Me despierto por el sonido ensordecedor de mi alarma. Me quedo unos segundos tumbada en la cama despertándome y recuerdo la conversación de ayer con mis amigas. He de pasar de ella... bien, esto será complicado. Mucho.
Ya un poco más despejada, me levanto de la cama y voy al lavabo a lavarme la cara con agua fría para despertarme del todo.
Bajo a la cocina y veo a mi madre preparando el desayuno. Cuánto tiempo.
—Buenos días. —digo con una sonrisa.
—Buenos días. —dice de igual modo— Ah, Melanie.
—¿Qué pasa?
—Ésta tarde tienes hora en el psicólogo. —dice poniendo el desayuno sobre la mesa.
—¡¿Que tengo qué?! —digo alterada.
—Lo que oyes.
—¿Pero por qué?
—Estos últimos meses te he visto muy deprimida y me gustaría que te viera un profesional. —dice sentándose a desayunar.
—Increíble. —digo negando con la cabeza mientras cruzo los brazos.
Me siento yo también y empiezo a desayunar, sin ganas, me ha quitado el hambre.
Termino de desayunar y subo a cambiarme de ropa. Miro en el armario y cojo unos shorts azules tejanos, unas medias transparentes para no tener frío, una camiseta de manga larga negra un tanto escotada y las converse blancas. Sí, vuelvo a ser yo.
Una vez vestida voy al lavabo y me maquillo; raya de abajo y de arriba, rímel y pintalabios de color rojo. Reviso que mi pelo esté bien y me lo dejo suelto, al natural. Lista.
Me pongo la cazadora y cojo la mochila, las llaves y el móvil y me voy hacia clases.
Llego al Instituto y encuentro en la puerta a mis amigas que me miran con cara de sorpresa.
—Vaya, vaya, vaya... —dice Dinah mirándome de arriba a abajo— parece que vuelves a ser tú. Echaba de menos ésta Melanie.
—Sí... he pensado que para hacer lo que acordamos mejor vestir bien para que le de más rabia. Si es que llega a darle, claro... —digo bajando la mirada.
—Seguro, eso no lo dudes.
Entramos al Instituto y nos dirigimos a clases. Llegamos y nos sentamos en nuestro sitio a esperar a la profesora.
(...)
Volvemos del patio y nos dirigimos a clases. Al llegar, nos sentamos todos en nuestros respectivos sitios a esperar a la profesora. Nos toca literatura.
Minutos después llega y se dirige a su mesa para dejar sus cosas sobre ella; autoritaria, como siempre.
—Buenas tardes chicos, id dejando sobre la mesa las redacciones.
¿Redacciones? ¿Qué redacciones? Mierda... se me había olvidado...
Todos se levantan a dejar las redacciones y vuelven a sus sitios. La profesora me mira, creo que se ha dado cuenta de que no la he hecho. Mierda.
—Cooper, ¿no se levanta a dejarla? —dice mirándome fijamente.
—N-no... —alza una ceja mientras se apoya en la mesa y cruza los brazos— verá... es-es que... —alza más la ceja y yo me pongo más nerviosa— se me olvidó que tenía que hacer una redacción...
—Vaya... ¿Y hay alguna razón por la cuál se le olvidó? —dice con una sonrisa sarcástica en los labios apoyada todavía en la mesa con los brazos cruzados.
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La profesora de mis sueños.
RomansaCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...