✪Quadrâgintâ octô✟

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—Debimos obligarlo a llevarlo al hospital —comentó JiSoo. Por supuesto, aún seguía preocupada—. Tal vez nos está mintiendo y sus heridas realmente son graves.

—JiSoo, YoonGi está con él. ¿No crees que si fuese tan malo como dices, ya hubiese salido de la habitación y nos hubiese dicho algo?

—Estás tan tranquilo porque no viste lo mismo que yo. HoSeok, esa no fue una herida superficial. JungKook tenía la mirada perdida, y... parecía no importarle mientras continuaba cortando sus propios dedos.

—Tal vez no viste bien. Quizá él solo... sangra mucho.

—¿Es en serio? —soltó incrédula, cruzándose de brazos.

—Bien, de acuerdo. ¿Necesitas que vaya a verificar si está bien? Entonces lo haré.

La chica respondió con un "Gracias" que solo daba a mostrar que había estado esperando esa respuesta desde hacía varios minutos atrás.

—Oh, jodido infierno —gimió YoonGi. Trató de decirlo casi en forma de susurro, puesto que no quería que nada se escuchara fuera de esa habitación. Sin embargo, sus jadeos y algún que otro gemido eran muy difíciles de retener cuando JungKook salía casi por completo de él y luego volvía a entrar, una y otra vez.

No muy rápido, pero tampoco muy lento. Era un ritmo perfecto que le permitía a JungKook llegar lo más profundo que su propio miembro y la posición en la que estaban, podían permitirle. Sus testículos chocaban contra la piel del menor cada vez que entraba hondo, y la manera en la que el interior de su pareja lo apretaba, lo sumía en un placer extraordinario.

Eso, sumado a la hermosa imagen que YoonGi le brindaba: de rodillas, trasero en alto, espalda arqueada y su precioso rostro casi oculto entre una de las almohadas. En algunas ocasiones sus manos sujetaron la sábana con fuerza, y en otras, una de esas manos masajeó su pene mientras aún continuaba recibiendo las deliciosas embestidas de su pareja.

Estaban tan calientes, jadeantes, sudados, con sus latidos desenfrenados y envueltos en una atmósfera tan densa, llena de amor y mucha pasión. Querían más, mucho más.

JungKook mantenía el ceño levemente fruncido, mechones de cabello negro se habían pegado a su rostro gracias al sudor, su boca estaba entreabierta para liberar esos sonidos creados por lo agitado de la actividad. Se encontraba de rodillas entre las piernas de su contrario, y sus manos se sujetaban firmemente a su cintura. JungKook creía estar en las nubes. Todo lo que estaba haciendo, todo lo que estaba sintiendo, viendo y escuchando era la verdadera definición del paraíso. Un hermoso paraíso que había conocido gracias a su pareja.

YoonGi se había corrido, pero su pene aún seguía duro. Y JungKook estaba más que dispuesto a darle todo lo que necesitaba para llevarlo hasta la cima, darle uno de sus mejores orgasmos y dejarlo sin energía por un buen rato.

Lastimosamente, tanto JungKook como YoonGi tuvieron que bajar de la nube en la que estaban, para caer de lleno a la realidad cuando escucharon que tocaron a la puerta.

—JungKook, ¿podemos hablar? —pidió HoSeok desde afuera.

Las embestidas se detuvieron, incluso sus jadeos se detuvieron casi por un segundo debido a la sorpresa. ¿En verdad tenían que interrumpirlos en un momento como ese?

YoonGi se alarmó un poco en cuanto cayó en cuenta de algo.

—La puerta no tiene el seguro —le susurró al pelinegro.

JungKook no dijo nada. Ni siquiera cuando HoSeok volvió a decir su nombre. Volteó levemente hacia la puerta, como si estuviera debatiéndose qué hacer. Incluso alguien como él sabía que detenerse en medio del acto para atender a su amigo, no sería nada lindo o cómodo para su pareja. Ni para él. Sin embargo, si lo ignoraban después de lo sucedido en la cocina, probablemente HoSeok sospecharía que algo no andaría bien, quizá entraría a la habitación y los encontraría en una posición no muy cómoda de ver.

La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora