✪Trîgintâ✟

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JungKook tuvo que llenarse de valor para sujetarse de la rama e impulsarse hacia atrás. Soltó varios quejidos por el dolor, pero finalmente logró liberarse. Cayó al suelo e intentó ponerse de pie aunque las manos le temblaban.

Mikhael se había ido, aunque no sin antes haberle dicho que se llevaría sus alas como premio y que sin importar qué, encontraría al eslabón perdido.

JungKook inhalaba con fuerza ya que la respiración se le dificultaba. como pudo, logró ponerse de pie. Bajó la mirada hacia la enorme herida que tenía en el abdomen, pero no se preocupó demasiado por ella, sabía que sanaría. Lo que le preocupaba eran las heridas donde antes estaban sus alas. Esas no sanaban tan rápido como el resto de su cuerpo.

La pérdida de sangre combinada con el mecanismo de defensa de su cuerpo, harían que dentro de poco cayera inconsciente ahí mismo. Y Luzbel no quería que eso sucediera, no en ese lugar.

Se quitó la camisa y la presionó contra su abdomen. Mientras la herida comenzara a cerrarse, quería evitar perder más sangre.

Posó su mirada en la colina. Algo dentro de él le pedía regresar a Corea del Sur, pero su parte razonable le decía que no podía, no tenía cómo y seguramente caería desmayado antes de llegar a una calle principal. Lo mejor era subir a la colina y pasar por el portal. Al menos si caía inconsciente dentro del infierno no sería tan grave.

Caminó, sujetándose de algunos árboles en el trayecto. Pero subir hacia el portal estaba resultando mucho más difícil de lo que creyó. Cada segundo que pasaba la vista se le volvía más borrosa y sus pasos se volvían más torpes por la pérdida del equilibrio.

Por suerte y desgracia ese era un lugar turístico. La colina contaba con más de ochenta gradas que guiaban hacia aquel enorme arco de piedra. Y eso le servía a Luzbel. Pero desafortunadamente no se sentía capaz de poder llegar hasta la cima, y eso era un problema porque nadie tenía que verlo en ese lugar.

Se sentó en la vigésima grada, jadeando por el cansancio. Revisó su herida en el abdomen y exhaló sonoramente al ver que ya se había cerrado.

Eso ya era un problema menos.

Intentó pensar en algo positivo aunque podía sentir su sangre caliente deslizándose por su espalda, además de lo mareado que estaba, del sudor y el sucio que hacía incrementar el ardor, y de sus ojos llorosos porque dolía como el infierno mismo.

Colocó la camisa sobre su hombro y, con toda su fuerza de voluntad, se puso de pie para continuar con su camino. Iba a subir hasta la cima aunque eso implicara que tendría que hacerlo gateando.

Y tras varios minutos finalmente lo logró. Se había esforzado mucho más de lo que su cuerpo estaba dispuesto a soportar en un estado como ese, pero el hecho de haber llegado había sido lo más importante para él.

Pudo sentirse orgulloso de sí mismo si no fuera porque justo al dar el primer paso hacia adelante, se desplomó en el suelo, perdiendo el conocimiento.

Todo quedó en completo silencio luego de eso. La oscuridad al igual que la soledad prevalecían en esa zona a horas tan altas de la noche, el pasto y las hojas de los árboles se movían con gracia debido a la presencia del viento.

Pasaron cerca de quince minutos cuando una silueta negra se acercó con precaución a Luzbel. Diez segundos después apareció otra, junto a ella apareció otra, y luego otra, hasta que fueron siete siluetas alrededor del cuerpo del pelinegro.

 Diez segundos después apareció otra, junto a ella apareció otra, y luego otra, hasta que fueron siete siluetas alrededor del cuerpo del pelinegro

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La Tristesse du Diable ✦ ≪KookGi≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora