✪Epilogus✟

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Dos semanas después

Lilith disfrutaba de observar el castigo que recibía una de las almas que, estando en la Tierra, le había ocasionado tanto daño a su nieto.

Para Kim NamJoon siempre había un castigo diferente, en cierto sentido. Siempre terminaba siendo apuñalado por su mamá o por YoonGi. Sin embargo, para llegar a eso Lilith siempre le hacía recordar diferentes etapas de su vida. Diferentes situaciones en las que su madre era mal tratada por su marido y NamJoon solo observaba. Diferentes situaciones en las que siempre maltrataba a YoonGi, cada vez yendo a un nivel peor.

En ese momento, NamJoon estaba reviviendo la primera vez que se había pasado de la mano con su ex novio, la primera vez que le dio un puñetazo a YoonGi en el rostro. No midió el ángulo ni la fuerza hasta que se dio cuenta de que le había roto la nariz.

Cuando NamJoon recapacitó, se disculpó mil y un veces mientras lo llevaba al hospital. YoonGi tuvo que inventarle una historia a los doctores para no decir que su novio lo había golpeado.

Y cada vez que la última parte del castigo de NamJoon llegaba, volvía al mismo apartamento, escuchando la misma canción. Lilith lo hacía olvidarse de todo cada vez que su castigo volvía a iniciar, excepto por esas dos últimas cosas.

Le gustaba ver la desesperación en NamJoon, verlo enloquecer cada vez que escuchaba esa canción, porque sabía que era lo que pasaría después.

Semyazza estaba en medio de la nada, pensando en tantas cosas. Primero en SeokJin; aún le dolía saber que no volvería a ver su rostro ni a hablar con él. Pero seguía agradecido de que su ex pareja hubiese podido dejarlo atrás en cierta forma, para seguir adelante. El que SeokJin hubiese logrado ir al cielo, era algo que llenaba de paz el corazón del ángel caído.

Por otro lado, también pensaba en lo que había sucedido con uno de sus hermanos dos semanas atrás, cuando todos los demonios se habían descontrolado sin que nadie supiera por qué.

—¿Qué está pasando? —había preguntado Yekun, horrorizado con lo que veía. Pues todos los demonios corrían a una velocidad impresionante hacia nada más y nada menos que el portal. No había nada que pudiera detenerlos y todos parecían ir en busca del mismo objetivo.

—¡Todos están yendo hacia la Tierra! —dijo Kesabel—. Jamás había sucedido esto antes.

—Lilith, no te quedes ahí —esta vez fue Semyazza quien habló—. Por mi padre, ¡haz algo! ¡Haz que se detengan!

—No puedo hacerlo —respondió con suma tranquilidad, también observando la escena.

—¿Por qué no? —preguntó Kesabel.

La mujer no respondió al instante, incrementando la angustia que todos los ángeles caídos sentían. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Lilith, una que ninguno de los presentes pudo descifrar hasta que ella decidió responder.

—Porque es Luzbel quien los está llamando.

Con esas palabras dichas todos supieron que la profecía se estaba cumpliendo.

Pensaron que las cosas acabarían pronto, que el ejército celestial iba a bajar para detener aquello. Mas eso nunca pasó.

Pensaron que dentro de poco Luzbel recapacitaría. Que regresaría al infierno, arrepentido de lo que había hecho y las cosas que estaban sucediendo. Pero eso tampoco pasó.

Nadie entendía con exactitud lo que estaba pasando en la Tierra. Qué había sucedido con Luzbel y con YoonGi, el eslabón perdido, era una de las preguntas que más rondaba en la cabeza de Semyazza.

La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora