Capítulo 34

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A una semana de terminar las clases jamás pensé que mi "relación" con Cristina que aparentemente parecía ir bien, acabaría de un momento a otro.

Pienso una y otra vez en las palabras de Margaret y no paro de repetirme que tiene razón pero una parte de mí sigue pensando que Cristina hizo mal y que no debería de hablar con ella, no al menos iniciando yo la conversación. Desde ese día ambas hemos cambiado el carácter, ella es más dura y estricta, al menos es lo que muestra a simple vista, ya que yo la veo más débil que nunca. Aunque de apariéncia parezca ruda y borde, yo en sus ojos veo tristeza; unos ojos verdes que se apagaron desde mis últimas palabras que salieron hacia ella. Me siento mal por haber terminado todo vínculo sentimental con ella porqué realmente la quiero y quiero estar con ella, pero no puedo seguir con alguien tras una mentira así; no sin una disculpa, no sin unos buenos argumentos.

Si hemos hablado, no ha sido entre nosotras y eso duele cuando sigues amando a aquélla persona. Aunque yo me haya estancado en aquél día, para el resto de personas todo sigue igual y los días les han seguido pasando con normalidad, sabiendo en qué día están: en el último día de clases. Sí, lo que todo el mundo lleva esperando desde que llegó la última semana y lo que algunos llevan esperando desde el tercer trimestre o desde el primer día de clases, ha llegado.

Los días de la última semana han pasado más rápido de lo que esperaba teniendo en cuenta que sigo estancada en una día de mi vida que ya se considera pasado. Debería estar emocionada porque el último día del curso ha llegado y con él las vacaciones pero hay un vacío en mi interior que me impide expresar mis emociones, emociones que ha hecho desaparecer por completo.

A veces me arrepiento de haberme separado de ella pero rápidamente mi subconsciente me transporta a aquél día en el que la persona que amo fue besada por otra delante —o tal vez no tanto— de mis narices.

En una de las muchas luchas internas que tengo conmigo misma que tengo desde aquélla última conversación, pienso que si hubiera pasado de largo y no hubiera parado a mirar tras la puerta, no habría visto nada de eso y ella y yo seguiríamos estando como siempre, pero tuve que meter las narices donde no me convenía. Pero eso forma parte del pasado y el pasado no puede modificarse por mucho que se quiera.

—Último día de clases eh Melanie —me dice mi madre cuando bajo—. Que, ¿emocionada?

—No sabes cuánto —contesto seca.

—¿Va todo bien? —me pregunta al notar mi ánimo— No pareces muy emocionada.

—Claro que lo estoy, solo que sigo dormida —digo forzando una sonrisa.

—Bueno, cualquier cosa sabes que puedes consultármelo.

—Lo sé mama —contesto cogiendo una manzana—. Me voy ya, te quiero —digo dándole un beso en la mejilla y salgo de casa cerrando la puerta mientras escucho un "adiós" de fondo.

Emprendo mi rutinario camino hacia el instituto y al cabo del mismo tiempo que siempre, llego a clase.

Al entrar diviso algunos alumnos sentados en sus sitios mientras ojean unos cuantos el teléfono y otros simplemente se mantienen callados en sus sitios, en el lado derecho, sentada, se encuentra Cristina, la cuál ojea unos papeles.

Suspiro al verla y acto seguido camino hacia mi sitio, al llegar dejo la mochila en el respaldo de la silla y me siento en ella. Miro a Cristina como acto reflejo y la encuentro con sus ojos posados en mí. Sus manos siguen sujetando los papeles. Sus ojos suben hasta mi rostro y al ver que me he dado cuenta de que me está mirando aparta su mirada de mí y yo hago lo mismo.

Ese característico hormigueo recorre mi cuerpo una vez más y yo me maldigo internamente. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?

Preguntas vuelven a aparecer en mi mente como tiempo atrás y me doy cuenta de que no he avanzado nada y todo aquello que creí haber solucionado y encontrado respuesta realmente no fue así. Sigo como meses atrás, tal vez no con las mismas preguntas pero sí con las mismas respuestas: ninguna.

Sin darme cuenta la clase ya se ha llenado y el timbre suena indicando el inicio de las clases. Con ello, Cristina se levanta y empieza a impartir la suya.

Siempre he sido fan de las películas románticas pero siempre pensaba que jamás sería como los protagonistas y me enamoraría de alguien tanto como ellos aparentaban estarlo en su historia. Y si lo hacía, no sería tonta y no sufriría por un amor fallido, pero aunque muchas de las cosas que tengan lugar en las películas sean mentira, muchas otras son verdad y no les hacemos caso cayendo nosotros también.

Nos creamos barreras en cada paso que damos impidiendo que podamos avanzar. He construido un muro imaginario delante de mí y no consigo romperlo por mucho que quiera, haciendo que no pueda olvidar nada de lo ocurrido durante este curso, donde Cristina es la protagonista.

Esta mujer ha entrado de una manera insana en mi vida haciendo que todo lo que me envuelva tenga que ver siempre con ella. No puedo ver a una pareja normal en la calle sin asociarla con ella, de lo que me habría gustado que ocurriera y de lo que no creía que pudiera ocurrir por miedo a ser descubiertas.

Me han gustado otras personas con las cuáles no he tenido nada o que no hemos llevado muy lejos nuestro "amor", posiblemente porque eran juegos de niños donde te emparejas por simple diversión, donde sabes perfectamente que realmente no te gusta y solo intentas llamar la atención.

Pero Cristina, esa mujer que con tan solo una mirada me ha conducido a la locura, ha hecho que esos juegos de niños se conviertan, ahora, en la pura vida real, donde el amor duele hasta para respirar.

El timbre suena y los alumnos lo ven como una señal para comenzar a hablar de nuevo entre ellos.

Consciente de mi masoquismo, levanto la vista hacia Cristina y la veo recoger rápidamente, tal vez para no toparse con la profesora que venga a darnos la siguiente clase. Ha pasado todo un curso, sabe perfectamente quién es la que va a venir ahora. Con todo ya recogido lo coge y antes de darse media vuelta para ir hacia la puerta e irse, echa un vistazo hacia mi sitio, me mira durante unos segundos y se va, desapareciendo una vez más.

(...)

Siento que este año está siendo muy monótono, cuando pensaba que todo iba bien, vuelve a derrumbarse todo volviendo a la misma vida monótona y aburrida en la que estaba. Es increíble como una persona puede dar un giro tan grande a tu vida con tan solo una mirada.

Me siento vacía, normalmente el último día de clases lo vivo con más efusividad y color, pero ha sido aburrido y gris. Me ha faltado el despedirme de ella, eso me ha vaciado y deprimido aún más, todos se han despedido de mí menos ella y eso me hace sentir incluso peor de como ya me sentía.

El timbre me saca de mis pensamientos y en cierto modo lo agradezco.

No espero a nadie así que el escucharlo me desconcierta. Me levanto del sofá y me hago una repasada de arriba a bajo, sigo con la misma ropa que esta mañana, short negro, blusa abotonada de tirantes y converse blancas.

Voy hacia la puerta y la abro. Mi cara no podría expresar más sorpresa.

—Cristina... ¿qué haces aquí? —le pregunto sorprendida.

—¿Puedo pasar? —pregunta mirando dentro de casa.

Me aparto y la dejo pasar.

—He sido una idiota, lo sé —dice cuando se gira hacia mí una vez ya ha entrado. Yo cierro la puerta tras de mí mientras la miro atónita—. Esta semana ha sido un infierno, no puedo soportar el hecho de estar alejada de ti, te miro y te siento lejos y no puedo con ello —dice echándose un mechón de pelo hacia atrás con los dedos—. Siento mucho no haberte contado que Karina me besó, pero no quise preocuparte, jamás pensé que lo hubieras visto —sonrío inconscientemente al escuchar sus palabras, me ha pedido perdón—. Y he estado pensando durante estos días... —dice y se acerca a mí mirándome fijamente a los ojos—. Durante esta semana me he dado cuenta de lo mucho que quiero estar junto a ti, no he soportado el estar separadas —me coge de las manos—. Melanie, ¿quieres ser mi novia?

Me quedo en shock al escuchar sus palabras pero rápidamente vuelvo en sí y asiento con la cabeza repetidas veces con una sonrisa enorme en los labios. Cristina sonríe de la misma manera y vuelvo a ver ese brillo característico en sus ojos, aquél que se había apagado días atrás.

—Te amo —me dice para acto seguido juntar nuestros labios en un profundo beso donde las palabras ya no hacen falta.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora