Las 22h.
El tiempo pasa y mis nervios aumentan con cada segundo. Gracias a mi madre han aumentado ya que ella ya ha llegado a casa. Por suerte cada vez que llega se mete en la ducha así que tengo eso a mi favor. Aprovecharé que ella se está duchando para irme.
Cojo las maletas y bajo lentamente las escaleras tanto para no hacer ruido como para no caerme por ellas. Cuando llego a la puerta cojo las llaves y la abro. Voy a salir cuando me paro en seco y me giro para mirar la casa. Me trae tantos recuerdos... que es imposible que la culpa no me carcoma. He pasado unos momentos preciosos aquí, junto a mi madre a la cual quiero y aprecio o más bien apreciaba ya que me ha decepcionado. Debí imaginármelo también, en esta casa no entraban temas de estos y si salían por lo que fuera, se cambiaba de tema rotundamente. He de decir que no entiendo eso para nada y jamás lo entendí, pero tampoco llegué nunca a pensar que yo fuera a tener que afrontar todo esto porque mi madre es homofóbica. También he de decir que yo no sabía de mis gustos hasta que fueron pasando los años y me fui dando cuenta que a los chicos cada vez los miraba menos y que a las chicas cada vez más.
Es increíble el cómo le temo a la reacción que pueda tener mi madre respecto a todo, pero no debería de temerle a ninguna ya que ella ya no tiene ningún poder sobre mí desde hace meses. Teníamos pensado fugarnos justo al cumplir los dieciocho pero los estudios y el trabajo no nos lo permitieron. Nos queremos fugar, sí, pero el deber es lo primero y yo no quería perder ningún curso ni ella su sueldo así que decidimos terminar primero este curso así ella tenía tiempo de buscar otro trabajo de profesora donde sea que vayamos a vivir y de paso me buscaría a mí otro instituto para terminar el bachillerato.
Suspiro profundamente y salgo de la casa echándole una última mirada.
Cierro la puerta y camino hasta ver el coche de Cris a unas casas de la mía. Instintivamente sonrío al verla y me relajo.
–Hola –me dice cuando me ve llegar.
–Hola... –contesto como puedo, los nervios me matan.
–Relájate cariño, de verdad. No hay por qué temer. ¿Confías en mí no?
–Sí –digo segura.
–Entonces no tienes nada que temer.
Subimos al coche y ella arranca. Veo pasar las casas y entre ellas la mía y no puedo evitar posar mi mirada en ella y me quedo un buen rato mirando por la ventana viendo cómo pasan casas y más casas hasta que Cristina desvía el coche hacia una autopista. El camino ahora es de árboles y prados lo que logra relajarme y que disfrute del largo viaje.
***
Llevamos horas de viaje y ya comienzo a estar cansada. Mis ojos comienzan a cerrarse cuando noto que el coche se para.
–Vamos a hacer una parada, mañana seguiremos –explica ante mi confusión.
Bajamos del coche y entramos al hotel. Cristina habla con la recepcionista y ella le da la llave de la habitación. Subimos por el ascensor y en cuanto Cristina abre la puerta de la habitación yo dejo mis maletas en el suelo y me tiro a la cama. Me quedo un buen rato mirando las vistas del mar desde la venta y eso me da a intuir que tal vez vayamos a vivir en la costa. Pero tampoco me hago muchas ilusiones porque luego podría llegar a desviarse e irnos al centro.
–Descansa, mañana nos espera un día cansado.
***
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La profesora de mis sueños.
RomanceCreía no saber lo que me pasaba o simplemente rechazaba esa absurda idea que habitaba en mi mente, pero todo lo absurdo se volvió común desde que te conocí. Derribaste mis muros y me enloqueciste hasta el punto de ser el pilar que sujeta esa poca co...