está en los míos y esté -como ya se ve-, muy arrepentida sobre lo que ocurrió entre nosotras y que yo ya sea pasado pisado para ella.
Entre pensamientos, clases agotadoras y risas con mis amigas a la hora del patio, el día ha terminado y salimos de nuestras clases para dirigirnos a nuestras respectivas casas.
Me encuentro en el tercer piso y no me apetece bajar por las escaleras con todos esos adolescentes revolucionados y ansiosos por salir del centro. Además del hecho de que me duelen los pies de andar con tacones. Me encuentro cerca de donde está el ascensor y veo que una mujer sale de éste justo en el momento en el que miro. Sin pensármelo corro al ascensor sin que nadie me vea y entro. Me dispongo a picar al 0 cuando noto que la puerta no se cierra y alguien pone el pie entre medio de la puerta para que no se cierre y entra. Me giro después de picar al 0 de nuevo y me encuentro con Cristina en frente de mí.
Después de mucho tiempo nuestros ojos han vuelto a conectar y no me gusta, no ahora que estaba consiguiendo ser fuerte. Su cara no expresa nada pero sus ojos me lo dicen todo, ella tampoco quería verme.
El ascensor comienza a descender y yo me pongo de cara a la puerta por la que saldré sin mirar a Cristina. Estamos por el segundo piso y oigo unos ruidos extraños provenientes del ascensor que no me dan muy buena espina. Acto seguido este se para en seco quedándonos inmóviles por unos segundos a causa del impacto. Al reaccionar mi histeria empieza a pasarme malas pasadas.
—No joder, no, no, ¡no! —digo gritando mientras pulso todos los botones— ¡Funciona joder! —digo esta vez dándole un golpe seco.
Me giro encontrándome con Cristina al lado mío presionando los botones como hacía yo segundos atrás. Nada peor podría pasarme, me quedo encerrada en el ascensor y encima con ella.
Maldito karma.
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Hey! Dios mío cuanto tiempo...
Bien, tengo dos noticias buenas. Primero, la más importante para mí:
¡HE TERMINADO LOS MALDITOS EXÁMENES!
Y la otra:
¡HE VUELTO!
Hahahaha, en fin. Aquí os dejo después de muuuuuuuucho tiempo, otro capítulo, OMG, Cristina y Melanie encerradas en un ascensor, quién lo diría eh haha. Soy mala, cruel, despiadada, maléfica... de todo porque después de tanto tiempo vuelvo y os dejo con más intriga. Hohoho.
Bueno, espero que nos veamos pronto y ¡ah!, deciros que muchas gracias por todos los comentarios y que ou my gosh! ¡cada vez somos más! (me ha rimado y todo) quiero daros la bienvenida a todos los nuevos y gracias a todos porqué esta historia ha crecido mucho gracias a vosotrxs. Os quiero chicxs. xx<3.
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La profesora de mis sueños.
RomanceCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...