Capítulo 33

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Cristina da media vuelta y camina rumbo a clase. Antes de salir miro a Margaret y ésta me está mirando. En su mirada puedo notar temor, temor a que nos haya visto y que pueda decir algo. Al igual que en la mía, pero mi temor a que nos haya visto es por el que pueda pasar entre nosotras. A diferencia de Margaret yo no tengo miedo a que diga algo porque bien sabe ella que no gana nada contando lo sucedido, aunque también sé que nunca diría nada.

Me giro y salgo del departamento sin decir nada. Tampoco a ella la veía con ganas de hablar.

Cristina aún no ha salido de la sala de profesores así que ando rápido hasta llegar a ella. Me pongo a un lado suyo pero no a su altura, temiendo lo peor si lo hago.

No me mira, noto su enfado en su rostro y el miedo se apodera de todo mi ser. No sé si su enfado se debe a lo ocurrido en clase o, por lo que más me temo, por el beso que posiblemente haya visto.

El miedo está comenzando a pasarme factura y mis piernas tiemblan cada vez más en cada paso que doy.

De repente para delante de una puerta y yo temo lo peor. Abre la puerta y se pone a un lado de ésta.

—Pasa —me dice con un cierto tono de molestia y yo la miro—. Pasa —repite, ahora con un tono más elevado y yo entro sin pensármelo dos veces.

Entra tras de mí y cierra la puerta. Una vez cerrada comienza a acercarse a mí lentamente, vacilante.

—¿Qué crees que haces? —dice con los brazos cruzados al llegar a mí. Trago con dificultad mientras miro sus facciones. Definitivamente creo que nos ha visto— Que, ¿te ha comido la lengua Margaret? —dice más molesta que antes, si es que eso podía ser posible y todo en mí cae al suelo, las pocas esperanzas que me quedaban de que no nos hubiera visto se han esfumado bien lejos.

Desvío la mirada de sus ojos y la poso en mis pies, que ahora mismo los encuentro más seguros.

Suspira y levanto mi vista hacia ella, viendo como niega con la cabeza.

—No me esperaba esto de ti —dice mirándome fijamente a los ojos—. ¿Como has podido? —dice recriminatóriamente.

—¿Y tú? —digo sacando valor y plantándole cara.

—¿Yo? —noto su confusión y la furia sube por mis venas.

—Tu te besaste con Karina —le suelto y ella muestra una cierta sorpresa en su rostro.

—¿Por eso no me dirigías ni la mirada? —pregunta— No sé qué tanto viste, pero yo me aparté y le dejé bien claro que eso no estaba bien y que ni se le ocurriera volverlo a hacer.

—Pero no me lo dijiste —le recrimino.

—Yo al menos me aparté, tu no puedes decir lo mismo —dice, escupiendo las palabras.

—Iba a apartarme pero justo llegaste y no pude hacerlo yo primero —contesto—. ¿Realmente piensas que no me iba a apartar?

—No te vi con ánimos de apartarte —contesta, aún con sus ojos fijos en los míos—. No sé, muy unidas os veo últimamente, no veo porqué te ibas a apartar una vez conseguido que te besara.

Sus palabras me arden.

—¿Tan poca confianza me tienes? —le pregunto molesta— Creía que me conocías lo suficiente como para saber que jamás besaría a otra persona que no fueras tú —le digo mirándola con los ojos llenos de furia.

—Después de tanta muestra de afecto que os he visto, ya no puedo creer nada —contesta con furia.

—¿Y puedo yo creer a alguien que no cuenta que ha sido besada por otra persona? —le recrimino de nuevo.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora