✪Trêdecim✟

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JungKook mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón negro de tela, mientras su mirada no se quitaba de YoonGi por ningún motivo, quien se encontraba a tan solo unos pasos delante de él, observando la tierra que ahora sobresalía del agujero que anteriormente los empleados del cementerio habían cavado para meter un ataúd.

Habían pocas personas en el cementerio, pero ninguna de ellas estaba ahí por esa mujer fallecida a excepción de YoonGi.

JungKook solo veía su espalda, pero sabía que tenía exactamente el mismo semblante imperturbable de cuando habían tomado el tren para llegar a Daegu. En todo el recorrido YoonGi no había soltado una sola palabra y para ese punto, ya había pasado una hora en la que no se había movido de donde estaba.

JungKook no sabía si decir o hacer algo, mucho menos tratándose de YoonGi, pues su mente a veces se perdía en los recuerdos de la mujer que lo había traído a la vida.

Había algunas cosas a las que ahora le veía sentido y otras a las que no. Y quería hablarlo con YoonGi, pero estaba convencido de que no era el momento y la verdad es que no sabía si alguna vez lo sería.

Suspiró suavemente cuando lo vio al fin moverse de su lugar, rumbo a la salida del cementerio. Sin aún dirigirse la palabra Jungkook caminó detrás de él hasta que llegaron a la estación de trenes.

Se detuvieron en una pequeña cafetería en lo que esperaban que fuera la hora para irse. YoonGi había pedido un café sin nada de azúcar antes de irse a sentar a una de las dos únicas mesas que tenía el lugar. Mientras tenía el vaso de papel entre sus manos, su mirada parecía perdida a pesar de que estaba consciente de que Luzbel no dejaba de verlo.

—Supiste que mi madre había muerto —volteó a verlo por primera vez en todo ese tiempo—. ¿Significa que ella está...

—Sí —se apresuró en decir.

YoonGi asintió con la cabeza suavemente antes de volver su mirada hacia el ventanal, donde se veían a las personas dentro de la estación caminar en diferentes direcciones.

—Espero que ardas en el infierno, perra —susurró a la nada antes de tomar un sorbo de su café.

—No ardes en el... —JungKook guardó silencio cuando YoonGi volteó hacia él con una mirada amenazante—. No importa —volteó también hacia el ventanal.

Los minutos siguieron pasando. JungKook tamborileaba con su mano derecha sobre la superficie de la mesa, miró de reojo a YoonGi, quien aún parecía perdido en sus pensamientos.

Gracias a los recuerdos de la madre de YoonGi, Luzbel supo de muchas cosas que le habían sucedido al chico frente a él, cosas que incluso YoonGi evitó mencionar la noche que prácticamente se había desahogado con él sin haberlo querido. La mujer había sido un monstruo con su hijo, no cabía duda de eso, pero no podía terminar de entender a YoonGi. ¿Por qué había salido tan apresurado en querer ir a ver su tumba si era evidente que la odiaba? Probablemente quería asegurarse de que sí estuviera muerta pero...

—Deja de intentar analizarme y pregunta lo que quieras de una buena vez —soltó el de cabellos rojizos.

Luzbel carraspeó, disimulando lo sorprendido que se sintió al ser atrapado. Pero ante el poder de su curiosidad, se acomodó sobre su asiento, inclinándose un poco y entrelazando sus manos sobre la pequeña mesa.

—Es solo que no te entiendo. Te veo aliviado, pero a la vez te veo insatisfecho. Como si su muerte no te bastara.

—Su muerte es como un regalo de cumpleaños para mí —bajó la mirada hacia su café—. Me alivia —admitió—. Porque sé que no volverá a hacerme daño. Es solo que... —se quedó en silencio durante varios segundos—. No lo sé, me hubiese gustado haberle dicho muchas cosas a la cara antes de que se fuera.

La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora