Capítulo 8

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Estábamos haciendo educación física fuera, como siempre, yo fui la última en llegar ya que me tardo en cambiarme porque hasta en educación física me quiero ver guapa y reluciente sabiendo que luego voy a estar sudada y todo el esfuerzo no habrá servido de nada. Además, cuando iba hacia fuera, la profesora me ha pedido que le ayudara con unas cosas. Total, que antes de llegar a fuera ya estaba asquerosa.

Hoy, se ve que toca atletismo, bueno, hoy y todo el trimestre. Me encanta. Soy buena corredora básicamente porque cuando estoy menos ocupada salgo por las tardes a correr con mis auriculares puestos escuchando música. Es mi manera de relajarme y sentirme libre. El deporte y la música.

—Bien, chicos. Para empezar, id hasta la otra punta de la pista y volved cinco veces para calentar, luego empezaremos con el atletismo. —dice la profesora y se oyen unos "joder" "venga ya" de mis compañeros a los que la profesora hace oídos sordos.

(...)

La clase ha terminado y ha sido agotadora pero divertida. Nos ha dicho que habrá una quedada de atletismo con otros Institutos al cuál asistirán la mayoría de profesores como por ejemplo tutores, profes de gimnasia y otros.

La siguiente hora está terminando rápido, quedan cinco minutos para que suene el timbre y nos vayamos a casa ya. Bueno, yo me voy y vuelvo. Eso querrá decir que menos tiempo para hacer la redacción de mil palabras, menos tiempo para comer y menos tiempo para vivir.

El timbre suena y nos dirigimos hacia nuestras casas, yo, más rápida que los demás. Me despido rápido de mis amigas y voy a marcha rápida hacia mi casa. Llego y dejo en el sofá la mochila. Voy hacia la cocina y me preparo un bocata de sobrasada. Cojo un plato y pongo el bocata encima y lo llevo hacia la mesa del comedor. Voy a la cocina y me cojo una lata de Coca-Cola y vuelvo al comedor. Enciendo la tele y me pongo a comer rápidamente.

Son las 15:30pm, queda media hora para llegar ahí. Subo y me lavo los dientes. Compruebo maquillaje y veo que sigue todo bien. Me repaso los labios con rojo y bajo a coger la mochila, cogeré un folio para hacer la redacción por si acabo antes o algo. Cojo el móvil y las llaves y me voy al Instituto.

Cinco minutos después llego y toco el timbre. Me abren y me dirijo hacia la sala de profesores.

Al llegar veo a varias profesoras dando vueltas por allí y algunas en una mesa que hay, comiendo. Veo que entra la de literatura y no puedo evitar fijar mi mirada en ella. Tiene tanta elegancia al andar, su pelo, aunque no haya aire, se mueve dando la sensación de que hay. Aparto la mirada de ella y voy hacia el departamento de biología. Mientras voy, Margaret pasa al lado mio y se le caen las cosas que llevaba en las manos. Me agacho y la ayudo a cogerlo todo. Me dispongo a coger la última cosa y nuestras manos chocan haciendo que nuestras miradas se encuentren. Nos quedamos mirándonos hasta que ella para eso cogiendo la última cosa que quedaba en el suelo. Rápidamente actúo y le doy los papeles que cogí del suelo.

—Gracias. —dice. Se levanta y se retira dejándome aturdida en la misma posición. Vuelvo en sí y me levanto. Me pongo enfrente de la puerta. Suspiro y pico.

—Pase. —oigo decir.

Abro la puerta y entro dirigiéndome a una silla libre que había más cerca de donde me encontraba. Natalia estaba guardando unos libros en los estantes.

—Te he dejado encima de la mesa lo que te queda por corregir.

No digo nada y lo cojo. Ella, termina de guardar el último libro en el estante y se dirige a la silla que está al lado mío y se sienta.

Yo no paro de ordenar ni corregir. No hay tiempo que perder.

—¿Sabes? —dice mientras yo sigo con lo mio. No contesto y ella sigue hablando— he estado pensando y he llegado a la conclusión de que no he sido muy buena contigo —paro de corregir un momento y la escucho mejor. La miro fijamente— así que hoy es el último día que te quedas castigada —suspira— mañana no hace falta que vengas —sonríe y yo sonrío igual— no creo que haya sido justa contigo, que yo tuviera unos problemas con alguien no quería decir que lo tuviera que tomar contigo, lo siento.

—No pasa nada... —sonrío.

Sonríe y sigo con lo mío. Ella se queda todo el rato sentada al lado mío mientras yo hago mis cosas y ella las suyas. No querrá que me escape.

Después de media hora termino todo.

—Natalia —digo mirandola y ella fija su mirada en mí— ya he terminado de ordenar todo.

—Bien, deja que lo compruebe.

La miro mientras lo comprueba y me doy cuenta de que no es fea y se le nota que es joven. Parece que ahora que me ha quitado el castigo, la veo de otra manera. Pero eh, no supera a Cristina en nada y a Margaret tampoco.

Ay, ¿de verdad he dicho Margaret?

—Está todo bien —dice sacándome de mis pensamientos— ya puedes irte. —asiento— Gracias Melanie. —sonríe.

—No hay de qué. Aunque sabe que la ayudé porque me castigó, ¿verdad?

—Lo sé. Pero eso no quita que me hayas ayudado mucho. —sonríe mientras posa su mano en la mía.

¿Qué hace?

Noto que se va acercando lentamente a mi hasta quedar a centímetros de mis labios. Me he quedado paralizada. La miro a los ojos y veo que ella está mirando mis labios...

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora