Capítulo 35

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Un año después...

—No te creo mi hija —escupe mi madre con odio en su mirada—, me das asco —dice mirándome de arriba a bajo.

Mi mente no puede asimilar todo esto de golpe, estas palabras me arden en mi interior, siento como si me hubieran clavado un puñal en la espalda, duele, y ese dolor aumenta cuando es un ser querido el que te dice tales palabras. A veces las palabras duelen más que los actos.

—¿Y no te das más asco tú diciéndole esas palabras a tu única hija? —le contesto con un nudo en la garganta y con lágrimas amenazantes en los ojos.

—Dejaste de ser mi hija en cuanto te vi besar a esa pordiosera.

—Esa pordiosera como tú le llamas es mi novia mamá y no te permito que la llames así —digo con rabia—. Aguanto que me insultes pero no que te metas con ella.

—Tu novia, já —ríe sarcástica—, esa no es tu novia ni es nada, solo se aprovecha de ti.

—Mentira, tú no sabes nada, no la conoces —le digo—, y a mí tampoco.

—Claro que te conozco, eres mi hija y una maldita lesbiana —dice mirándome con asco de arriba a bajo.

—No soporto seguir viviendo bajo el mismo techo que una homófoba como tú —le contesto con asco mirándola de arriba a bajo, tal como ha hecho ella segundos antes y me dirijo hacia la puerta.

—Pues te recuerdo que sigues siendo menor de edad y sigo teniendo poder sobre ti —dice gritando desde el mismo sitio. La miro por última vez y cojo el móvil y las llaves y salgo de casa.

Con lágrimas que amenzan con salir en cualquier momento me dirijo al único sitio en el que me puedo sentir segura en estos momentos.

Después de unos minutos caminando llego a su casa y pico, ya no aguanto más las lágrimas y éstas no tardan en comenzar a caer lentamente por mis mejillas. La puerta se abre y en cuanto me ve su cara cambia radicalmente a una de preocupación.

—Por Dios Melanie, ¿pero qué te ha pasado? —dice preocupada dejándome entrar.

Entro y en cuanto cierra la puerta me aferro a ella en un fuerte abrazo. Las pequeñas lágrimas que iban cayendo poco a poco ahora caen una tras de otra rápidamente sin control.

—Melanie me estás asustando —dice apretando el abrazo—. Dime, ¿qué ha ocurrido? —dice separándose para mirarme a los ojos.

—M-mi... madre... —digo y no puedo continuar, las lágrimas me lo impiden.

—Tranquilízate, continúa...

—M-mi madre, nos ha descubierto —consigo decir del tirón.

—¿QUÉ? —pregunta asustada.

—N-no sabe que eres mi profesora —le digo—, solo por lo que ha visto, sabe que eres mayor que yo —suspira aliviada—. Pero no puedo creer lo que me dijo, no me lo esperaba, no así.

—¿Qué te ha dicho?

—Me ha insultado por mi orientación y me ha dicho que le doy asco, no puedo soportar escuchar eso de ella.  No quiero seguir viviendo con ella.

—No debe de importarte su opinión, por mucho que sea tu madre —dice acariciándome la mejilla izquierda—, sé que duele pero hay que afrontarlo. Y aguanta —dice—, recuerda que en nada dejarás de estar bajo su mando y podrás hacer lo que quieras con tu vida.

Asiento. Ya me encuentro mucho más relajada gracias a ella y he dejado de llorar.

—Vamos a la cama —dice—, te prepararé un té para que te relajes.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora