A la mañana siguiente, como era de esperar, Ana no apareció por el Instituto. De un día para el otro ya habían conseguido a una sustituta. Se inventaron una mentira para explicar el motivo por el que Ana no iba a impartirnos clase este curso y yo solo pude aguantarme las lágrimas que asomaron con salir de mis ojos con solo escuchar su nombre.
Ana se había quedado sin trabajo, pero yo no sabía qué era exactamente lo que le habían contado a la directora para que la echara tan rápidamente. Vale que había una foto que testificaba los hechos, ¿pero de un día al otro sin dejarla siquiera explicarse?
Después del descanso la directora se encontraba a un lado de la clase, apartada. En cuanto la miré hicimos contacto visual y me sentí tiritar, porque sabía que lo peor me venía a mí en esos momentos.
–Melanie –me llamó–, ¿eres tan amable de acompañarme a mi despacho?
Yo solo asentí. Entré a la clase a coger mis cosas y la seguí una vez salí al pasillo.
El trayecto a su despacho fue en un completo silencio que no hacía más que ponerme más nerviosa si podía ser posible. Veía mi futuro hecho añicos por culpa de un gilipollas rencoroso.
–Pasa –dijo al abrir la puerta.
Yo seguía sin hablar, entré sin decir nada.
–Sabes por qué estás aquí, ¿no? –yo asentí– ¿Tienes algo que decir? –negué desviando mi mirada lejos de la suya, me sentía avergonzada– Hablé con Ana acerca de lo que ha ocurrido. Sabéis perfectamente, todos aparte de vosotras, que está TERMINANTEMENTE prohibido las relaciones amorosas entre profesores y alumnos, pero igualmente habéis roto la norma más importante y no me ha quedado de otra que despedirla.
–Lo entiendo –hablé al fin. Ella me miró, sorprendida.
–¿Lo entiendes? –asentí–. Si así fuera no habríais tenido una relación.
–No sé qué decir, me siento super avergonzada por lo que hemos hecho, pero yo soy mayor de ed- –me cortó.
–Ya sé que eres mayor de edad, Melanie, pero las relaciones entre profesores y alumnos están prohibidas independientemente de la edad.
–No hemos hecho nada malo, ninguna ha forzado a la otra en nada y no hemos hecho daño a nadie. Entiendo que no está bien y que no se debe hacer, pero me sabe muy mal por Ana que haya perdido su trabajo por algo así –me estaba costando contener mis lágrimas.
–El protocolo de este Instituto hace énfasis en la ilegalidad de las relaciones amorosas entre profesores y alumnos –asentí.
–¿Va a poder trabajar de nuevo algún día? –pregunté evitando su mirada.
–La he despedido, pero de momento no consta en su expediente el motivo de su despido.
–De momento –dije con la mirada fija en un sitio.
–Las relaciones entre profesores y alumnos están mal vistas y no deben producirse, pero siendo mayor de edad y habiendo sido consentido legalmente no se tomarán medidas legales. Es algo que quería comprobar, por si no había sido consentido.
–Lo fue, quizá incluso fui yo la que empezó todo.
–Eso me da igual, ella es lo suficientemente mayor como para saber lo que está bien y lo que no.
No dije nada.
–Serás expulsada –dijo finalmente.
Intenté que me sorprendiera, pero me lo imaginaba, no iba a llevarme a su despacho a tomar un café.
–¿Por cuánto tiempo?
–Indefinido –dijo seriamente–. Quedas expulsada del Instituto por lo que queda de curso. Puesto que estás en tu último año solo serán unos meses, si no, tu estancia en el instituto se te vería denegada. En este instituto, reitero, está prohibido cualquier acto de este calibre –zanjó.
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La profesora de mis sueños.
RomanceCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...