Capítulo 30

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Yo, señorita impuntualidad, llego con diez minutos de antelación. ¿La causa? La mujer con la que he dormido esta noche. Jamás pensé que ocurriría, que dormiría en la misma cama que ella. Es difícil el ocultar mis sentimientos hacia ella cuando estamos en clase, al menos para mí, ella parece tener facilidad con esos aires de superioridad que desprende. Pero es solo una faceta, lo sé, ya que al estar a solas cambia completamente, aunque al principio lo fuera, todo cambió el día del ascensor. No llegué a pensar jamás que el quedarme encerrada en un ascensor fuera bueno y cambiara mi vida para bien.

Hay que ver que incluso con diez minutos de antelación, la gente ya está en el centro. Nos abren la puerta y subo a la clase. Al llegar la puerta se encuentra abierta, pero no hay nadie todavía. Me dirijo a mi sitio y me siento a esperar mientras saco el móvil y me pongo a cotillear las redes sociales para hacer tiempo.

—Hola guapa —escucho decir.

Giro la cabeza y me encuentro a Cristina, quién está entrando a la clase y deja las cosas encima de su mesa. Yo solo le sonrío. No me había fijado en lo guapa que se había puesto al salir de su casa. Las prisas me lo impidieron, no quería que nos pillaran.

—¿Cómo has pasado la noche? —dice después de sentarse en su silla.

—Muy bien gracias a ti —contesto con cierto rubor. Soy nueva en esto.

Sonríe coqueta y deja de mirarme poniéndose a ordenar sus cosas para la clase.

La hora de entrada se acerca y con ella los alumnos, que van entrando poco a poco. Hasta que suena el timbre entrando con ella los alumnos cuál estampida, entre ellos mis amigas, quiénes se sorprenden al verme ya sentada en mi sitio.

—¿Y esto? ¿estás bien? —pregunta Dinah poniéndome la mano en la frente.

—Qué graciosa, ¿no? —digo con una sonrisa sarcástica— Tampoco es tan extraño, digo yo.

—No —dice Dinah alargando la o—, para nada. Deben ser los astros que se habrán alineado.

—No tengo por qué aguantar estas tonterías —digo girando mi cara hacia la ventana, fingiendo enfado.

—Admite que es extraño —interviene Camila ante mi supuesto enfado.

—Venga dinos, ¿qué ha sido lo que te ha hecho llegar puntual? —pregunta Lauren.

—Pero que exageradas que sois de verdad —digo nerviosa mientras pienso en anoche e intento no mirar a Cristina—. Nada, tan solo he querido cambiar costumbres.

—Ajá, sí, cuéntame más —contesta Dinah apoyando su mano en su mejilla.

—Bien, empecemos la clase chicos —dice Cristina provocando que algunos dejen de hablar y le presten atención. Otros tan solo dejan de hablar y yo, siento alivio.

···

—Bueno hasta aquí dejamos la clase de hoy, nos vemos mañana —dice Cristina finalizando la clase—. ¡No olvidéis hacer lo que os he mandado! —dice esto último más fuerte para que lo escuchen todos, incluso aquéllos que ya tienen un pie fuera de la clase.

—¿Qué toca ahora chicas? —pregunta Dinah.

—Laboratorio —contesto metiendo lo último que me quedaba en la mochila.

Cuelgo mi mochila en mi hombro dejando una ansa libre y comenzamos a ir hacia la puerta.

—Cooper quédate un segundo —interviene Cristina antes de que nos vayamos.

—Id yendo chicas, ahora os alcanzo.

Las chicas se van dejándome a solas con Cristina.

—Cierra la puerta, por favor.

Cierro la puerta y camino hacia su mesa. Se levanta de la silla y se apoya en el borde de la mesa cruzando una pierna sobre la otra.

—¿Pasa algo? —pregunto al llegar.

Niega con la cabeza y cruza los brazos mirando hacia el suelo— bueno —duda un segundo—, no en principio —dice y me mira.

—Me estás asustando, dime ya que pasa.

—No he podido evitar escuchar vuestra conversación —trago en seco—. ¿Saben tus amigas o alguna de ellas algo de lo nuestro?

—Eh... bueno —digo desviando mi mirada de sus ojos— tal vez... sepan que nos besamos —la miro y su cara cambia automáticamente a una de sorpresa; sus ojos como platos—. Pero no saben lo de ayer, ni se los voy a decir —digo intentando tranquilizarla.

—Pero saben que nos besamos —dice haciendo una mueca con la boca—. ¿Qué beso?

—El de tu casa —digo recordando—, el primero.

—¿De lo demás no saben nada?

—Saben que comimos juntas un par de veces y que nos besamos en la última comida. Pero no saben la reconciliación ni lo de ayer.

—Bueno —dice haciendo un gesto con la cara, mentalizándose—, mejor será que no sepan más, no por ahora —dice fijando de nuevo la vista en mí.

Asiento.

—Piensa que esto no está bien, no para los demás, podemos meternos en un lío como a una de tus amigas se les escape cuando no deben.

—No van a decir nada —digo algo molesta—, las conozco bien y sé que no lo harán, aunque nos peleáramos.

—Yo no digo que no, solo que hay que ir con cuidado —dice posando su mano en mi hombro—. Yo me juego mi trabajo y tú tu futuro.

Asiento de nuevo—. Lo entiendo perfectamente —le digo con una media sonrisa, la cuál me devuelve.

—Bueno ve a clase —dice cogiéndome un mechón de cabello y poniéndomelo detrás de la oreja—, no quiero que te riñan por mi culpa —hace una media sonrisa—. Y por favor, si te preguntan no digas que ayer dormiste en mi cama —dice con cierta preocupación.

—Tranquila —le sonrío—, nada saldrá de aquí.

Me devuelve la sonrisa y deja un casto beso en mis labios.

—Adiós —digo y me doy la vuelta comenzando a caminar hacia la puerta.

—Adiós —escucho que dice.

Me giro una última vez al llegar a la puerta; le sonrío y ella hace lo mismo. Esta vez sí, abro la puerta y me voy al laboratorio.

La profesora de mis sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora