—Pero... ¿qué pasa con tu madre? —pregunta al separarnos.
—¿Mi madre? Que le den a mi madre, la muy cabrona me ha mandado al psicólogo.
—¿Otra vez? —pregunta sorprendida.
—Sí —contesto—, la maja de la psicologa la llamó para decirle que no estaba asistiendo a las sesiones.
—¿De verdad? Qué maja...
—Lo sé —digo poniendo los ojos en blanco—. Bueno, he de irme ya.
—¿Ya, tan pronto? —pregunta sorprendida.
—Sí, se supone que tenia que estar ya en casa, no debe sospechar —le digo—. Nos veremos en clases en unas semanas —digo y me acerco a ella en un abrazo y le doy un beso en los labios al separarnos.
—Te quiero —me dice acariciándome la mejilla.
—Yo también te quiero —le digo y le doy un último beso en los labios y salgo de su casa para irme rápidamente a la mía si no quiero que hayan sospechas por parte de mi madre.
Semanas más tarde...
Dios mío, ya, al fin, voy a poder verla sin miedo a que mi madre esté acechando o metiéndose donde no le llaman. Muchos odian el incio de clases —incluyéndome antes de conocerla—, pero yo deseaba con ansias este día, no veía el momento de su llegada.
—Buenos días chicos... —dice Cristina al entrar en la clase.
No me lo puedo creer, tantos días esperando este momento... y también queda nada para el día de mi cumpleaños, y con él la gran incógnita: ¿Qué voy a hacer exactamente? Yo no estoy nada segura, pero Cristina lo sabe bien y eso en cierto modo me consuela y me quita ese regustillo amargo que me deja lo que me deparará el futuro.
En cuanto entra a la clase y saluda como de costumbre, sus ojos paran en los míos unos segundos antes de dirigirse hasta su mesa, y acompañada de esa mirada, una sonrisa contenida aparece en sus labios la cuál hace que otra aparezca en los míos. La he extrañado tanto...
Deja las cosas en su escritorio y comienza con la clase.
···
—No olvidéis aplicaros, ya no estamos en secundaria, bachillerato no es moco de pavo y hay que aplicarse, por favor, no descuiden la asignatura para el último mo... —para en seco al ver que tan solo yo he seguido en la clase—. Qué más da, total, sé perfectamente que no lo van a hacer —dice en una conversación con ella misma donde yo también formo parte ya que al decirlo me mira fijamente para después sonreírme, esta vez sin contenerse—. Te he extrañado muchísimo Mel, no sabes cuanto... —dice acercándose a mí.
—Yo también, y no sabes cuánto, ni te lo imaginas.
—Me muero por besarte, ¿lo sabes? —me dice y yo alzo los hombros en respuesta— Tu visita hace unas semanas me hizo desearte más y ahora no puedo contenerme las ganas de hacerte el amor —dice acercándose más a mí mirándome con esos verdes ojos esmeralda tan brillantes y penetrantes como siempre y yo trago en seco sin saber cómo reaccionar.
—Pues hazlo —suelto en un acto de valentía, solo diciendo lo primero que se me pasa por la mente, directa, sin tartamudeos, aunque por dentro me esté costando hasta el pestañear.
Me muerdo el labio esperando una respuesta.
—Claro, pero no aquí —dice y yo vuelvo a la realidad, donde me encuentro en medio de una aula vacía junto con mi profesora de física.
—Dios mío, he de ir a clase, no puedo empezar mal el primer día —digo separándome y colocando la mochila en mis hombros.
—Sí, nos vemos luego —dice sonriéndome para darse media vuelta y volver a su mesa.
Me dispongo a salir y al pasar por su lado se acerca a mi oído y me dice: "en el departamento de ciencias al terminar las clases..."
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La profesora de mis sueños.
RomanceCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...