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TYLER

No he podido pegar ojo en toda el tiempo que llevo aquí. Siempre que intento dormir tengo pesadillas. Me despierto gritando, con pánico, y estar en una puñetera celda de aislamiento no ayuda.

Me gustaría que Ámbar estuviese aquí a mi lado. Su simple presencia siempre me ha ayudado a seguir hacia delante.

Oigo a alguien abriendo la puerta. Me levanto de la cama, dolorido. Puede que me haya llevado alguna que otra paliza. Aparecen dos militares armados en la puerta, como siempre hacen cuando vienen a traerme comida. 

Pero esta vez no traen ninguna bandeja con comida pasada, ni agua. Nada más que unos grilletes que tienen pinta de pesar mucho. 

- Levanta. Ya.- dice uno de los militares con la misma voz impasible de siempre. 

Me levanto haciendo un esfuerzo que me parece sobrehumano. Me duele todo el cuerpo. Hago una mueca de dolor.

- Los grilletes.- dice de nuevo. El otro guardia se acerca. Pongo una sonrisa irónica.

- ¿Qué pasa, me lleváis de paseo?- digo. Me ponen los grilletes.

- No. Vas a ser ejecutado. - dice simplemente. 

La sonrisa desaparece de mi rostro. Siento como se me corta la respiración por un momento. No no no no no. No puede ser. 

- Vaya, vaya, que rápido te hemos quitado la tontería.- dice sonriendo con una sonrisa idiota dibujada en la cara.- Venga andando.- dice dándose la vuelta hacia la puerta.

Yo no me muevo. Me he quedado paralizado. El guardia se da la vuelta y me encara. Es más corpulento que yo, de mi misma altura.

- ¿No me has entendido cuando te he dicho que andes?- espeta. 

- No. No voy a ir.- digo con voz firme aunque tengo muchísimo miedo. 

Me pega un puñetazo. Me caigo al suelo. No tengo fuerzas para mantenerme en pie. Me llevo una mano a la cara, me duele horrores. Los grilletes pesan y me hacen daño en las muñecas.

Me cogen de los brazos y me llevan por el pasillo. Yo intento zafarme, grito, pero no sirve más que para quitarme las pocas fuerzas que me quedan y para llevarme más puñetazos y gritos por parte de los guardias. Me duelen las muñecas de loas esposas que parecen pesar cada vez más y me sangra el labio.

Bajo la cabeza. Me rindo.


WILL

El brazo me duele. No puedo ni moverlo. A Melani, que ahora está durmiendo, no le he dicho lo mucho que me duele el brazo, eso solo la preocuparía más y lo pasaría peor por mí de lo que lo paso yo realmente. Veo borroso y me cuesta hasta respirar a veces, lo disimulo lo mejor que puedo. 

De repente oigo golpes, quejas y gritos de alguien enfadado. Melani se despierta somnolienta por el ruido. Lo pienso un momento y me doy cuenta la causa de tanto jaleo: Tyler. 

- Will, ¿Qué pasa?- pregunta Melani preocupada. 

- Es Tyler.- digo entrando en pánico.

- ¿Qu-qué?- pregunta abriendo mucho los ojos. Se levanta y se acerca a las barras de la celda. 

- ¿Qué está pasando?- le pregunta al guardia que está siempre vigilándonos. 

- Nada que a ti te importe.- responde muy borde. De repente Melani hace algo que no me esperaba. 

Coge al guardia del cuello de su traje de combate y lo estampa contra las barras de la celda. 

- Sí que me importa si tiene que ver con mi amigo.- le dice con una voz tan fría que me asusta hasta a mí. El guardia sonríe.

- A tu amigo lo van a ejecutar, y cómo vuelvas a hacer esto, a lo mejor a ti te pasa lo mismo, zorra.- me tenso por su forma de hablarle a Melani. De repente coge el rifle y le da con la culata en el estómago. 

Melani cae al suelo encogida por el dolor mientras el cabrón del guardia suelta una carcajada.

Me levanto de golpe ignorando el mareo que me ha dado y el dolor del brazo que se hace insoportable. Me acerco a Melani que se ha sentado y tiene una mano sobre el estómago.

- Melani.- murmuro envolviéndola en mis brazos. Se echa a llorar. 

Cuando se calma le cojo la cara entre mis manos y le limpio las lágrimas.

- Saldremos de esta.- le digo. Cierra los ojos y niega con la cabeza.

- Nosotros tal vez sí, pero Tyler no.- dice soltando un sollozo. 

Me quedo en silencio. La estrecho más contra mí. No pienso dejar que nadie más le haga daño. 

De repente oigo unos pasos apresurados por el pasillo. Aparecen dos militares armados. Uno bajito y otro más alto. No puedo distinguir sus caras porque llevan una gorra que los tapa. El guardia que nos está vigilando se da la vuelta para mirarlos. 

- ¿Sí?- pregunta.

- Nos envía el general Cornwell, debemos trasladar a los prisioneros.- dice el militar alto. El guardia frunce el ceño.

- ¿El general Cornwell? ¿Para qué iba a querer el general Cornwell a un par de idiotas?- pregunta con el ceño fruncido. El militar bajito se tensa ante sus palabras.

El militar alto mira a su compañero, titubea pero finalmente asiente.

- Sólo nos ha dado esas instrucciones. Quiere interrogarlos.- dice firmemente.

- Imposible, se fue ayer de misión.- dice coge el rifle ágilmente, apuntando al militar alto, pero el militar bajo es más rápido. Le asesta un golpe con la culata del rifle que traía consigo en la cabeza con tal fuerza que lo deja inconsciente.

- Qué hijo de puta.- dice la voz de Ámbar.


Ámbar y MelaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora