✪Quînquâgintâ sex✟

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NamJoon y Semyazza seguían observando la pared completa de retratos familiares. NamJoon volteó hacia su derecha cuando por el rabillo del ojo creyó ver una sombra.

Y lo que se había encontrado, lo dejó más que anonadado. Era él, se estaba viendo a sí mismo de cuando tenía algunos 6 años. Era un niño sano, risueño, curioso, con la inocencia reflejada en el brillo de sus ojos.

Joonie, a comer —avisó una voz femenina.

El niño corrió feliz hacia la cocina. NamJoon estaba sumamente confundido con todo lo que estaba viendo, pero aun así la dulce voz de su madre hizo que siguiera a su yo del pasado sin pensarlo.

Fue inevitable sentir una terrible presión en el pecho al llegar a la cocina, encontrándose con su progenitora colocando un plato con comida sobre el comedor. NamJoon sintió ganas de llorar, ¿desde cuándo no veía el rostro de su madre? ¿Por qué tuvo que morir en su sueño para poder hacerlo?

—Mamá —llamó con un nudo en la garganta. Sin embargo, su madre lo ignoró completamente—. Mamá —insistió.

La mujer ni siquiera volteaba en su dirección. NamJoon caminó hacia ella, queriendo colocar una mano en su hombro para llamar su atención. Sin embargo, cuando lo intentó su mano traspasó el cuerpo de su progenitora.

Se quedó estático, intentando procesar lo que acababa de suceder. Su madre no lo escuchaba, no lo veía, no le hablaba. Era como si NamJoon no estuviera ahí. Posó su mirada en ella nuevamente, notando que le sonreía al pequeño Joonie mientras lo animaba a ingerir la comida recién servida.

NamJoon seguía sorprendido, pero no se atrevió a hacer nada más que observar la escena. Era lo único que le quedaba por hacer ya que nadie parecía notar su presencia.

—¿Te gusta? —preguntó su madre en un suave tono infantil hacia su hijo.

—Está rico —comentó con la boca llena. Su madre sonrió satisfecha mientras acariciaba su cabello. Se puso de pie y continuó con lo que estaba.

Su padre entró a la cocina poco después. No saludó, solo se sentó en la mesa esperando a que su comida fuera servida. Joonie no le tomó importancia, siguió en su asunto de vaciar su propio plato cuando su madre colocó otro frente a su esposo.

—¿Qué es esto? —el hombre frunció el ceño al ver su plato con comida.

—Es lo que acabo de cocinar. Pruébalo, a Joonie le gustó.

—Se ve asqueroso, no pienso comer esta mierda —indiferente, tomó el plato y lo tiró al suelo provocando que la porcelana se quebrara en varios pedazos y la comida estuviera esparcida—. NamJoon deja de ingerir esa basura —le ordenó a pesar de que el niño había quedado estático por el susto que le había ocasionado escuchar el plato impactando contra el suelo. El hombre subió la mirada hacia su esposa, quien se sentía demasiado pequeña en ese instante—. ¿Que no puedes cocinar algo decente? Trabajo todo el día y ni siquiera puedo llegar a casa para cenar porque mi esposa es una buena para nada. No trabajas, no haces nada y no te esfuerzas ni por hacer la comida.

La cocina se sumió en un muy incómodo silencio. NamJoon miraba hacia su plato de comida, no entendiendo por qué su padre estaba tan disgustado, la comida se veía bien y sabía bien. Pero eso era lo de menos, odiaba verlos discutir. Se sentía triste cada vez que eso pasaba.

—Vamos —su padre lo tomó del brazo para bajarlo de la silla—. Iremos a otro lugar donde la comida no se vea como mierda de perro.

NamJoon se dejó llevar porque ver a su padre enojado le daba miedo. Sin embargo, también le partía el corazón ver a su madre triste y llorando, justo como la vio al voltearse hacia ella mientras su progenitor lo llevaba de la mano hacia la salida.

La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora