✪Quînquâgintâ quattuor✟

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YoonGi sujetó la sábana con fuerza al sentir las embestidas de su novio. Quiso cerrar los ojos ante el placer que le causaba, pero hizo un esfuerzo por no hacerlo, pues a decir verdad esa sensación aumentaba mucho más con solo ver el perlado y caliente cuerpo de JungKook entre sus piernas, entrando en él una y otra vez.

JungKook estaba de pie a la orilla de la cama, sujetando a ambos costados las piernas del menor, quien sí estaba recostado sobre el colchón.

Por supuesto, no iban a desaprovechar el tiempo cuando sabían que en tan solo un par de semanas cada uno tomaría caminos por separado. Esa era la fecha límite que Luzbel había acordado para sí mismo; estaría dos meses en la Tierra y luego se iría para no regresar nunca más.

YoonGi no pudo hacer nada más que apoyar su decisión. Ya había pasado un mes de eso, y aunque le dolía saber que cada vez ese día estaba más cerca, YoonGi se había mentalizado en que era estúpido sufrir ahora cuando todavía se tenían el uno al otro. Por eso iban a aprovechar cada maldito momento juntos.

JungKook estaba más que de acuerdo. Claro que también quería estar con su primer y único amor, en todos los sentidos posibles. Y en ese momento era sintiendo su interior apretándolo y escuchando sus preciosos gemidos.

YoonGi no era ruidoso. Cada gemido que emitía era bajo, pero su voz varonil, agitada, áspera y a la vez un poco más dulce de como lo era normalmente debido al placer, hacía que el pelinegro se sintiera en la cúspide. Le fascinaba escucharlo.

—Ven aquí —pidió JungKook una vez que detuvo las embestidas. Salió de él para poder inclinarse hacia su novio. Hizo que YoonGi lo abrazara por el cuello para él poder alzarlo, sujetándolo de los muslos.

YoonGi no pudo evitar soltar una baja risita ante tal acto. Pero ya que estaban tan cerca, abrazó el torso del contrario con sus piernas y tomó la oportunidad para unir sus labios con todas las ganas, el amor y la pasión que era capaz de trasmitir con un beso. JungKook le correspondió con la misma emoción, casi seguro de que YoonGi podía sentir los fuertes latidos de su corazón chocando contra su pecho.

—Me encantas —susurró el menor sobre los labios contrarios, su respiración agitada mezclándose con la de JungKook.

—Te amo, como no tienes idea.

YoonGi volvió a besarlo con el mismo afán de antes. JungKook caminó solo unos cuantos pasos mientras trataba de seguirle el ritmo, y con cuidado bajó a su pareja. Ya estando YoonGi de pie, el pelinegro le hizo voltearse, dejando su exquisito trasero frente a su miembro que rogaba por volver a enterrarse en él.

El menor apoyó sus antebrazos en la superficie del mismo mueble de madera donde se había apoyado JungKook la primera vez que YoonGi le hizo una felación. El pelinegro sujetó la cintura de su novio con una mano y con la otra se masturbó un poco antes de volver a hundirse en la pequeña entrada de su chico.

YoonGi cerró los ojos esta vez, dejándose llevar por esos deliciosos movimientos de cadera por parte de JungKook que le hacían delirar. Sus pieles chocaban cada vez que JungKook entraba lo más profundo que su miembro le permitía, produciendo un sonido obsceno pero que era todo un deleite para las personas quienes lo creaban. Sus jadeos eran más que audibles en toda la habitación, los gemidos de YoonGi jodidamente excitantes a oídos del contrario, y el aliento de JungKook chocando contra la piel de YoonGi hacía que a este se le pusieran los vellos de punta.

La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora