Segunda parte: Capítulo 9

1.9K 147 39
                                    

Se nos podía ir de las manos, pero me daba igual. Nos estábamos dejando llevar por lo que sentíamos en ese momento. Había sido culpa mía; ella se había puesto cachonda por mi culpa y yo me había puesto también al ponerla a ella. Pero que me apretara de esa manera el culo no ayudó nada.

Comenzamos a besarnos más apasionadamente. Su lengua de un momento al otro ya estaba dentro de mi boca, saboreando la mía y yo saboreando la suya. Sus manos seguían en mi culo y lo iba masajeando, prendiéndome todavía más. Yo subí mis manos hacia sus pechos y apreté uno de ellos. Ella gimió en mi boca y yo le mordí el labio.

Ella me apretó de nuevo el culo y me levantó hasta sentarme encima de mi mesa. Seguimos besándonos hasta que comenzó a bajar sus labios a mi cuello y fue dejando húmedos besos en él, erizando mi piel y haciéndome soltar leves gemidos.

Fue bajando sus labios dejando besos en el camino. Al llegar al borde de mi top paró, subió una de sus manos que estaban sobre mis piernas y apretó uno de mis pechos. Yo noté cómo mi clítoris pegó una punzada, solo quería que siguiera y que no se detuviera. Bajé mi mano que estaba en su cadera y comencé a masajearle el culo. Entonces ella comenzó a masajearme los pechos y volvimos a besarnos. Mis pezones ya se estaban poniendo duros y ni siquiera me había tocado directamente. Me quitó el top lentamente y dejó a su vista mis pechos cubiertos por el sujetador que los alzaba por el push-up. Me los siguió masajeando con el sujetador puesto y nuestros labios seguían pegados en un fogoso y húmedo beso. Movió su mano hacia el cierre del sujetador y lo abrió, liberando así mis pechos del push-up. Me quitó una tira y la otra me la dejó puesta para que luego fuera más fácil ponérmelo de nuevo. Mientras me masajeaba un pecho bajó su boca hacia el otro y comenzó a chuparlo. La mano que lo masajeaba comenzó a bajar lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mi zona íntima. Comenzó a tocarme por encima de la ropa mientras lamía y succionaba mis pezones. Con mis manos me aguantaba en la mesa, pero teniendo la necesidad de sentirla más, coloqué una mano en su pelo y comencé a acariciárselo y a agarrárselo, conteniendo mis gemidos mientras la juntaba más a mí.

Se separó de mí y comenzó a desabrocharme el pantalón. La ayudé a bajármelo hasta dejarlo en mis pies. Pasó su lengua por mi tanga y el roce de su lengua y el calor que sentí me hizo calentarme más. Me bajó el tanga y lo dejó donde mis pantalones. Me recolocó y comenzó a pasar su lengua por mi zona, succionando mi clítoris y masajeándolo con su lengua. Me costaba reprimir mis gemidos, pero no me quedaba de otra, era eso o nos pillaban. Empezó a meter un dedo dentro de mí y comenzó a moverlo haciéndome delirar, después metió otro y después otro. Tres dedos dentro de mí que movía primero lentamente y después fue aumentando la velocidad, mientras tanto con su lengua masajeaba mi clítoris y después lo succionaba. Tras unos minutos me vine en su boca y ella pasó su lengua sin dejar rastro de los fluidos.

Me recoloqué y ella se puso a mi altura; me besó para que yo también me saboreara. Nos separamos y yo me bajé de la mesa, me subí el tanga y los pantalones. Entonces, mirándola fijamente a los ojos comencé a bajar hasta ponerme a la altura de su pantalón, ella se mordió el labio. Desabroché su pantalón y lo dejé en sus pies. Pasé mi lengua por su tanga y le apreté el culo. Al pasar mi lengua noté lo húmeda que estaba. Comencé a bajarle el tanga y confirmé lo húmeda que estaba, pasé mi lengua por su zona y ella soltó un leve gemido. Era la primera vez que hacía esto, pero me aseguré de que disfrutara igualmente. Comencé a pasar mi lengua por su zona, saboreándola, lamía su clítoris y lo succionaba, yo escuchaba sus gemidos contenidos. Agarró mi pelo y me apretó más a su zona, entonces yo entendí que tenía que subir mi velocidad. Empecé a mover mi lengua más rápidamente y a succionar más fuerte su clítoris, soltó un gemido más fuerte y yo la miré a los ojos, su cara demostraba sorpresa y susto a la vez, por miedo a que nos escucharan, yo me reí y ella negó con una sonrisa en los labios.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora